El Humilladero de Fuencarral: así es la iglesia más pequeña de Madrid en pleno corazón de la ciudad

Humilladero Fuencarral
La iglesia más pequeña de Madrid (Foto: archivo).
Pilar Medina Rayo

Nuestra cultura se basa en la fe católica. Por ello, y tras la ciudad eterna, Roma, con sus más de 900 iglesias, que la convierten en la número uno a nivel mundial en cuanto a templos católicos, no es extraño que sean las ciudades españolas las que la sigan en el podio. Sevilla, con sus 125 templos, es la número dos y a Madrid le corresponde la medalla de bronce con sus 84 iglesias, que no son pocas.

Sin duda, pasear por Madrid y dedicar un tiempo a conocer esas 84 iglesias sería todo un placer, pero ¿te has preguntado alguna vez cuál de ellas sería la más pequeña de todas? La respuesta la hallamos en la ermita humilladero Virgen de la Soledad «o de la Paloma» o sencillamente el Humilladero de Fuencarral.

Si paseamos por la calle Fuencarral, en su número 44, justo haciendo esquina con Augusto Figueroa, nos encontramos con esta pequeña capilla que, según el catastro, cuenta con apenas 39 metros cuadrados de superficie construida y unos 35 útiles. A pesar de su tamaño, se trata de una gran joya en pleno corazón de Madrid. El edificio data de 1712, resultando asombroso que, en medio de tanta edificación moderna, se haya conservado hasta nuestros días a modo de pequeña cápsula del tiempo.

En su origen se encontraba situado en el extrarradio de la villa. Los humilladeros fueron muy populares en Madrid durante el siglo XVII. Según la RAE, se trata de un «lugar devoto que suele haber a las entradas o salidas de los pueblos y junto a los caminos, con una cruz o imagen», es decir, eran pequeñas capillas donde los caminantes se detenían a rezar, bien a la llegada de su viaje o bien a la hora de emprenderlo. El término humilladero deviene de humillar o postrar, que era el acto realizado por los fieles al inclinarse o arrodillarse humildemente en señal de respeto y devoción.

Humilladero Fuencarral

En el siglo XVI, el norte de Madrid estaba cubierto de bosques. Un siglo después, en el XVII, la ciudad crece, su salida por el norte se ubicó en lo que hoy conocemos como Glorieta de Bilbao, donde se situó la Puerta de la Cerca de Felipe IV. Entre esta puerta y la más antigua de la Red de San Luis que daba salida a los caminos de Fuencarral y Hortaleza, surge la calle Fuencarral.

Como se ha comentado, lo habitual era colocar imágenes sagradas a las que los caminantes se encomendaban. El lugar tradicional de devoción de la calle Fuencarral estaba situado en la calle de Santa María del Arco, actual vía de Augusto Figueroa. La calle recibió el nombre de Santa María del Arco por un lienzo que desde muy antiguo se venía venerando, el de Nuestra Señora de la Soledad, que el marqués de Torrecilla había colocado en una hornacina alumbrada con un farolillo y situada sobre el arco de la puerta que daba acceso a su caballeriza.

La imagen, a la que se le atribuían multitud de milagros, gozaba de una gran muestra de devoción popular, por lo que el marqués de Navahermosa, Francisco de Feloaga y Ponce, mandó construir, en el mismo lugar de adoración, una capilla en honor a la Virgen, con el nombre de Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad, el mismo por el que se le conoce en la actualidad, colocando en su interior el lienzo que motivó la construcción.

En cuanto al edificio, se trata de una construcción muy sencilla de ladrillo visto y sillería. Cubierto por un alero de madera, coronado por una cruz de hierro, donde una gran puerta en forma de arco de medio punto da acceso al pequeño oratorio de forma rectangular. Su portón es de madera con dos ventanales que lucen rejería de principios del siglo XVIII. Actualmente en el
registro del Ayuntamiento figura con el nombre de capilla de Santa María del Arco.

La capilla atesora grandes piezas, entre las que se encuentra el ya citado lienzo de Nuestra Señora de la Soledad, del siglo XVII y autor anónimo, y que, según la información de la propia capilla, no se sabe con certeza si es el primitivo. El Santísimo Cristo del Consuelo, talla anónima de madera policromada y tamaño natural de 1,70 metros de altura, del siglo XVI o XVII y del que Benito Pérez Galdós, en su novela La Fontana de Oro, hace referencia como el Cristo de las Llagas. Una Dolorosa de talla completa de la que se desconoce de qué época data y su autor. Una Divina Pastora de la escuela cordobesa que porta en sus brazos un Niño Jesús, éste de escuela granadina. Y un Niño Jesús de los Remedios, de talla completa, del que también se desconoce en qué época se data y el autor de la misma.

La ermita está encomendada a la iglesia de San Antón, abierta las 24 horas, con el fin de dar consuelo, a cualquier hora del día o de la noche, a todo aquel que lo busque, encontrando su inspiración en las palabras del Papa Francisco: «Una iglesia abierta de día y de noche, un lugar de oración, una casa de acogida, una isla de misericordia, una casa solidaria, un pequeño
hospital de campaña».

A pesar de su abundancia en tiempos pasados, este Humilladero, junto con el de la Virgen rinconera, situado en la casa palacio de Ricardo Agustín, es el último de Madrid, lo que añade un motivo más para acercase a conocer esta encantadora capilla.

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