Una Liga para la histeria
Otra victoria de infarto. Otro partido con 80 minutos de pausa y diez minutos de vértigo. Otra victoria de ADN Real Madrid, de raza, de pelotas. Otro triunfo de una Liga que va a ser para la historia… y para la histeria. Un gol de Marcelo en el 86 dio tres puntos in extremis al equipo de Zidane, plagado de titulares, que tonteó con el 1-0 de Cristiano Ronaldo hasta que llegó el 1-1 de Parejo en el 82.
Como recién salido de la tintorería, Zidane se ponía su traje de gala. Los otros, la segunda unidad, el plan B –llámenlo como más rabia les dé– volvían al banquillo. Jugaba el once preferido del técnico francés con un par de retoques: Nacho por Varane y James por Bale. Una brisa de nostalgia recorría el Bernabéu, que se quedaba con las ganas de ver en el once a Isco y Asensio, pero es que no caben todos. Para el entrenador del Real Madrid hacer una alineación es como para Isabel Preysler elegir en qué baño hacer pipí: un dolor de cabeza.
Bastó un minuto para comprobar que el Real Madrid no había salido como en Riazor. Un mano a mano de Santi Mina lo salvó Keylor Navas con los pies y su rechace lo estrelló el delantero del Valencia en el poste. Era el primer minuto y el primer susto. Los blancos sobaban la pelota con más parsimonia que prisa y los valencianistas se pertrechaban atrás.
No se arrugaba el Valencia, con futbolistas de buen pie y con un punto de descaro con el balón. Se atrevían Parejo y Carlos Soler, mientras que Orellana y Nani se afanaban en buscar las espaldas de Carvajal y Marcelo. El Real Madrid, al trantrán, se volvía un equipo más previsible que el final de Titanic.
Un cuarto de hora se consumió en el Bernabéu y el Real Madrid no había rondado el balcón de Diego Alves. Los viejos pecados de siempre emergían en el Bernabéu. Poca intensidad en la recuperación, circulación lenta de la pelota, los de arriba que no bajan, el equipo demasiado largo… Dominaban sin ahogar los de Zidane. Orellana también perdonó el 0-1. El Bernabéu contenía el runrún, pero el madridismo era como Falete embutido en una talla S: podía estallar en cualquier momento.
Un dominio insulso
La irrupción en el partido de Marcelo y Carvajal aceleró el juego del Real Madrid, que iba acogotando al Valencia en su área. Una falta de Cristiano a las nubes fue el primer aviso de los blancos. Era el minuto 21 nada menos. Los de Zidane jugaban como si el duelo fuera en la jornada 7 y quedara mucha Liga por delante. Nunca lo hicieran.
El segundo aviso también vino de falta. Era el minuto 25 y una rosca envenenada de James susurró al palo derecho de Diego Alves. Se animaba el Real Madrid como un jubilado en un salón de baile que empieza a bailar moviendo un solo pie.
Y entonces llegó el gol como por ensalmo. Fue un centro desde la banda derecha de Carvajal al que Nani tardó una eternidad en llegar. La pelota sobrevoló el área, Garay se durmió y allí apareció el depredador Cristiano Ronaldo para cabecear picado a la red. El Real Madrid encontraba el tanto antes que el buen fútbol.
El gol espabiló al Madrid. Modric se animó a gobernar el partido. Lo agradeció el Bernabéu. El hambre de James, el único miembro de la segunda unidad sobre el césped, se contagiaba a sus compañeros. El Valencia había perdido una miaja de fe y una hartá de fútbol.
Cristiano decide… y luego falla
Un disparo de Munir al filo del descanso contuvo el aliento del Bernabéu. En la jugada de vuelta Gil Manzano señaló el camino de la caseta y dio por finiquitado un primer tiempo donde la mejor noticia para el Real Madrid era el resultado. Tres puntos más y un partido menos.
Nació lento el duelo también tras el intermedio. Les cuento: la pelota era del Real Madrid y el Valencia simulaba conformarse con perder por la mínima. Una buena maniobra de Benzema en el 54 devino en un tiro al palo del francés. De resultas de la jugada posterior vino un penalti absurdo y obsceno de Parejo a Modric. El canterano madridista sujetó al croata con los dos brazos y Gil Manzano señaló los once metros. La pena máxima, como tantas y tantas veces, la paró Diego Alves, el mejor especialista del mundo en esta suerte. Se lamentaba Cristiano.
Una falta de Mangala a Modric en el 63 dio al crack luso la oportunidad de resarcirse ante Alves. La tiró James a la barrera y Zidane le cambió para meter a Marco Asensio. Se caía el Bernabéu. El Real Madrid, con todo, se había dejado el partido entreabierto. Percutía la portería del Valencia con más afán que acierto.
Si juegas en el alambre…
En el 71 Zidane suplía a Benzema por Morata. El francés se llevó una pitada enorme del Bernabéu, que se desespera con su actitud pasota. El Madrid jugaba en el alambre. Un golpetazo de Cristiano Ronaldo contra el poste provocó la alarma en el Bernabéu. El luso, que tiene los huesos del material de Lobezno, se levantó como si nada y la afición le ovacionó.
Al Real Madrid le quedaban diez minutos y el partido seguía sin cerrar. Y, claro, cuando perdonas… ¿Se lo saben, no? Pues eso: lo pagas. Una falta lejanísima de Parejo se convirtió en el 1-1. El ex madridista la pegó casi desde su casa, Keylor Navas voló, llegó a tocar la pelota, pero despejó para dentro. Es lo que tiene jugar sin portero.
Marcelo evita la ‘mascletá’
El tanto espoleó al Madrid, porque a este equipo le va la marcha. Le va mucho. A ver, les cuento. Los blancos se desmelenaron y atacaron con todo. Con alma y sin orden. Y en el caos reinó Marcelo. El lateral, en esa posición de delantero, recogió una pelota llovida en el área, la pinchó, regateó y batió a su compatriota Diego Alves con un tiro cruzado. Era el minuto 86 y el Bernabéu, acostrumbrado a vivir al borde del ataque de nervios, se vino abajo.
Pasaron los minutos finales. Pura taquicardia. Zidane metió a Lucas por Luca en el 92. Había que contener la respiración hasta el 94. Fueron dos minutos eternos, que pasaron lentamente, pero pasaron y el Real Madrid solventó otro partido histérico en su parto por la Liga que, desde luego, no va a ser un parto sin dolor.