Adiós a la crisis de las pensiones: el plan radical alemán que puede cambiar la jubilación de golpe
La propuesta de Alemania para poder sostener, a la larga, el sistema de pensiones
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El debate sobre el sistema de pensiones y si es capaz de aguantar o no lleva tiempo en el centro de muchas conversaciones. Cada año que pasa, la pregunta se repite con más fuerza: ¿será sostenible el sistema cuando nos toque jubilarnos a nosotros? En España, esa inquietud está muy presente porque sabemos que la pirámide demográfica juega en contra. Más jubilados, menos nacimientos y, por tanto, menos trabajadores cotizando. Por tanto la ecuación no cuadra y no es algo que sólo nos pase a nosotros. El sistema de pensiones alemán también estaría en la cuerda floja de modo que comienzan a buscarse soluciones, cuanto menos, sorprendentes.
En España una de las medidas que se han tomado para poder hacer frente a la crisis en torno al sistema de pensiones, es la de retrasar la edad de jubilación, con una edad de retiro en los 67 años si no se superan los 38 años y 6 meses de cotización al llegar a los 65. Pero el modelo alemán para las pensiones y su sostenibilidad pasa por otra cosa: alentar el ahorro y ¿cómo hacerlo? Pues con una propuesta de la mano del canciller Friedrich Merz, que ha sorprendido a todos. La idea tiene que ver con el hecho de plantar la semilla de la pensión desde la infancia, crear un ahorro obligatorio que acompañe a cada ciudadano desde niño. Un cambio de mentalidad que, si prospera, marcaría un antes y un después.
El plan alemán para las pensiones puede cambiar la jubilación
La iniciativa alemana, bautizada como pensión de inicio temprano, parte de una base muy sencilla: el Estado aportaría diez euros al mes por cada menor escolarizado, desde los seis hasta los dieciocho años. Puede parecer una cantidad ridícula, pero al cabo de doce años sumaría 1.440 euros, y lo más relevante es que ese dinero se guardaría en un fondo especial hasta la jubilación.
El objetivo no es sólo que exista un pequeño colchón inicial, sino que sirva de base para que cada persona siga alimentando ese fondo a partir de la mayoría de edad. Y hay un detalle clave: ese ahorro estaría libre de impuestos hasta el retiro. Al final, lo que busca Alemania no es tanto el dinero que se acumule en la infancia, sino crear un hábito y un sistema paralelo al actual, que complemente las pensiones públicas. El coste estimado ronda los 1.500 millones de euros al año para el Estado, una cifra que parece asumible si se compara con lo que suponen hoy las pensiones.
La presión demográfica, el gran enemigo
Alemania tiene el mismo problema que España: un sistema de reparto en el que los trabajadores de hoy financian a los jubilados de hoy. Y claro, cuando la población envejece y los nacimientos se reducen, el esquema empieza a crujir. Actualmente, por cada 100 cotizantes, hay unos 40 jubilados. Dentro de unos años, la proporción será todavía peor.
El propio Merz lo reconoció en un acto de finales de agosto de la CDU: «El Estado del bienestar que tenemos hoy ya no es sostenible financieramente». La frase resume bien la urgencia por encontrar una solución para el sistema de pensiones actual y promover la idea de que ahorrar desde la infancia aporta seguridad a largo plazo.
Otras propuestas en el aire
El plan de los diez euros al mes ha generado titulares, pero no es la única medida sobre la mesa. Alemania ya tiene en marcha la subida de la edad de jubilación: pasará de los 66 actuales a los 67 en 2031, y no se descarta dar el salto a los 68 si las cuentas lo exigen.
También se estudia permitir que los jubilados sigan trabajando sin penalizaciones, siempre que no superen ingresos de 2.000 euros al mes. Una fórmula pensada para quienes quieren mantenerse activos y, de paso, aliviar la presión sobre el sistema. Y por último, el gran proyecto de crear un fondo público de 200.000 millones de euros que se invertirá en los mercados internacionales. Una especie de hucha moderna que intentará generar rentabilidad y dar estabilidad al sistema en los próximos años.
¿Podría llegar a España?
La pregunta es inevitable: ¿podría España copiar algo parecido? De momento, aquí la apuesta ha sido más conservadora, centrada en retrasar la jubilación y ajustar cotizaciones. Pero los problemas son los mismos: baja natalidad, esperanza de vida en aumento y una presión creciente sobre las arcas públicas.
Quizá lo más interesante de la propuesta alemana no sea la cifra (esos diez euros al mes apenas llaman la atención), sino el cambio cultural que implica. Empezar a entender la pensión no sólo como un derecho del Estado, sino también como un ahorro personal que se construye con tiempo. Ese giro mental es el que muchos economistas reclaman también en España, aunque todavía no se ha dado un paso tan arriesgado o que sea algo realmente novedoso con respecto a las soluciones aplicadas hasta la fecha.