Trucos de cocina

Ni se te ocurra guardar las uvas de esta manera en el frigorífico: se te estropearán en menos que canta un gallo

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Recreación artística de uvas.
  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

Las uvas son pequeñas, dulces y parecen fáciles de conservar. Sin embargo, basta un pequeño error al guardarlas en casa para que pierdan su frescura mucho antes de lo esperado.

Un mal sitio en el frigorífico, un exceso de humedad o una mala combinación con otros alimentos pueden arruinar su sabor y su textura en pocos días. Además, este fallo es mucho más habitual de lo que solemos pensar.

Cómo evitar que las uvas se estropeen en la nevera: el lugar donde debes guardarlas

La clave para que las uvas no se deterioren rápidamente no está sólo en meterlas en la nevera, sino en elegir bien el lugar exacto donde se guardan. Larrea Las Vegas insisten en que el cajón destinado a frutas y verduras es, con diferencia, el espacio más adecuado.

Este compartimento mantiene una temperatura más estable y un nivel de humedad controlado, dos factores decisivos para que las uvas conserven su firmeza y su jugosidad.

Guardarlas en baldas junto a sobras de comida, salsas o productos abiertos es uno de los errores más habituales. Las uvas tienen una capacidad sorprendente para absorber aromas del entorno.

Si se colocan cerca de alimentos con olores intensos, como quesos curados, cebolla, ajo o embutidos, acabarán impregnándose de esos sabores, aunque por fuera sigan pareciendo en buen estado.

También es fundamental el tipo de envase. Lo más recomendable es mantenerlas sin lavar y en un recipiente que permita la circulación de aire, como una bolsa perforada o un tupper con pequeñas aberturas.

El objetivo es evitar que la humedad se quede atrapada, ya que el ambiente húmedo favorece la aparición de moho y acelera su descomposición.

Consejos para conservar las uvas frescas más días y evitar que se echen a perder

La conservación empieza incluso antes de abrir la puerta del frigorífico. Al llegar a casa, conviene revisar bien el racimo y eliminar cualquier uva que esté blanda, dañada o con signos visibles de moho. Aunque parezca insignificante, una sola pieza en mal estado puede acelerar el deterioro de todas las demás.

Uno de los errores más extendidos es lavarlas nada más comprarlas. Los expertos lo desaconsejan totalmente. El agua retenida entre los granos crea un entorno perfecto para que proliferen hongos. Lo correcto es lavarlas solo justo antes de consumirlas, nunca antes de almacenarlas.

Si el racimo es muy grande, es aconsejable dividirlo en grupos más pequeños. De este modo, se mejora la ventilación entre las uvas y se reduce el riesgo de condensación.

Además, revisar el estado de la fruta cada dos o tres días permite detectar a tiempo cualquier problema y retirar las piezas afectadas antes de que el daño sea mayor.

Para quienes compran uvas en grandes cantidades o quieren aprovecharlas al máximo, existe una opción extra: la congelación. Basta con lavarlas, secarlas perfectamente, distribuirlas separadas sobre una bandeja y congelarlas antes de pasarlas a una bolsa hermética.

Así se conservan durante meses y se convierten en un snack refrescante o en un excelente ingrediente para batidos.

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