Fórmula 1: Gran Premio de Singapur

Rosberg resiste a Ricciardo con un Alonso magistral

La Fórmula 1 ha dejado de tener emoción (Getty)
La Fórmula 1 ha dejado de tener emoción (Getty)
Ignacio L. Albero

El verano monzón había castigado con furia en la madrugada con una tormenta fugaz, de pestañeo eterno e insomnio a las 5 de la mañana. Iba a ser la premonición de un inicio esquizofrénico. La noche de Singapur iba a revivir otro tipo de tempestad en los primeros metros. Nico Hulkenberg estuvo a punto de provocar una carnicería, fruto de una mala salida de Carlos Sainz, al que golpeó en su rueda delantera derecha. Fernando Alonso no cogió número para la chacinería: salida por fuera del noveno al quinto puesto. Redundante o no para el cronista: supermagic. 

Apareció de forma evidente el Safety Car para que la calle de boxes se asemejara a un colegio a las 8 de la mañana. Todos para dentro, neumáticos nuevos, y seguir rodando en el angustioso Marina Bay. Rosberg comandaba, sufriendo con sus siempre desdichado frenos, con Ricciardo amenazante en la distancia. Lewis Hamilton era tercero, rodando en la nada, con Raikkonen también lejano para él. Y Fernando Alonso, quinto, con su McLaren-Honda, resistiendo a Kvyat. 

Carlos Sainz no iba a ser penalizado por su desencuentro con Hulkenberg en la salida, pero sí por culpa de un apéndice que podría ser peligroso para su rival más cercano: Max Verstappen. Era sexto, le sacaron la bandera negra y naranja, y tuvo que parar para que se lo cortaran en boxes. El cambio de neumáticos se lo ahorraba, quizá demasiado forzoso, y le cortaron las alas de una pelea desequilibrada con su antagonista de Red Bull. Salió último… y a buscar el milagro de la remontada.

Quedaba hora larga, salvo contratiempo, para finalizar el siempre especial GP de Singapur y tres letras remotas, de un héroe semi caído para los menos entendidos, mortificado por un codificado destino, brillaban más que cualquier foco en Singapur: ALO era quinto, aguantando las embestidas del Toro de Kvyat. Luego llegó otro nuevo baile en boxes, para poner nuevos zapatos, y su posición cayó esperando que los de delante también lo hicieran.

La pelea se centró en un duelo épico entre Kvyat y Verstappen. Cuentas pendientes sin saldar con Daniil mandando mensajes a toda la cúpula de Red Bull. Aguantó como si fuera la última vuelta de su vida, giro tras giro, sin ceder un milímetro de superioridad ante el Red Bull de Max. Pérez y Vettel aguantaban sin parar, con el grupo de Alonso y compañía acercándose por detrás. En las alturas, Ricciardo recortaba medio segundo por vuelta a Rosberg… y Kimi a Lewis Hamilton. Mercedes, mortales en Marina Bay.

Alonso no puede con Vettel

El 44 acabó cediendo ante Raikkonen, tras una pasada de frenada anterior. La batalla en el pit lane era algo que no podía pasar desapercibido: la estrategia iba a definir mucha de las posiciones del top 10. La pelea en la distancia entre Vettel, Verstappen y Alonso se certificaba con el alemán por delante del español, por detrás del Red Bull: ultrablandos hasta el final.

Cayó en la trampa de Mercedes, Ferrari. Paró Hamilton, que anunciaba su plan B en radio a bombo y platillo para alcanzar a Kimi. Tenía ventaja de sobra, neumático medio, y el finlandés paró en medio del pánico en Maranello. A Lewis le salió la jugada redonda: por delante. El liderato también se complicada para Rosberg. Ricciardo paraba para calzar el superblando, Rosberg no plagió estrategia, y tenía que aguantar con su neumático medio desgastado hasta el final.

Como Coldplay olvidando sus complejos melancólicos o Will Smith lo de cómico en Siete Almas, Alonso se olvidaba de su etiqueta de loser  durante esta corta etapa en McLaren a base de una sexta posición que hace unos meses daba para monólogo. El motor Honda y sus desgastados neumáticos no le daban para más: Verstappen, Red Bull, le pasaba, dejándole en la séptima plaza. Insuficiente para muchos, milagrito con el coche que tiene para otros.

El final de carrera fue de la Fórmula 1 de antaño. Dos monoplazas batiéndose el cobre, peleando por cada ápice de asfalto, por lograr milésimas en cada giro: por la victoria. Nico Rosberg resistió más que el personal shopper de Paris Hilton para hacerse con una victoria que sabe a Mundial. Ricciardo, segundo, en una carrera casi perfecta. Hamilton fue tercero tras hacerle la telaraña a un Ferrari que se dejó comer. Y es que, ese será el acicate una vez más en esta era turbo: ver cuál de los dos Mercedes se hará con el Campeonato Mundial. El Rosberg vs Hamilton se eleva a las alturas de una rivalidad ya legendaria. Apunten: Malasia, Japón, Austin, México, Interlagos y Abu Dhabi. Felices Juegos del Fórmula 1 y que la suerte esté siempre de su lado. 

Clasificación final del GP de Singapur (@F1)
Clasificación final del GP de Singapur (@F1)

Lo último en Deportes

Últimas noticias