Liga Santander: Atlético - Levante

El Levante ya es la pesadilla oficial del Atlético

Gana por segunda temporada consecutiva en el Metropolitano ante un Atlético espantoso

Dani Cárdenas no tuvo que hacer ni una sola parada mientras Oblak evitó dos goles

El resultado compromete muy seriamente la clasificación para la Champions

Nuevo fracaso de Luis Suárez y Joao Félix, que no aportaron nada

Munuera le anuló el gol del empate a Correa a los 95 minutos por falta previa de Giménez

Así queda la clasificación de la Liga Santander tras la derrota del Atlético contra el Levante

Levante Atlético de Madrid
Levante Atlético de Madrid
Tomeu Maura
  • Tomeu Maura
  • Redactor jefe de Deportes en OKBaleares, 40 años en la profesión cumplidos en 2023 tras más de media vida en El Mundo

El Levante es definitivamente la peor pesadilla del Atlético de Madrid. No sólo llegaba al Wanda como colista, sino con el bagaje de ocho derrotas consecutivas a domicilio y ni una sola victoria lejos de Orriols. Ninguna hasta hoy, por supuesto, porque al igual que sucedió la pasada temporada vulneró el estadio rojiblanco y salió de la capital con un resultado que quizás a ellos les sirva de poco, pero que para el Atlético es devastador.

Dentro del extenso catálogo de partidos espantosos de los rojiblancos esta temporada el de hoy está sin duda en el top. El Levante no es sólo el equipo más goleado de Primera División, sino que hay nada menos que 11 tantos de diferencia con respecto al segundo que ha encajado más. Pese a estas estadísticas su portero Dani Cárdenas, que es habitualmente el suplente de Aitor, y que ya salió imbatido del Metropolitano la pasada campaña, no tuvo que hacer ni una sola intervención de riesgo mientras que Oblak evitó dos goles claros. Lo peor de lo peor en un año para olvidar

Receloso de lo que había sucedido en los últimos partidos ante el Levante, Simeone optó por protegerse y prescindió de talento a cambio de fortalecer la sala de máquinas con Koke, Kondogbia y De Paul, adelantando a Correa muy arriba y dejando a Luis Suárez en el banquillo.

No iba desencaminado el entrenador argentino. El Atlético alcanzó los diez primeros minutos de partido sin haber pisado el área adversaria mientras el Levante obligó a Savic a emplearse a fondo para interceptar un pase profundo que hubiera dejado a De Frutos solo ante Oblak. También lo intentó Roger, pero el control se le marchó a las manos del portero rojiblanco. Por el estadio empezó a oírse un run run sospechoso: la grada empezaba a recordar el 0-2 del año pasado.

La primera presencia doméstica se demoró 13 minutos. Reinildo derrochó potencia en un cambio de ritmo por su banda y sirvió al espacio a Lemar, que se vio acorralado y acabó disparando alto. De nuevo volvió a intervenir el francés a los 18 minutos, pero el pase final a Cunha fue demasiado fuerte. Muy poco que ofrecerle al partido ante un Levante que a los 20 minutos disparó por primera vez a puerta en un cabezazo en solitario de Roger a las manos de Oblak.

El remate del delantero valenciano fue defectuoso, pero supuso la espita que encendió la mecha de un partido que hasta entonces estaba dormido. A los 21 minutos Llorente llegó hasta la línea de fondo y le dio a Correa un pase perfecto para cantar el 1-0, pero el argentino no le dio al balón. Mala suerte del Atlético, que además en la jugada siguiente le proporcionó a su enemigo la mejor oportunidad de la tarde en un mal despeje de Giménez que dejó a De Frutos solo ante Oblak, pero el esloveno fue esta vez decisivo y rechazó el disparo del extremo con la pierna evitando lo que parecía un seguro 0-1.

La ocasión levantinista no acabó en gol, pero sembró el pánico en la ya de por sí débil moral rojiblanca. El Atlético cayó en picado en el partido y el balón visitó con frecuencia su área. Reinildo y Giménez se tragaron un doble amago de De Frutos, pero al centro le sobró potencia, y poco después una falta ejecutada por Bardhi también exigió el máximo compromiso defensivo. Al paso por la primera media hora la parroquia colchonera no tenía ni un solo brote verde que llevarse a la boca.

Por fortuna el paisaje cambió en los cinco últimos minutos del primer tiempo. El Atlético volvió a activarse y consiguió sacar el balón de su propio territorio y pisar el campo adversario. Llorente volvió a llegar hasta la línea de fondo sin éxito, pero la primera oportunidad doméstica se demoró hasta el descuento. Cunha peleó con acierto un balón en el área y se lo dejó a Lemar, que disparó muy alto. Fue el acto de despedida de una primera parte desconcertante en la que en líneas generales fue mejor el Levante.

No arrancó de salida el Atlético a su regreso del descanso. El partido se convirtió en una sucesión de imprecisiones que no tardaron en desesperar a Simeone, consciente de la velocidad a la que estaba corriendo el reloj. Sin embargo lo peor estaba aún por llegar. A los 53 minutos De Frutos tomó el balón en la corona del área, y advirtió la presencia a su derecha de Melero, que disparó con toda el alma para batir la resistencia de Oblak y situar en el marcador un 0-1 devastador para los rojiblancos.

Obligado a remar en un río de aguas turbulentas, el Atlético se fue arriba con todo. El VAR anuló por fuera de juego previo un penalty que había señalado Munuera Montero y Correa tiró un par de diagonales que estuvieron a punto de dar fruto, pero de nuevo sacó el Levante las uñas y Oblak volvió a intervenir decisivamnte ante Melero para evitar el 0-2.

Simeone decidió que había llegado el momento de meter toda la carne en el asador. Vrsaljko, Luis Suárez y Joao pisaron el césped en busca de una reacción similar a la de los dos últimos partidos en casa ante Valencia y Getafe, pero esta vez no hubo milagro porque ninguno de los que entraron aportó absolutamente nada. El Atlético acabó el encuentro sin haber sido capaz de crear ni una sola ocasión de gol porque aunque Correa marcó en el minuto 95 el árbitro anuló el gol por falta previa de Giménez, mientras que el Levante defendió el resultado con la mayor de las comodidades. La Champions 22-23 está más en el aire que nunca, y con ella un proyecto que económicamente no será viable.

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