Este pueblo madrileño tiene una pequeña parte que pertenece a otra comunidad
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En España hay multitud de pueblos que se conocen por algún rasgo peculiar, como el municipio con el nombre más corto o la localidad a la que solo se puede acceder desde Andorra. Ahora, hay que sumar a la lista este pueblo madrileño que tiene una pequeña parte que pertenece a Castilla y León: Santa María de la Alameda. Ubicado a 70 kilómetros de la capital, a los pies de la sierra de Guadarrama.
Con una extensión total de 35 kilómetros de punta a punta, la localidad se divide en ocho términos: La Estación de Santa María de la Alameda, Robledondo, La Paradilla, Las Herreras, Navalespino, La Hoya, El Pimpollar y Santa María. Una característica notable es que uno de sus enclaves está completamente rodeado por terrenos que pertenecen a la comunidad autónoma de Castilla y León.
Santa María de la Alameda, un peculiar pueblo madrileño
Santa María de la Alameda forma parte del Territorio Histórico «El Escorial: Monasterio, Sitio y Entorno Natural y Cultural», título otorgado como Bien de Interés Cultural por la Comunidad de Madrid. Además, está integrada en el Paraje Pintoresco del Pinar de Abantos y Zona de La Herrería, una área natural protegida establecida en 1961. La localidad alberga la Dehesa de la Cepeda, un enclave único que se sitúa entre las provincias de Segovia y Ávila, siendo el único territorio madrileño en esta situación.
Esta región abarca más de 12 kilómetros de extensión. Aunque está rodeada por las provincias de Ávila y Segovia, desde el punto de vista jurídico, forma parte de la Comunidad Autónoma de Madrid. En la actualidad, esta «isla» madrileña es un territorio despoblado, propiedad de una familia que lo utiliza principalmente para actividades ganaderas. Para visitarla, es necesario solicitar permiso a los propietarios, y el acceso se realiza a través de una pista forestal de tierra.
Historia
Santa María de la Alameda probablemente se originó como un conjunto de aldeas ganaderas a lo largo de la Cañada Real Leonesa Oriental, sirviendo el actual puerto de la Cruz Verde como punto de descanso para los pastores trashumantes. En el siglo XV, es posible que formara parte del señorío de Vela, propietarios de las tierras de Robledo de Chavela.
Durante ese periodo, algunos habitantes podrían haber participado en la guerra de las Comunidades de Castilla, aunque el número de 60 condenados mencionado por algunas fuentes parece exagerado, ya que el censo de 1528 registraba un total de 92 habitantes. Más tarde, se estableció un campamento de canteros para la construcción del Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
Con la división provincial de 1833, se incorporó administrativamente a la Provincia de Madrid. En la mitad del siglo XIX, la población registrada en la localidad era de aproximadamente 560 habitantes.
Hasta la llegada del ferrocarril en 1863, con un puente que cruza el río Cofio en un asombroso paraje, la falta de comunicaciones fue un desafío constante. Actualmente, en las proximidades de la estación, ha surgido el núcleo principal del pueblo y varias urbanizaciones.
El núcleo original de Santa María de la Alameda se sitúa a seis kilómetros al norte del Barrio de La Estación, a una altitud de 350 metros por encima de este. Además, incluye las entidades de La Paradilla, Las Herreras, Navalespino, La Hoya, Robledondo y El Pimpollar.
Patrimonio cultural
El centro urbano de Santa María de la Alameda se distingue por sus calles de trazos irregulares y encantadoras edificaciones, caracterizadas por la arquitectura serrana que incluye muros de piedra y balconadas pintorescas. La plaza de la Constitución, epicentro de la localidad, sirve como punto de partida común para explorar la zona, destacándose en este lugar el imponente Ayuntamiento construido en el siglo XIX.
Frente al Ayuntamiento, se encuentra la iglesia de Nuestra Señora de la Alameda, una construcción del siglo XVI que fusiona estilos gótico y barroco. Elementos notables incluyen el retablo del altar mayor, el ábside de mampostería con contrafuertes de sillería de granito y la bóveda de crucería en la cabecera, auténticas joyas que requirieron restauración después de la Guerra Civil.
Dentro de las obras civiles más destacadas se encuentra la antigua estación, construida en 1863. Aunque conserva el edificio de viajeros y el muelle, la estación ya no está en funcionamiento. La antigua estación construida en 1863, ahora en desuso, conserva únicamente el edificio de viajeros y el muelle.
El Fortín de Las Herreras tiene varios fortines y tres abrigos de pelotón. Uno de los abrigos se conserva bien, con su cubierta perfectamente mimetizada con piedras. Destaca un nido de ametralladoras con una tronera de forma peculiar.
Por otro lado, el Fortín de La Paradilla, de tamaño mediano, cuenta con varias estructuras. Incluye dos fortines, un observatorio con escalera, un parapeto, trincheras y pozos de tirador en buen estado. La característica más notable es una trinchera excavada en el terreno, que se encuentra bien conservada dándole un aspecto de robustez.
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