Hito del español, que se mete en la final del Masters 1000 de Montecarlo (4-6, 7-6, 6-3)

Davidovich desata la locura ante Dimitrov y se mete en la final de Montecarlo

Alejandro Davidovich Fokina se convirtió en finalista del Masters 1000 de Montecarlo tras derrotar a Grigor Dimitrov en tres sets

Davidovich
Davidovich celebra la victoria. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

El tenis español, con Rafael Nadal lesionado y Carlos Alcaraz eliminado a las primeras de cambio, coloca al primer finalista del Masters 1000 de Montecarlo. Alejandro Davidovich Fokina, malagueño de origen ruso, apenas 22 años y unos bemoles dignos de mención, se clasificó para el encuentro por el título en el Principado, completando una actuación descomunal ante Grigor Dimitrov en la que se vistió de veterano para superar en un auténtico thriller a uno de los clásicos del circuito. El triunfo ante Djokovic no era casualidad y Foki, como él mismo se hace llamar, peleará por uno de los mejores torneos de la ATP el domingo ante Tsitsipas. El sueño sigue vivo.

Todo pasión en su tenis, Davidovich supo templar los nervios en el partido más importante de su carrera deportiva. En juego, el pase a su primera final de Masters 1000 y la presión compartida con un genio venido a menos como Grigor Dimitrov. El búlgaro, pese a su ascendencia en el circuito, en el que nadie duda de su calidad, distaba de gozar del favoritismo de forma consensuada, algo que si le sucediera a Djokovic o a Zverev –en cuartos del pasado Roland Garros– ante Foki. En esta ocasión, el ruso-malagueño debía luchar contra un objetivo real, meterse en la final de Montecarlo.

Día perfecto en el Principado. Sol, casi nada de viento y gradas llenas para ver jugar al guerrero Davidovich contra la resurrección de Dimitrov. Duelo de estilos y un contrapunto para comenzar que marcaría la contienda. Frío como el hielo, Alejandro había diseñado la táctica con su cuerpo técnico y esta se sostenía sobre los intercambios largos y los golpes, uno tras otro y sin precipitación, con dirección al revés de su rival.

Foki elegía restar, tanteaba a la primera y a la segunda, quebraba el servicio de Dimitrov con un break que resultaría clave. Davidovich, como se preveía, mostraba una superioridad física, pero era lo mental lo que le llevaba a acercarse a la final en un primer set en el que no había más breaks. Foki, el tantas veces tildado de loco y temperamental, se apuntaba la primera manga con rostro serio y para nada dubitativo. Un hombre en una misión.

Se esperaba la reacción de Grigor, mucho más acostumbrado a competir en estas instancias, pero su cuesta abajo, frenada en Montecarlo, le otorgaba la presión de hacerse con el triunfo ante un nuevo joven talento emergente. Dimitrov comenzaría rompiendo el saque de Davidovich en un arranque de coraje y pegada con su derecha, pero Foki lo neutralizaba a base de paciencia y una variedad más que meritoria con el revés a dos manos.

Davidovich no puede cerrar

Una vez empatados, la máquina malagueña no quería parar rumbo a la final. Foki no cambió el rostro más que para levantar al público con la celebración de su segundo break consecutivo en la segunda manga, aunque los nervios y los fallos le traicionaron con la posibilidad de cerrar con 5-4 favorable y saque. El partido se marchaba al tie-break y ahí se impuso la experiencia de Dimitrov, más sólido que nunca a la vez que Alejandro se desinflaba, posiblemente fruto de todo lo perdido con anterioridad.

El tercer set decidiría al ganador y Dimitrov llegaba lanzado y aparentemente nada cansado a la decisión. Talentoso como muy pocos en la última década, el revés le empezó a funcionar hasta cerrar winners que levantaron al público, donde si bien se seguía animando a Davidovich, comenzaba a haber una división de opiniones porque el espectáculo, hay que decirlo, llevaba ya minutos a cargo de su rival.

Remontada de crack

El dominio se tradujo al marcador con un primer break y a punto de un segundo. Un cuarto de hora de juego, el tercero, que podía haber sentenciado a Davidovich pero acabaría metiéndole de lleno en el partido, aunque para ello debiera pedir el fisio. Una vez atendido, Foki completaba la machada y quebraba el saque de Dimitrov para volver a empatar a dos juegos en el thriller en el que se había convertido la semifinal.

El despegue de Davidovich había amagado y sido amargado en un segundo set de locos que no melló la moral de un tenista fuerte físicamente y ahora también mentalmente. El malagueño de origen ruso que divierte al circuito y al espectador volvía a romper en el momento clave, mezclando temperamento y calma, la esencia de lo que le dio el primer set y lo que le ha dado un nombre en el tenis mundial. Un nuevo break llegaba al partido, que iba a seguir circulando hasta confirmar la victoria del tenista que derrotó a Djokovic, hizo lo propio con los recientes campeones Fritz y Goffin y ahora tumba a Grigor Dimitrov para sacar billete a la final del Masters 1000 de Montecarlo.

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