Gran Premio de Italia

La enésima lección de Fernando Alonso a sus propios mecánicos de Alpine

Alonso
Fernando Alonso rodando en Monza. (AFP)
Guillermo Sáez

No es la primera vez que ha pasado temporada y, en vista de que la relación entre piloto y equipo se acerca poco a poco a su final, posiblemente no sea la última. Fernando Alonso ya levantó la voz de alarma en el Gran Premio de Bélgica, donde denunció «trato fantasma» por parte de Alpine, y en el reciente Gran Premio de Italia volvió a demostrar que está mucho más atento a lo que ocurre en su coche. Eso a más de 300 kilómetros por hora y en plena pelea con los mejores en la zona noble de la Fórmula 1

El piloto español había completado otra buena sesión de clasificación y partía desde la sexta posición en la parrilla de Monza. La defendió en la salida y durante las primeras vueltas aguantó los ataques de sus rivales. Tenía toda la pinta de que iba a mojarle la oreja a su compañero de equipo Esteban Ocon por quinta carrera consecutiva, pero reapareció su peor enemigo, ese que parecía olvidado tras una racha de diez carreras seguidas puntuando: un fallo mecánico.

Después de 24 vueltas de relativa normalidad, Fernando Alonso empezó a notar que algo no funcionaba bien en su coche. Rápidamente acudió a la radio del equipo para saber si sus mecánicos estaban detectando algo entre las numerosas métricas con las que monitorizan el estado del coche en todo momento. «¿Estamos teniendo algún problema con la entrega de energía o esto es normal?», preguntó alarmado.

La respuesta desde el muro de Alpine no se hizo esperar. «Por lo que vemos nosotros parece que todo está bien», le dijeron, una contestación que hizo soltar un elocuente «¡Guau!» al piloto español. Mayúscula sorpresa porque él estaba seguro de que su coche sí arrastraba algún tipo de tara y desde su equipo le decían lo contrario. No hubo que esperar mucho para comprobar que, por desgracia para sí mismo, llevaba razón.

Concretamente ocho vueltas, ese fue el tiempo hasta que Alpine confirmó que los malas sensaciones de su piloto tenían un desencadenante real. «Compañero, tenemos un problema y lo tenemos que mirar. Entra en ‘boxes’ en esta vuelta», escuchó Alonso por los auriculares. Así lo hizo y ya no volvió a salir a pista. Un contratiempo con la presión del agua le obligaba a encajar su tercer abandono de la temporada.

«Llevaba toda la carrera con un problema de energía en el motor, cortaba muy pronto en las rectas y era muy difícil mantener alguna batalla», explicó posteriormente el bicampeón mundial, desvelando que su coche estaba dando problemas ya desde la salida. Ya solo le quedan seis carreras vistiendo el azul de Alpine antes de cambiar al verde de Aston Martin. Será interesante comprobar el trato de sus mecánicos y si recibe un trato adecuado a su estatus. Y si no suman, por lo menos que no resten…

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