SE DEJÓ LA PIEL PARA AYUDAR AL MADRID EN SAN MAMÉS

Currante Bale

Bale
Bale trata de interceptar el chut de Aduriz. (Getty)
Nacho Atanes
  • Nacho Atanes
  • Redactor de deportes y canterano de OKDIARIO. Desde 2016 cubriendo la información de tenis. También baloncesto, fútbol, ciclismo y otros contenidos.

Gareth Bale no tuvo su mejor partido en el nuevo estadio de San Mamés. En términos ofensivos, el ’11’ madridista estuvo desacertado, escorado e incluso en ocasiones desaparecido. Sin embargo, consciente al igual que el resto de sus compañeros de que el encuentro era clave para mantener el liderato, el extremo galés encontró la manera de aportar al Real Madrid y lo hizo desde el esfuerzo y la defensa.

Volvía después de dos partidos sancionado y lo hacía en el once inicial de Zidane. Bale es intocable para el técnico galo y el partido frente al Athletic no admitía especulaciones. Conscientes de que las piernas de Gareth son más rápidas que ninguna para salir rápido a la contra, el Madrid replegó ante la incesante voluntad de atacar de su rival, pero cuando robaba el balón encontraba más a Benzema y a Cristiano que al Expreso de Gales, más retrasado que sus compañeros de la BBC para ayudar en su banda, la derecha de inicio.

Con el paso de los minutos llegaron los goles y también los cambios, y Zidane decidió darle los noventa minutos al jugador menos acertado de los tres de arriba, pero la decisión era coherente. Gareth está bien físicamente y su entrenador quería y necesitaba ayuda efectiva en defensa.

Las piernas de Bale eran las que más podían ayudar a Marcelo en esos momentos y encima, con más hueco, podía conducir la contra del Madrid. Es por eso que Isco, recién entrado, se colocó en los últimos minutos junto a Morata en la punta del 4-4-2 defensivo, mientras que Gareth ocupó la banda izquierda, a la que se había trasladado antes buscando mayor contacto con el balón en ataque.

Bale estuvo desacertado con el balón, pero el esfuerzo no se negocia. Así lo muestran sus constantes carreras y las estadísticas defensivas del partido, en las que el atacante británico estuvo a la altura de los mejores especialistas del partido. A las siete recuperaciones de balón y tres entradas realizadas con éxito –en solo cuatro intentos–, hay que sumar tres despejes efectivos para acabar con el acoso del Athletic, y todo ello sin cometer ninguna falta. Esa fue la tarjeta del crack madridista.

Si no sale en ataque, a defender

En ataque lo intentó. A pesar de estar menos activo que sus compañeros Cristiano y Benzema, trató de sacar su látigo y golpeó en dos ocasiones buscando la meta de Kepa. En la primera se encontró con el guardameta, que repelió en dos tiempos un duro chut del galés que, eso sí, le salió centrado. Ya en la segunda mitad su disparo golpeó en un defensa y marchó a córner.

No era su día de cara a portería, pero Bale no se rindió y consiguió aportar a su equipo en una faceta que no le es desconocida. El que fuera potente y profundo lateral al comienzo de su carrera recicló su función como madridista y recuperó conocimientos del pasado para formar parte de una victoria clave y recordada si dentro de unos meses el Real Madrid levanta su trigésimotercera Liga.

 

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