FORMULA 1: GRAN PREMIO DE BRASIL

La FIA se ‘carga’ el Gran Premio de Brasil por miedo a la lluvia

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El virtual safety car sustituye al coche tradicional en algunos momentos de la carrera. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

El Gran Premio de Brasil de Fórmula 1 quedará marcado por ser el de la lluvia extrema y los constantes accidentes, pero sobre todo, el del enfado de pilotos y aficionados presentes en el Circuito de Interlagos, al ver como dirección de carrera sacaba dos banderas rojas cuando las condiciones del circuito, a pesar de la lluvia, permitían correr.

La carrera iba a comenzar con diez minutos de retraso debido a las condiciones meteorológicas y con el safety car en pista, algo que sin duda resta espectáculo al abolir uno de los tramos de mayor emoción como es la salida. Después de siete vueltas, el coche de seguridad se retiraba para dar paso al lanzamiento de una carrera en la que, recordemos, está en juego la lucha por el mundial de pilotos entre Hamilton y Rosberg.

Con la salida de pista de Ericsson, el safety car volvió a hacer acto de presencia, comenzando los primeros gestos de desacuerdo desde la caliente afición brasileña presente en Interlagos. Cuando dirección de carrera ha considerado que todo estaba en orden para continuar, el Mercedes y su sirena se retiraron nuevamente en la segunda reanudación de la ya polémica carrera.

Sin embargo, el accidente de Kimi Raikonnen dio paso a la primera bandera roja en pista, obligando a los pilotos a parar sus monoplazas mientras se limpiaba la pista de los restos del coche del finés. El ambiente estaba enrarecido y se caldeó aún más con la reanudación y posterior parada con una nueva bandera roja, a priori, por las condiciones impracticables del circuito, algo en lo que estaban en desacuerdo pilotos, aficionados y miembros de las escuderías, pero que no cambió la decisión de Charlie Whitting, el director de carrera.

Los gestos de desacuerdo y abucheos comenzaron a ser más sonoros y visibles, pero la precaución de los órganos directores, que se ha visto incrementada en progresión desde el trágico accidente de Jules Bianchi en Suzuka, no hizo más que ejercer de villano de un Gran Premio en el que el espectáculo podría haber recordado al de las grandes carreras de la última década.

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