Muere a los 89 años Fats Domino, el pianista gordo que parió el rock’n’roll en Nueva Orleáns

Fats Domino
El pianista y cantante Fats Domino, en 1967. (Foto: Getty)

Como todos los que se nos mueren en estos últimos años, Fats Domino fue un pionero. La generación que dio a luz la música que ha marcado el siglo XX y, al menos, el inicio del XXI está diciendo adiós. Este miércoles, lo ha hecho el viejo gordo pianista de Nueva Orleáns, a los 89 años.

Como él, todos los que hicieron el pentagrama del rock, el blues y el soul, la santísima trinidad de la que nació —si bien no por ese orden— la banda sonora de la segunda posguerra mundial, de la guerra fría, de los felices 90, de la guerra contra el terrorismo… del mundo que hoy conocemos en definitiva, lograron que el arte de garabatear un pentagrama e interpretarlo subidos a una tarima se convirtiera en la inspiración de una manera de vivir.

A ellos les llegó la suerte del consumo de masas, de la evolución del gramófono, de la eclosión de la radio, de la llegada de la televisión. Y los convirtió, entre bolo y bolo en la evasión y la motivación para millones de jóvenes que dejaron de serlo tras 12 horas diarias deslomándose en la fábrica y unas pocas más mojando la necesidad de descanso en licores.

Se discute quién puede poner en su tarjeta de visita, bajo su nombre de guerra, el cargo de ‘padre del rock’n’roll. Si Chuck Berry —quien también nos dejó este año— o Fats Domino, heredero de los espirituales de plantaciones de algodón e iglesia evangélica que también inspiraron —un estado más allá, en Mississippi— al otro rey de la música negra, Bluesboy BB King.

Lo que es indudable es que el ritmo desenfrenado de este pianista y cantante fue la papilla que alimentó a los que lo siguieron, dando forma a cada uno de los ‘palos’ de la música popular.

Un responsable del organismo forense de la ciudad de Nueva Orleáns, donde residía Domino, confirmó su muerte, que había sido anunciada poco antes por la hija de la leyenda del rock a una cadena de televisión local.

El viejo padre del rock’n’roll ha ido a morir en la misma ciudad en la que nació un 26 de febrero de 1928. Era otro mundo, en el que los negros no eran ni siquiera ciudadanos de segunda y, o limpiaban las casas de los señoritos blancos ellas, o ponían ladrillos ellos. Todos, en cualquier caso, se reunían en covachas de madera al anochecer para menear sus cuerpos al ritmo de quienes sabían soplar hierros o pellizcar cuerdas en la frecuencia de sus almas fatigadas.

Antoine Domino era hijo de violinista y sobrino de trompetista, se alimentó de música en casa y muy pronto —a los seis años— aprendió a pasar el legado familiar por su propia inspiración ante las teclas de un piano.

Suya es la primera grabación considerada como rock’n’roll: el ‘The Fat Man’ de 1949 que publicó Imperial Records, su casa desde entonces y en la que publicó una sucesión de 35 sencillos que fueron todos superventas, mientras llenaba garitos sudorosos, como él, rodeado de los mejores músicos negros del jazz sureño.

A mediados de los 50, uno de esos singles, ‘Ain’t that a Shame’ inauguró otro de los hitos que acompañarían siempre a la música popular: las canciones míticas, los ‘standards’ que todo nuevo solista o combo debe versionar para medir su capacidad. Los mismos Beatles en sus años primigenios como The Quarrymen tiraban de esta pieza para amenizar las fiestas de instituto en Liverpool.

Su carrera como superventas se paró a mediados de los 60, cuando cambió de casa discográfica y la ABC-Paramount no supo evolucionar con los cambios de era: llegaron los hippies, la liberación del amor, luego el rock progresivo, después el heavy, el punk… Domino se convirtió en dinosaurio demasiado joven.

Siguió llenando sus conciertos, y siendo referencia para colaboraciones y dúos. No abandonó su ciudad natal hasta que este 25 de octubre de 2017 ha subido a tocar con Chuck, BB… y el resto de autores de nuestra banda sonora.

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