Madrid

La expresión que usan los madrileños para meterse con otras personas: no se conoce en el resto de España

Expresión que usan los madrileños
Madrid.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En todos los lugares del mundo, el lenguaje evoluciona al ritmo de la sociedad y Madrid no es la excepción. La capital española, conocida por su energía incesante, su diversidad y su identidad castiza, ha dado vida en los últimos años a un término que ha calado especialmente entre los jóvenes: «cayetano». Esta expresión que utilizan los madrileños ha adquirido un fuerte contenido simbólico y social, generando tanto simpatías como rechazos, y reflejando las tensiones de clase y política que existen en una parte de la sociedad.

Lejos de tratarse de una simple moda lingüística, el fenómeno «cayetano”»representa una nueva forma de categorizar, de ironizar e incluso de confrontar posturas sociales en un contexto cada vez más polarizado. Su uso se concentra especialmente en Madrid, lo que contribuye a su valor como expresión regional, incluso identitaria.

¿Conoces esta expresión de los madrileños?

El término «cayetano» surgió como cualquier otro nombre de pila tradicional, con tintes clásicos y asociados, al menos durante buena parte del siglo XX, a familias de clase alta. Sin embargo, en la última década, especialmente tras las protestas en el acomodado barrio de Salamanca durante el confinamiento por la COVID-19, «cayetano» dejó de ser un simple nombre para convertirse en una especie de arquetipo con una fuerte carga simbólica.

Durante aquellas manifestaciones en Núñez de Balboa, cuando algunas familias salieron a protestar golpeando cacerolas desde sus balcones, el contraste entre su estilo de vida y la crisis sanitaria que azotaba al resto del país generó una enorme polémica. Fue entonces cuando en redes sociales comenzó a utilizarse la palabra «cayetano» para referirse, de forma sarcástica, a ese tipo de manifestante: de clase alta, conservador, elegante, con estudios en universidades privadas y con un estilo de vida que muchos consideran elitista y desconectado de la realidad del ciudadano promedio.

La viralización del término no fue accidental. En tiempos donde Twitter (hoy X) sirve de termómetro político y social, la figura del «cayetano» se propagó a un ritmo de vértigo. Tanto fue el impacto que incluso llegó al Congreso, cuando la diputada Cayetana Álvarez de Toledo denunció el uso del término como un ataque clasista promovido desde sectores afines al Gobierno. Su intervención, lejos de frenar el fenómeno, lo alimentó aún más, generando multitud de titulares.

A partir de ese momento, la palabra quedó definitivamente anclada en el imaginario político y social español, aunque con especial fuerza en Madrid. Como ocurre con muchas expresiones nacidas del humor, la crítica o la moda, cabe preguntarse si «cayetano» es sólo una tendencia pasajera o si ha llegado para quedarse. En comunidades como Galicia, Andalucía o Castilla-La Mancha, «ser un cayetano» no tiene un significado claro, y muchas veces es necesario contextualizarlo o explicarlo.

Sin embargo, en Madrid se ha asentado como un término perfectamente comprensible e incluso útil para resumir en una sola palabra toda una serie de actitudes, estéticas y posicionamientos sociales. Su uso puede variar desde el tono burlón entre amigos hasta la crítica mordaz en debates ideológicos. Y esa versatilidad es, precisamente, lo que lo mantiene vivo.

Aunque la Real Academia Española aún no ha reconocido oficialmente el término, no sería de extrañar que en un futuro se plantee su inclusión. No sería la primera vez que una palabra nacida del habla popular, de la ironía o incluso del sarcasmo, acabe recogida en el diccionario. Casos como «mileurista» o «cuñao» demuestran que el lenguaje evoluciona con la sociedad, y que la academia a veces no tiene más remedio que seguirle el ritmo.

Refranes populares en la región

Madrid, con su carácter castizo, su humor directo y su tradición popular, es una ciudad que ha sabido conservar un sinfín de expresiones y refranes que reflejan su forma de ver la vida.

Uno de los más conocidos es «más chulo que un ocho», que hace referencia al tranvía número ocho, el que subía hasta el barrio de Chamberí, donde la gente presumía de estilo y desparpajo. En Madrid, ser chulo no es una ofensa, sino una forma de plantarse ante la vida con orgullo y descaro.

También se dice mucho «tonto de capirote», para referirse a alguien muy torpe, y «ser más castizo que los callos», en alusión al plato típico madrileño. Y no faltan las frases irónicas, como «aquí paz y después gloria», que se usa para zanjar una discusión con humor, o «más perdido que un pulpo en un garaje».

«Más feo que Picio» es otra expresión que usan los madrileños con frecuencia, la cual hace referencia a un personaje real del siglo XIX y se utiliza para hablar con sorna de alguien poco agraciado. También es frecuente escuchar «No hay tu tía», que significa que no hay solución o remedio posible, y aunque su origen es confuso, en Madrid está a la orden del día.

Éstas son frases que los madrileños dicen con naturalidad, muchas veces sin pensar, pero que encierran siglos de costumbres y carácter castizo.

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