La mejor Liga del tercer mundo

La mejor Liga del tercer mundo

El lamentable ridículo de la suspensión del Celta-Real Madrid no es culpa en exclusiva del alcalde de Vigo, un tipo con querencia hacia los micrófonos y ebrio de oportunismo político. No, no todo es culpa de que Abel Caballero se liara la uralita a la cabeza. El ridículo no es del Celta, ni de la ciudad de Vigo, es el ridículo de toda la Liga española. LaLiga, como la han rebautizado esta temporada Javier Tebas y sus muchachos.

La imagen de LaLiga, que se autoproclama en vano como la mejor del mundo, es la de una competición bananera, improvisada, sin capacidad de reacción ni cintura alguna para solucionar una adversidad meteorológica.

¿Dónde estaba el plan B? ¿Dónde un estadio alternativo? ¿No había capacidad para solucionar el problema con una cubierta en 36 horas? Vamos, que si esto ocurre en la liga de Nigeria o de Uganda o de Venezuela, no nos extrañaría, pero en LaLiga que Tebas quiere que sea la mejor del mundo no deja de ser un ridículo de proporciones planetarias.

Vale que el alcalde de Vigo barrió para casa. Al Celta le venía de perlas aplazar el partido contra el Real Madrid y tener una semana de descanso para disputar la vuelta de la semifinal de Copa ante el Alavés. La suspensión le salió redonda y a los victorianos les han hecho el avión. Pero no se puede culpar de todo a Abel Caballero. Alguna responsabilidad debe recaer, siquiera sea por una vez, sobre Javier Tebas, porque a él y a LaLiga les corresponde velar porque la competición se juegue cuando toca y no se vea adulterada.

Queremos una Liga competitiva, atractiva, bien organizada, con unos horarios coherentes, no queremos una Liga bananera ni tercermundista. Si LaLiga no espabila, no sólo jamás alcanzaremos a la Premier, sino que nos seguirá superando en organización e infraestructura la Bundesliga y lo mismo nos acaban pasando también hasta el Calcio y la liga francesa. O quizá haya llegado la hora de poner en marcha de una santa vez la Superliga Europea, es decir, la NBA del fútbol.

Javier Tebas, que nunca ha rehuido un charco, debía haber cogido el toro por los cuernos y velar por una competición que aspira a ser la mejor del mundo y, a día de hoy, sólo es la mejor del tercer mundo.

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