Sólo Cristiano pudo con Kepa
Kepa-tinazo el que estuvo a punto de protagonizar el Real Madrid ante el Athletic en otro partido insulso e intrascendente. Sólo el gol postrero de Cristiano Ronaldo pudo evitar la derrota de su equipo ante un equipo rojiblanco ordenado y poco exigido, pero con un sobresaliente portero: Kepa Arrizabalaga. Curiosamente, el portero que tuvo medio atado el Madrid y al que renunció Zidane completó una actuación portentosa en el Bernabéu que le dejó en muy buen lugar frente al que hoy ocupa la que pudo (y debió) haber sido su portería.
Volvía la caballería. En el Real Madrid la caballería, lo habrán adivinado, es Cristiano Ronaldo. Junto a él volvía también Benzema, que es casi un indio en el fuerte del Bernabéu o al menos así lo empieza a detectar un sector –llámalo sector, llámalo legión– del madridismo. También sorprendía Zidane con su decisión de dejar fuera del once a Casemiro y a Isco, aunque ambos fueron titulares en La Rosaleda y tocaba rotar.
Jugaban Lucas y Asensio, que son como Bescansa y Errejón: si les dejas solos un rato, se cepillan a cualquiera que se les ponga por delante, por mucho nombre que tenga. Pero estos lo hacen por derecho y con buenas artes. También jugaban Keylor y Kepa pero –permítanme que lo diga, que si no reviento– en la portería equivocada, aunque ya sé que Keylor no tiene que se sepa antecedentes vascos.
El partido nació tranquilo, pausado, cadencioso y relajado. Si fuera un político sería Rajoy, vamos. En el minuto 6 San José tuvo un mano a mano ante Keylor. Intentó el túnel, pero el tico bajó el culo a tiempo y evitó el gol. Respondió Cristiano con un majestuoso cabezazo que se estrelló contra la cruceta de Kepa.
Después del trantrán inicial que duró una decena de minutos el Real Madrid empezó a manejar el partido sobre todo con el balón. Repitió aviso Cristiano en el 12 con un tiro cruzado después de una buena galopada como en sus tiempos mozos.
Williams golpea primero
Pero fue el Athletic el que golpeó primero. Y lo hizo Williams, un muchacho que como aprenda la pausa se va a forrar en este negocio del fútbol. Nadie del Madrid tapó al pasador e Iñaki encontró el hueco a la espalda de Ramos y Marcelo. Galopó, vio cómo Keylor se destapaba y se la puso picadita por encima al más puro estilo Ronaldo, el brasileño. Fue un golazo de un proyecto de delanterazo.
Apretó el Real Madrid en busca del empate y entonces apareció Kepa con un par de buenas paradas consecutivas. Lo dicho: en la portería equivocada. El asedio blanco no encontraba el premio del gol, como tantas veces esta temporada. Al filo de la media hora Benzema desató el primer runrún con un disparo horrible a la grada. Se mosqueaba el Bernabéu.
Pasada la media hora Kepa volvió a dejar en mal lugar a Keylor con un paradón tremendo de reflejos que abrió las bocas de muchos aficionados en el Bernabéu. Y la mía. En el 42 Marco Asensio hizo la jugada por la que el Real Madrid fichó a Bale. Dribló a tres jugadores del Athletic, los sentó, se metió en el área y fusiló a Kepa, que sacó otra mano imposible para evitar el gol del Real Madrid.
El asombroso Kepa
Las paradas del portero del Athletic, que pudo y debió ser del Real Madrid en enero, evitaban la victoria de los blancos y la derrota de los leones, que al descanso llegaron con un inesperado aunque poco valioso 0-1. Y la reanudación salió en la misma tónica de tranquilidad y falta de nervio como un filete de pollo.
Entonces el Real Madrid empezó a relajarse el Bernabéu a desesperarse. Una salida en falso de Keylor pasada la hora de juego habilitó a Raúl García para disparar a puerta semi-vacía, pero su tiro lo repelió el larguero. Si hubiera habido algo en juego, el madridismo habría empezado a tirar de la épica. Pero anoche no le apetecía.
Zidane metió a Isco y Bale en el 68 por Benzema y Marco Asensio. El Bernabéu estaba tan perezoso que ni pitó a Karim. El Real Madrid tocó a rebato, pero flojito. Kepa se bastaba para conjurar con la sobriedad de un inspector de Hacienda los tímidos ataques del equipo de Zidane, que jugaba con un ojo puesto en Múnich.
Se aburre el Bernabéu… marca CR7
Los minutos caían como una pesada carga para el Bernabéu, que se aburría enormemente. Menos mal que la derrota no importaba. Quizá por eso el público ni el Madrid firmó el 1-1 con un toquecito sutil de Cristiano. Los que se quedaron lo celebraron, porque un gol siempre es un gol y tampoco el Real Madrid se había merecido perder. Así que al final el partido acabó en tablas y todo el mundo, incluido los jugadores, se fue a su casa como había llegado al Bernabéu: pensando en Múnich.