Los expertos hablan claro y desvelan si habrá vida en la Tierra después de nosotros
«¿Cuánta vida ha habitado este planeta desde la primera célula? ¿Y cuánta podría existir alguna vez en la Tierra?», plantea Peter Crockford, geólogo y profesor de la Universidad de Carleton. Son dos cuestiones que todos nos hemos planteado alguna vez, ya que cabe la posibilidad de que hace millones de años nuestro planeta estuviera habitado por criaturas salvajes.
Para responder a las mismas, en primer lugar habría que estudiar los componentes vitales para la vida en un planeta como el nuestro. El equipo de científicos, liderado por Crockford, analizaron los medidores de carbono y sus niveles de producción natural, ya que este es el elemento fundamental para la vida primaria, tanto humana como vegetal.
¿Habrá vida en la Tierra después de nosotros?
Esta «producción primaria» absorbe anualmente alrededor de 200.000 millones de toneladas de carbono, utilizando carbón inorgánico presente en el dióxido de carbono atmosférico y el bicarbonato del océano para obtener energía y construir moléculas orgánicas esenciales para la vida.
Este proceso principal, la fotosíntesis crea oxígeno a partir de la luz solar y el agua. Los científicos investigaron cuántas veces ha ocurrido esta producción incluso antes de la presencia humana en el planeta. Para ello, examinaron los depósitos de sal más antiguos para analizar la composición isotópica del oxígeno en forma de sulfatos.
El resultado reveló que alrededor de 100 quintillones de toneladas de carbono han pasado por este proceso a lo largo del tiempo, equivalente a 100 veces la cantidad de carbono en la Tierra. Esta abrumadora cifra proporcionó una estimación de la cantidad de vida que ha existido en la Tierra, aproximadamente entre 10 elevado a la 39 y 10 elevado a la 40 células.
Dentro de unos 2.000 millones de años, las medidas biogeoquímicas que sostienen la vida en la Tierra superarán sus límites, llevando a la pérdida de plantas y, eventualmente, a la evaporación de los océanos. Sin embargo, hasta entonces, proyectando nuestros niveles actuales de productividad primaria hacia adelante, se estima que alrededor de 10 elevado a la 40 células ocuparán la Tierra.
«El Sol desde su nacimiento se ha ido volviendo más brillante a lo largo de los últimos 4.500 millones de años, a medida que en su núcleo el hidrógeno se ha ido convirtiendo en helio. En un futuro muy lejano, dentro de unos 2.000 millones de años, todas las medidas de seguridad biogeoquímicas que mantienen la Tierra habitable superarán sus límites. Primero, las plantas morirán y luego, los océanos hervirán y la Tierra volverá a ser un planeta rocoso en gran medida sin vida, como lo fue en su infancia. Pero, hasta entonces, proyectando hacia delante nuestros niveles actuales de productividad primaria, estimamos que habrá unas 10 elevado a la 40 células ocuparán la Tierra», explica Crockford, según recoge ‘El Confidencial’.
Así erá el fin de la vida en nuestro planeta
A lo largo de la historia, nuestro planeta ha experimentado eventos catastróficos, como impactos de asteroides, erupciones volcánicas y cambios climáticos. Científicos y expertos se esfuerzan por vigilar y evaluar los posibles riesgos asociados con tales fenómenos, aunque recalcan que la probabilidad de que ocurran en un corto periodo de tiempo es baja.
En la inmensidad del tiempo cósmico, nos encontramos con la realidad inevitable de que, algún día, la humanidad y la Tierra enfrentarán su fin. Este destino está vinculado al proceso de transformación del Sol en una gigante roja, un evento que ocurrirá dentro de unos 5.000 millones de años.
Actualmente, el Sol, nuestra estrella, tiene alrededor de 4.500 millones de años y se encuentra en la mitad de su ciclo de vida, que se estima en unos 9.000 a 10.000 millones de años. En ese futuro lejano, el Sol se expandirá hasta convertirse en una gigante roja, aumentando su tamaño hasta por 100 veces su estado actual y alcanzando temperaturas extraordinarias de hasta 5.000 K (4.726 grados Celsius).
Esta transformación llevará al derretimiento y evaporación de planetas cercanos como Venus y Mercurio. La Tierra, a su vez, desaparecerá sin dejar rastro en el vasto universo. Después de aproximadamente 500 millones de años como gigante roja, el Sol entrará en su última etapa, convirtiéndose en una enana blanca.
La enana blanca, una estrella fría y estable, mantendrá su existencia gracias al principio de exclusión entre electrones. Aunque su tamaño será similar al de la Tierra, su densidad será asombrosamente alta, con una pequeña cantidad de su materia que puede pesar hasta cinco toneladas. Este ciclo estelar no solo marca el fin de nuestro Sol, sino también el eventual destino de la Tierra.
Desde la perspectiva de la astronomía, el Sol se define como una estrella de tipo espectral G2 y pertenece a la clase de luminosidad V, siendo así una estrella “G2V”. Esta clasificación indica que el Sol es una estrella enana de color amarillo, compuesta principalmente por Hidrógeno y Helio, y con trazas de elementos más pesados como Hierro, Níquel, Oxígeno, Silicio, Azufre, Magnesio, Carbono, Neón, Calcio y Cromo.
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