Nadal sobrevive a la encerrona en Montecarlo y gana su primer Masters 1000 en dos años
El rey de la tierra batida está de vuelta. Dio igual que todo estuviese en contra para Rafa Nadal. El español se sobrepuso a todos los inconvenientes a base de tesón, espíritu de superación y hambre. Que nadie se engañe: a Rafa le hacía mucha falta ganar un Masters 1000. El manacorense celebró el título como si de su décimo Roland Garros se tratase. Se revolcó por el suelo, abrazó a su tío Toni, besó a su novia Xisca e incluso saludó en francés.
A Rafa nadie le ha regalado nada en su regreso a la élite del tenis mundial. En la pista central Raniero III, plagada de franceses, Gael Monfils jugó el mejor partido de toda su carrera en tierra batida. La guinda a este explosivo coctel la ponía el árbitro principal de la contienda, Carlos Bernardes, a quien Nadal había vetado el año pasado por sacarle de sus casillas durante los partidos. El brasileño cronometra el tiempo que el número cinco del mundo se toma para sacar. Nadal hace el mismo ritual en todos los partidos y este es el único juez de silla de la ATP que le amenaza con sancionarle.
Nadal comenzó firme, con piernas jóvenes y muy seguro de que podía completar un gran partido ante Monfils, que nunca le había ganado un set en tierra batida en sus cuatro enfrentamientos anteriores. El español rompió en el cuarto juego del partido el servicio de su rival, pero en la consolidación falló. No le entraban los primeros a Rafa, que apenas ganaría el 20% de puntos con segundo saque en lo que restaba de manga.
Pese a este lastre, Rafa continuó con su labor de desgaste sobre el grandullón francés, consciente de que tarde o temprano mejoraría en el servicio. Bernardes, desde la silla, tampoco colaboraba advirtiendo en numerosas ocasiones a Nadal con el tiempo que se tomaba para servir. La inseguridad de uno y otro –ninguno era capaz de acabar un punto en la red por muy evidente que fuese– hizo que el primer set acabara decantándose del lado del que ganase su saque. Nadal lo hizo sellando el 6-5 y se apuntó una atípica primera manga.
La reacción de Monfils y las dudas de Nadal
Pero todos los fantasmas que han perseguido a Rafa durante estos meses emergieron en el segundo set. El español siguió sacando mal, pero en el resto mantenía su peligro. Monfils, con el aliento del público a su favor, fue creciéndose y soltando su derecha hasta sacar de punto a Nadal.
El español se encontró con la misma situación que en el primer set. Pudo asegurarse su presencia en el tie-break, pero Monfils sorprendió con varios ataques en la red que descentraron a Nadal. El francés se apuntaría la segunda manga, pero acusaría luego el esfuerzo.
Rafa entró en el tercer set con más confianza, pese al golpe que había supuesto perder el segundo. Poco a poco, Nadal fue mejorando en el primer saque superando el 75% de acierto, mientras que su rival no atinaba a alcanzar el 50%, consecuencia del cansancio. Las condiciones extremas de la pista y el mejor fondo de Nadal hicieron que el tercer set se convirtiese en un paseo militar de menos de media hora de Nadal cuando las dos anteriores mangas no habían bajado de la hora.
Nadal levanta su noveno triunfo en el Masters 1000 de Montecarlo y comienza la temporada de tierra como hacía tres años que no conseguía: ganando y convenciendo en la primera toma de contacto. Queda la duda de que pasará en un duelo con el número uno Novak Djokovic, pero para comenzar no está nada mal. Ha derrotado a sus fantasmas en una final y ha vencido en una misma semana a Wawrinka, Murray y Monfils.
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