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Está en Salamanca y es una joya desconocida: el pueblo perfecto para un fin de semana de relax

Pueblo de Salamanca
La Alberca.
Janire Manzanas
  • Janire Manzanas
  • Graduada en Marketing y experta en Marketing Digital. Redactora en OK Diario. Experta en curiosidades, mascotas, consumo y Lotería de Navidad.

En el corazón de la sierra de Francia, en la provincia de Salamanca, se esconde un pueblo que parece detenido en el tiempo. La Alberca, con su trazado medieval, sus casas de piedra y madera, y su profundo respeto por las tradiciones, es uno de esos lugares que no se olvidan. Aunque forma parte de la «Red de pueblos más bonitos de España», aún permanece como una joya oculta para muchos viajeros. Pasear por sus calles empedradas, respirar el aire puro de la sierra, disfrutar de su deliciosa gastronomía y convivir con sus tradiciones es una experiencia que va más allá del turismo convencional.

Lo que hace realmente especial a La Alberca no es sólo su arquitectura, sino su alma. Una de las tradiciones más curiosas del pueblo es la del «marrano de San Antón». Cada año, se suelta un cerdo por las calles y los vecinos lo cuidan durante varios meses, hasta que se sortea en el mes de enero. Es una tradición centenaria que refleja la fuerte unión comunitaria y el profundo simbolismo religioso y cultural de la zona. Además, el calendario está repleto de fiestas populares donde la música, los trajes típicos y los rituales ancestrales son protagonistas.

La Alberca, el pueblo perfecto para una escapada

La Alberca fue el primer municipio español declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1940, y esa distinción no es casual. Su entramado urbano conserva una arquitectura popular única, con casas que combinan piedra, madera y adobe, balcones floridos que cuelgan como postales vivas, y callejuelas estrechas que cuentan historias en cada esquina. Es fácil imaginar cómo era la vida aquí hace siglos; apenas ha cambiado.

Historia

La historia de La Alberca se remonta a la Edad Media, cuando fue repoblada por cristianos tras la Reconquista de estas tierras salmantinas. Su ubicación en la Sierra de Francia la convirtió en un enclave estratégico y de difícil acceso, lo que favoreció la conservación de sus costumbres y estructuras tradicionales. Durante siglos, fue parte de territorios administrados por órdenes religiosas como los Dominicos, quienes tuvieron gran influencia en la vida espiritual y cultural del pueblo.

En los siglos XV y XVI, La Alberca vivió una etapa de esplendor gracias a la ganadería, la apicultura y la producción de embutidos, además de mantener una rica tradición artesanal. Sus habitantes también participaron en movimientos históricos clave, como la resistencia ante incursiones musulmanas y, más adelante, durante la Guerra de la Independencia.

Lugares de interés

Además de su belleza general y encanto rural, cuenta con numerosos lugares de interés que merecen ser descubiertos con calma. Su Plaza Mayor, con soportales de piedra y una cruz central de granito, es el corazón del pueblo. Allí se respira el ambiente tradicional y es punto de partida para explorar sus callejuelas empedradas.

Muy cerca, se encuentra la Iglesia Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, construida entre los siglos XVI y XVIII. En su interior destaca un singular púlpito tallado en granito y detalles barrocos que reflejan la riqueza artística de la zona.

Uno de los lugares más emblemáticos es la Ermita del Cristo del Humilladero, a las afueras del pueblo, donde se guarda una imagen muy venerada por los habitantes. También vale la pena visitar el Museo Etnográfico Casa de Satur Juanela, que ofrece una visión auténtica de la vida tradicional albercana.

El entorno natural es otro gran atractivo. A pocos kilómetros se encuentra el Valle de Las Batuecas, un paraje natural de gran belleza, con rutas de senderismo, pinturas rupestres y el monasterio carmelita escondido entre montañas.

Gastronomía

La gastronomía de La Alberca es uno de sus mayores tesoros, profundamente ligada a la tradición serrana y a los productos locales. Destacan especialmente los embutidos ibéricos, como el jamón, el chorizo y el lomo, elaborados artesanalmente a partir de cerdos criados en libertad en la dehesa. La matanza, que aún se celebra como rito popular, forma parte del calendario cultural y culinario del pueblo.

Platos como el hornazo, el cabrito asado, las patatas meneás con torreznos o el cochifrito reflejan la esencia de la cocina castellana: sabrosa, contundente y basada en productos humildes. También es habitual encontrar guisos tradicionales y sopas de ajo en los restaurntes de la zona.

Para los más golosos, no faltan los dulces típicos como las perronillas, los bollos de chicharrón o las rosquillas caseras, muchos de ellos heredados de antiguas recetas familiares. Comer en La Alberca es saborear la historia y el alma de la Sierra de Francia.

La Alberca se encuentra a unos 75 kilómetros al sur de Salamanca, y se puede llegar fácilmente en coche en poco más de una hora. El trayecto es parte del encanto, ya que atraviesa paisajes rurales y montañosos que anticipan la magia del destino. Aunque se puede visitar en cualquier época del año, el otoño y la primavera son especialmente recomendables por la belleza del entorno natural.

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