SE MIDE A NADAL EN SEMIFINALES DE ROLAND GARROS

Thiem, el niño que se convirtió en gladiador para entrar en la historia

Thiem
Thiem celebra su victoria ante Djokovic. (AFP)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Al igual que los combatientes que se enfrentaban sobre la arena con la muerte como sentencia en la Antigua Roma, Dominic Thiem se presenta en las semifinales de Roland Garros con la misión de alto riesgo por excelencia en el tenis mundial: luchar contra Rafa Nadal en un partido en tierra batida a cinco sets, y lo hará tras una transformación militar que le ha convertido en uno de los grandes aspirantes al trono en París.

La ciudad de Wiener Neustadt vio nacer a Thiem hace 23 años. Criado en el seno de una familia de claros vínculos tenísticos –sus padres son entrenadores–, el joven Dominic pronto destacó como uno de los grandes talentos de un país con tradición por el deporte de la raqueta. En la búsqueda de un sucesor de Thomas Muster –al que vencería en su último partido– comenzaba a sobresalir un jugador con talento sobrado para llegar a lo más alto, pero al que, al contrario que al denominado como Rey de la Tierra, le fallaba el físico.

Thiem era un chico endeble que tenía las de perder si el partido se alargaba. A sus eléctricos golpes les fallaban las pilas, con una mezcla de de frustración y tristeza por lo que podía perderse el espectador si no se solucionaba aquel lastre. La figura de Sepp Resnik apareció entonces en la vida de Dominic para cambiarla para siempre. Este oficial retirado del ejército era un auténtico hombre de hierro, y no paró hasta conseguir que su pupilo se asemejara en el mayor grado posible a él. A través de entrenamientos de extrema dureza, tanto mental como física, el gato mutó en un auténtico tigre que ya podía optar a coronarse en los mejores torneos del circuito.

Con una racha feroz y el pelo teñido de rubio como seña de identidad, el nuevo Thiem derribó la puerta del top 20 en 2015, con tres títulos en tierra batida–Niza, Gstaad y Umag– que le sirvieron como credencial de su llegada a la élite para no marcharse. La irregularidad en los partidos era aún una realidad, pero el talentoso austriaco ya no perdía encuentros por el lastre físico, y su muñeca podía encontrar respaldo en unas piernas que después de mucho sufrir habían logrado esa quinta marcha con la que pelear por todo.

Su confirmación en 2016, año en el que además de pisar por primera vez las semifinales de Roland Garros se hizo con títulos en todas las superficies, se ha quedado en anécdota si lo comparamos con el rugido del austriaco en la presente campaña. Su único título, en Río, no ha sido la única acreditación para desmarcarse como el sucesor de Rafael Nadal, verdugo de Thiem en las finales en Barcelona y Madrid y considerado por el austriaco –y tantos otros– como “el mejor de la historia en tierra”.

Nadal, el escollo (casi) infranqueable

Ahora llegan las semifinales después de haberse cargado al último jugador en vencer a Rafa en la tierra de Roland Garros, Novak Djokovic, en sets consecutivos. Realmente Dominic, y en eso calca al nueve veces campeón del torneo, no ha cedido una sola manga en el complejo parisino y quiere, con su vendaval de derechas y reveses, convertir en utópico el sueño de Nadal de levantar en 2017 su décimo entorchado de campeón.

La arcilla de la Philippe Chartier vivirá el viernes una de las grandes batallas de los últimos tiempos en el tenis mundial. Gladiador contra gladiador, campeón frente a aspirante. Don Rafael Nadal Parera frente a Dominic Thiem, el niño que se convirtió en hombre a la fuerza para suceder a la referencia histórica de la tierra.

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