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Aunque España es un país que vive principalmente del turismo, existe cierto recelo hacia determinados grupos de turistas, como los madrileños. Durante los meses de julio y agosto, miles de madrileños hacen las maletas para disfrutar de unos días de sol y playa en la costa, especialmente en comunidades autónomas como Andalucía y Galicia. Lo único que buscan es desconectar de la rutina y descansar junto a su familia o amigos, pero a veces se encuentran con la animadversión de los residentes.
Pero, ¿a qué se debe este comportamiento hacia los turistas madrileños en ciertos destinos? Hay quienes critican la prepotencia y arrogancia que tienen con los negocios locales o los habitantes de los lugares en los que veranean, aunque esta percepción no se ajuste a la realidad de todos, ya que muchos madrileños disfrutan de sus vacaciones con respeto y aprecio por la cultura local.
El odio hacia los turistas madrileños
En este contexto, en los últimos años ha surgido un gran debate acerca de si realmente existe un rechazo hacia los turistas madrileños en algunos destinos. Una de las principales cuestiones que se plantean es si se trata simplemente de casos aislados que se magnifican en redes sociales o, por el contrario, es una percepción más extendida.
Uno de los casos más mediáticos tuvo lugar el año pasado en Mera, una localidad de Galicia, cuando los responsables de Puerto Martina Baar, un pequeño local de hostelería, decidieron cerrar durante el puente de agosto debido a la gran afluencia de turistas, especialmente los procedentes de Madrid. El comunicado no dejó indiferente a nadie: «Si cae una bomba en Mera quedan sin tontos en la meseta (…) Estamos cansados de la prepotencia que atesora esta gente y no queremos desvirtuar el proyecto inicial para lo que fue concebido».
El cierre de Puerto Martina Baar puso de manifiesto una tensión latente. Los dueños no sólo criticaron la masificación turística, sino que dirigieron sus quejas en un colectivo: los madrileños. En un comunicado cargado de ironía, acusaban a este tipo de visitantes de desvirtuar el espíritu del negocio y de generar un ambiente que no querían fomentar.
Uno de los que reaccionaron a este mensaje José Manuel Soto, cantante sevillano. En su perfil de X (antes Twitter), calificó la situación de «gilipollez» y aseguró que se trataba de una estrategia deliberada para enfrentar a los ciudadanos: «Esta gilipollez del odio al turista madrileño es un capítulo más de aquello que decía Zapatero de «necesitamos generar tensión», ¿os acordáis?».
Y añade: «quieren vernos enfrentados a hombres con mujeres, a los del campo con los de ciudad, a los de la costa con los del interior. Y sobre todo a los que no compartimos ideología. De eso viven, de enfrentarnos a unos con otros…».
Esta gilipollez del odio al turista madrileño es un capítulo más de aquello q decía Zapatero: “necesitamos generar tensión”, os acordais? Quieren vernos enfrentados a hombres con mujeres, a los del campo con los de ciudad, a los de la costa con los del interior y sobre todo a los…
— Jose Manuel Soto (@JOSEMANUELSOTO1) August 15, 2024
El rechazo a los turistas en España no es nuevo, a pesar de que el turismo es uno de los principales motores económicos del país. En los últimos años, se han producido protestas contra los efectos de la turistificación en destinos como Canarias, Mallorca o Barcelona, como la saturación de servicio, la subida de alquileres o la pérdida de identidad cultural.
Lo que sí es más reciente es la animadversión hacia los turistas madrileños. Lo expertos señalan que este fenómeno puede deberse a varios factores, como el centralismo histórico de Madrid, que a veces ha generado recelos en otra regiones. También influye el efecto estacional, ya que en vacaciones y puentes largos se suelen desplazar en masa hacia los mismos destinos.
¿Realidad o exageración?
Más allá de esta polémica, lo cierto es que la percepción de «prepotencia» de algunos turistas madrileños existe en algunos lugares. Varios hosteleros y vecinos de Galicia, Asturias o Cantabria han contado experiencias de visitantes que llegan con aires de superioridad, comparan continuamente con Madrid o se quejan del estilo de vida local.
Sin embargo, también es cierto que generalizar es injusto. Miles de madrileños disfrutan cada año de las costas gallegas, asturianas, cántabras o andaluzas con respeto y cariño hacia la cultura local. Muchos incluso tienen raíces familiares en estas zonas, al tratarse de destinos tradicionales de veraneo desde hace décadas.
En palabras de un hostelero de Sanxenxo, «el 95% de los madrileños que vienen son encantadores. Pero ese 5% que da problemas hace mucho ruido y deja una mala imagen que luego se extiende a todos». El episodio de Mera, las palabras de José Manuel Soto y la repercusión mediática son un reflejo de la necesidad de gestionar el turismo de manera sostenible y respetuosa.