Un Hermoso pase a octavos

El Atlético estará en la fase final de la Champions, objetivo prioritario para la estabilidad deportiva y económica del club. La pesadilla que se vivió la pasada temporada ha quedado atrás y el equipo encara ahora el último partido de la fase de grupos con la ventaja de que un simple empate en casa ante la Lazio le otorga la primera plaza del grupo y le aleja en octavos de los otros campeones. Su victoria en Holanda, además, pone punto y final a una racha de 20 meses sin un triunfo a domicilio en esta competición. Todo fueron buenas noticias en la noche de De Kyup en la que ni el Feyenoord ni Santi Giménez fueron tan fieros como los pintaban.

Conocedor de la victoria previa de la Lazio, el equipo de Arne Slot entró repleto de adrenalina en el partido y le metió el miedo en el cuerpo al Atlético en dos acciones de Minteh que estuvieron muy cerca del gol, sobre todo la primera, resuelta in extremis por Giménez, que le quitó el balón al gambiano cuando ya se preparaba para ajusticiar a Oblak.

A los rojiblancos les costó salir, pero cuando lo hicieron fueron demoledores. A los 12 minutos Griezmann tocó de primera hacia Morata, que se marchó solo ante el portero con el balón controlado y todo a su favor, pero en el momento de la verdad tiró al muñeco y Bijlow consiguió rechazar el disparo ante la desesperación de Simeone, que no se lo podía creer.

La oportunidad era de aquellas que no se pueden fallar, pero por suerte para los rojiblancos sólo un minuto más tarde botó un córner, el rechace le llegó a Llorente y su centro al área pequeña lo mandó al interior de su propia portería el lateral Geertruida. Un gol surrealista, pero igual de válido que si hubiera sido tras un derechazo a la escuadra.

El 0-1 cambió por completo el partido El Feyenoord se diluyó por completo y durante mucho rato el balón lo acaparó Griezmann, bajo cuya batuta se movió el Atlético a un ritmo tan preciso que su rival sólo pudo perseguir sombras. Morata tuvo el 0-2, pero tampoco esta vez estuvo acertado, y el primer tiempo acabó con un soplo de orgullo holandés, admirable pero insuficiente para crearle peligro a Oblak, que se fue al descanso sin haber sido exigido.

Griezmann marcó el territorio en la segunda parte con un disparo raso que atrapó el portero, mientras que el Feyenoord respondió con una entrada de Santi Giménez, que no llegó a conectar con el balón tras un grave error de Witsel. Los holandeses se lanzaron a tumba abierta, ya con el japonés Ueda en el campo, pero de nuevo el Atlético se encargó de acallar al estadio cuando volvían a aumentar los decibelios. A los 57 minutos un pase de Pablo Barrios, recién salido al campo, lo resolvió Hermoso con una volea tan plástica como imposible. El balón se alojó en la escuadra ante la euforia de todo el equipo, que veía mucho más cerca el objetivo.

El Atlético tuvo varias veces el 0-3 mientras el Feyernoord daba el partido casi por perdido con cambios de suplentes habituales. Sin embargo la noche tenía aún cambios de guion reservados. A los 76 minutos, en un saque de esquina, la defensa se relajó y permitió el remate de cabeza de Wieffer, ante el que Oblak tampoco estuvo demasiado rápido. Los gritos de Simeone llegaron a Amsterdam mientras que en el otro banquillo Arne Slot respondió metiendo en el campo a otro delantero.

El estadio rugió como nunca, esperanzado con la posibilidad de un empate que le venía muy bien para la clasificación, pero a los 81 minutos Nahuel botó una falta y el destino le jugó una mala pasada a Santi Giménez, que metió la cabeza para batir a su propio portero y, ahora sí, dejar definitivamente resuelto el partido.