Iñigo Navarro: “García-Alix refleja muy bien la desolación que dejaron las drogas en los años 80”
Director de la Galería Leandro Navarro. Iñigo Navarro es el comisario de una de las grandes exposiciones de la temporada: Por la calle del cementerio. Una extraordinaria muestra donde el galerista ha enfrentado al pintor José Gutiérrez-Solana con el fotógrafo Alberto García-Alix, Premio Nacional de Fotografía.
Dos artistas separados por decenas de años y técnicas diferentes, uno es pintor y el otro fotógrafo, pero unidos por la predilección que ambos tienen por los ambientes marginales que, a menudo, despojan de dignidad a las personas. “Los dos comparten algo bonito y es la mágica forma que tienen de dignificar a las personas desfavorecidas y de embellecer los temas más sórdidos”, señala Navarro.
Jamás pensé que los vería juntos en una sala. Me gusta, estoy sorprendida, pero tienes razón: Gutiérrez-Solana y García-Alix tienen en común esa predilección por lo marginal y da igual que hayan pasado cien años.
Muchas gracias, me alegra que te guste. Solana, como heredero de Goya, que es el que verdaderamente inicia esa mirada hacia el mundo más dramático, es también heredero de la Generación del 98, un momento que supuso la pérdida de las colonias, la depresión enorme entre los intelectuales y un empobrecimiento de la sociedad que vino a raíz de toda esa pérdida. Esa mirada de Solana hacia lo que se llamó la España negra o la España desfavorecida dejó una estela enorme en artistas que llegan hasta nuestros días y que se han fijado en su obra, en sus personajes.
Tanto Solana como García-Alix comparten algo bonito y es la mágica forma que tienen de dignificar a las personas desfavorecidas. Mira este dibujo de Solana, representa en El comedor de los pobres una escena que hoy, por desgracia, está vigente porque los comedores sociales están llenos de personas que no tienen con qué alimentarse, y que se dibujó en 1917. Es como si su obra jamás traspasara las cortinas del tiempo, aunque retrate la realidad de hace un siglo, pero sin despojar de dignidad a las personas que están sentadas en la mesa esperando un bocado frugal.
Un mundo que fascina a García-Alix, quien toma a Solana como su maestro.
Fíjate, yo cuando tuve el primer encuentro con Alberto, enseguida empezamos a hablar de Solana porque los dos tenemos varias coincidencias en común. El abuelo de Alberto –que era crítico de cine– estuvo con Solana en la misma casa en París durante la Guerra Civil, en la llamada Casa de España, y entablaron una amistad, y, además, apoyó muchísimo a Solana para que expusiera allí sus primeros cuadros. Eso se une a la curiosa casualidad de que mi abuelo, Juan Valero, fue uno de los grandes coleccionistas de la obra de Solana, su mecenas y también quien se ocupó de internacionalizar su obra llevándola a distintos certámenes y colecciones internacionales en aquel momento. Es decir, nuestras familias tenían también ese vínculo generacional de un entusiasmo total por la obra de Solana.
Estéticamente no tenéis nada que ver Alberto y tú, la verdad.
(Reímos) No, no mucho.
Sin embargo, con García-Alix pasa una cosa y es que sorprende que bajo ese velo de motero haya una sensibilidad tan enorme para hacer las fotografías que hace.
Pues he de decirte que Alberto es una persona enormemente cultivada. Tiene una cultura amplísima y siempre habla mucho de su madre, que es historiadora del arte, y su desbordante pasión por el Museo del Prado, al que siempre llevaba a sus hijos. Además, se adivina en su conversación que ha tenido mucha carga de lectura y, por tanto, tiene conocimiento vastísimo de historia, arte, literatura, etc. Es un placer hablar con él.
Y luego, además, Alberto ha sido un hombre de su tiempo que ha sabido captar maravillosamente un momento de la historia de España, sobre todo muy vinculado a la apertura que hubo tan enorme socialmente después de la dictadura de Franco en los años 80. Eso ha quedado reflejado lacónicamente a través de sus fotografías. Sus personajes son muy rotundos porque vivieron momentos verdaderamente de ruptura y de entusiasmo, pero también de desolación porque las drogas pronto aparecieron y dejaron una enorme estela de sufrimiento. Todo eso que se vivió, fue real, y Alberto lo ha reflejado muy bien.
García-Alix dice que alguien puede ser técnicamente muy bueno y no tener buen gusto. Pero, claro, es que él tiene ambas cosas.
Sin duda, las tiene. Es muy refinado, mucho. Su cultura se percibe en sus fotografías, las cuales están cargadas de buen gusto porque, aunque se retraten a prostitutas, actrices porno, desnudos integrales, siempre hay mucho respeto detrás y eso, de alguna forma, embellece la fotografía, a pesar de tratar temas sórdidos.
En tu caso, Iñigo, el contexto cultural en el que has vivido siempre ha sido de un nivel muy alto. Tu abuelo era coleccionista de arte y amigo de Solana, el otro escritor de teatro, tu padre –Leandro Navarro– coleccionista y galerista que departía en casa con Jacinto Benavente. En fin, no está mal.
Todo eso es cierto, sí. Mi padre ha sido un apasionado coleccionista, pero hasta los años 70 no se profesionaliza en el mundo del arte. Desde entonces, esta familia está completamente vinculada a todo este maravilloso mundo del galerista y eso, claro, te da el privilegio de conocer a gente verdaderamente muy interesante. Es una profesión que permite tener un trato muy cercano con el mundo de los artistas, de los coleccionistas, directores de museos, críticos de arte, etc., y eso hace muy estimulante el trabajo. Aprendes mucho de los artistas, su visión siempre va más allá porque es un creador que tiene en su mano la posibilidad de hacer una obra maestra.
Tu empeño, desde siempre, ha sido llevar el realismo español al extranjero, que se conozca, que se coleccione. ¿Cómo va esa misión? Parece que complicada, ¿no es así?
Hay una ausencia grande de arte español en el exterior, tenemos una competencia internacional tremenda, y, además, la legislación española muchas veces es muy restrictiva para que salgan valores de arte moderno. Es decir, si las obras ya tienen más de 50 años, tienen que pasar por un permiso estatal que muchas veces no conceden. Entonces, claro, hay una serie de dificultades que otros países no tienen y pueden internacionalizar correctamente a sus artistas. Estamos pendiente, por ejemplo, de una Ley de Mecenazgo, que es fundamental, y de una Ley nueva de Patrimonio porque la que tenemos es del año 85, obviamente obsoleta. Pero, bueno, esperemos que todo vaya cambiando.
Lo cierto es que para esta galería el realismo ha sido siempre una pasión. Prueba de ello es que todo el grupo de los años 50 y 60 han expuesto aquí, desde Antonio López, Carmen Laffón o Isabel Quintanilla hasta los hermanos López Hernández. La relación ha sido siempre estrecha con este grupo, pero también con las generaciones siguientes, con las que sigo trabajando muy activamente.
Una vez que los artistas fallecen, ¿la relación con sus familias sigue estando viva?
Sí, continúo muy vinculado al legado de los realistas y a sus familiares para poder seguir teniendo obras de ellos. Pero, con respecto a su difusión, que me preguntabas antes, creo que hay mucho por hacer, aunque empezamos a estar muy ilusionados con proyectos institucionales de peso que se han hecho, como la exposición del Museo Thyssen hace unos años sobre el realismo madrileño, así como la fantástica muestra dedicada a Amalia Avia que está ahora mismo en Alcalá 31. Es decir, hay proyectos ya casi continuadamente destinados a sacar estos valores artísticos que, a veces, han quedado relegados o un poco apartados de la política cultural y que ahora yo creo que están emergiendo con fuerza. Por tanto, espero que todo esto tenga a su vez repercusiones internacionales positivas para el realismo español.
En la exposición de Amalia Avia hay obra de esta galería.
Sí, claro, es que con Amalia tuvimos mucha relación. Mi padre la representó mientras estaba dirigiendo la Galería Biosca y antes de abrir la suya propia, ya había conectado con Amalia y habían hecho varias exposiciones. Y de aquello siempre quedó un vínculo afectivo enorme entre la artista y Lucio Muñoz, su marido, y mi familia. Una relación que ahora sigue con sus hijos. Y sí, claro, mi padre en su colección tiene cuadros de Amalia Avia que hemos prestado encantados para la exposición.
El otro día contaba uno de los hijos de Amalia, Rodrigo Muñoz Avia, que su madre lo pasaba muy mal hablando de precios, ventas y dinero. Tanto es así, que su marido decía: “Amalia, no te puedo dejar sola, al final regalas el cuadro”. ¿Por qué este pudor de hablar de dinero de algunos artistas, como el caso de Amalia Avia?
Bueno, en el caso de Amalia yo creo que es algo que está relacionado con su momento generacional como mujer, quizá tenía más pudor por el hecho de llevar una vida más familiar y, por ello, a la hora de mercantilizar su obra tenía más desenvoltura Lucio, que tenía una carrera extraordinaria. Ella pintaba con mucha intimidad, realizaba sus trabajos más hacia adentro, y quizá luego exponerlo fuera, entrar en el mercado, negociar los precios, pues imagino que le costaba más.
Hay casos de otras mujeres que a lo mejor no tuvieron una vida familiar tan intensa como Amalia y se pudieron volcar más en profesionalizarse. Pero ella era una de esas mujeres que pintaban, eran madres de familia, tenían maridos profesionalizados y siempre estaban un poco más a la retaguardia. Así que, no sé, quizá lo último en lo que querían pensar era en poner precios.
Bueno, ella cuenta en sus memorias De puertas adentro que cuando su padre muere, es su hermano mayor el que se hace cargo de todas las finanzas de la casa. Es decir, que tal vez no vayas mal encaminado.
Claro, en la generación de estas mujeres el dinero suele estar en manos de los hombres, ellos eran los que trabajaban fuera de casa. Entonces, cuando se producía el hecho de que estas mismas mujeres desarrollaban una carrera artística tenían ese hándicap de no tener una vida profesional al uso, así que no están cómodas hablando de dinero. Además, Amalia era muy rotunda, decía las cosas con mucha nitidez.
De todas las obras con las que trabajas, transaccionas, expones, etc. ¿Con cuántas te quedarías?
¡Con muchas! Al final el galerista también hace su colección, en mi caso es muy afectiva, son muchas de ellas recuerdos muy valiosos e importantes de mi vida por mis relaciones con artistas. Cuando se produce una venta y te desprendes de un cuadro que verdaderamente te entusiasma, lo mejor es pensar en el siguiente que vas a tener. Esto es una rueda, ahora estoy feliz con la exposición que tengo de García-Alix y Solana, pero pasará y sólo pienso en la siguiente.
Contaba tu padre que un día llegó un señor a la galería y se llevó unos cuadros sin apenas saber nada del artista, que en este caso en Cossío, y le contó que estaba dándose un capricho tras llevarse algunos desengaños con sus hijos. Está claro, cada uno compra por una razón.
Así es, a mi padre le impactó cómo ese hombre se tomó esa licencia como un modo de aliviar su decepción. Las personas que compran arte lo hacen por pasión, por coleccionismo, por ir conociendo a artistas y enriqueciéndose, otros por embellecer su casa porque se acaban de mudar, por inversión y diversificación de su economía. Hay muchas variantes, yo sólo les ayudo a que consigan lo que quieran, ya sea decorar su casa, invertir su dinero o ampliar su colección.
Solana muere muy pronto, con 59 años, pero su obra es muy numerosa.
No amplísima, pero sus cuadros tienen mucha fuerza y rotundidad. Además, su obra está muy bien catalogada, el catálogo razonado es de los años 90 con motivo de una exposición en Conde Duque, que comisarió mi padre. Gracias a este trabajo de catalogación, además, se han evitado falsificaciones históricas que no pertenecían a la mano de Solana.
En esta exposición las cartelas son amplias, algo poco habitual. ¿Es por alguna razón?
Como galería especializada en arte moderno, a nosotros nos gusta mucho explicar muy bien el origen de las cosas, sobre todo con los artistas fallecidos como Solana. Lo normal es poner sólo el nombre, autor, técnica y fecha; pero aquí hay un añadido porque se puede conocer la procedencia, a qué colección pertenecía, si ha estado sin localizar durante algún tiempo, etc. Se trata de un trabajo de investigación de campo que hacemos nosotros, ya que siempre le hemos dado mucho valor a esta información.
El cuadro pequeño de Solana, Máscaras (Murga), estuvo perdido durante la Guerra Civil, ¿cómo aparece luego?
Este es un cuadro con una bonita historia. Lo pinta Solana en París en el año 38, durante la Guerra Civil, y lo cede a una organización que estaba apoyando a los niños huérfanos de la guerra. El cuadro se vende y durante unos años está en paradero desconocido, más tarde aflora al mercado y pasa por distintas colecciones.
Al entrar he visto que hay un dibujo de Solana dedicado a tu abuelo, a veces piensas que las obras son cosa de gente que no ha existido y, sin embargo, están vivos cada vez que se exponen.
Los cuadros tienen vida propia, es cierto. Mi abuelo y Solana tenían una relación excelente, es una dedicatoria muy bonita.
¿Qué disposición tienen los coleccionistas a prestar sus obras para exposiciones?
Por lo general buena, siempre y cuando haya unas garantías establecidas como unos seguros correctos y unas compañías de transportes especializadas. No puedes recoger y tratar las obras de cualquier manera, también es relevante la institución que pida las obras. En este sentido, creo que en España estamos viviendo un momento de alto nivel en las exposiciones temporales que se están haciendo, tanto en Madrid, como en Barcelona, Málaga, Bilbao… y eso también hace que los coleccionistas se vayan acostumbrando a ir prestando las obras porque, además, al final es muy placentero que la obra que tú tienes se vea en un mundo institucional y que la gente la pueda disfrutar. Rara vez te encuentras con personas que no prestan.
¿Cual es la exposición que invitas a ver? Además de la de tu casa, la de la Galería Leandro Navarro, claro está.
Muchas, soy un amante de las exposiciones y disfruto enormemente con ellas. Ahora hay una en Fundación Mapfre de Picasso y Julio González que es de una calidad impresionante. Tiene obras de Julio González que son difícil ver y, por supuesto, Picassos de primer nivel. La de Amalia Avia, que hemos comentado, una que hay en la Casa de México sobre Frida fantástica… El 2023 va a ser un año cultural de mucho disfrute con el aniversario de la muerte de Picasso.
Terminando con Picasso y su aniversario, sabes que está comentándose mucho ahora si debemos revisar la obra del artista teniendo en cuenta también su vida personal. No sé si este binomio persona-artista se puede separar a la hora de hacer una lectura de una trayectoria artística. ¿Qué opinas?
Es que es arriesgado porque al final tenemos que juzgar cómo era Leonardo o cómo era Caravaggio, todos sabemos que ambos tenían vidas conflictivas, pero han pasado a la historia. Yo sinceramente creo que Picasso es la columna vertebral del arte moderno y se ha construido todo a través de él, y está muy bien ahondar en su biografía, siempre y cuando no menoscabe su obra artística. No puedes desvalorizar la obra artística de Picasso porque tuviese relaciones continuadas con mujeres a lo largo de su vida. Creo que es peligroso.
Se puede ser buen artista y mal tipo.
¿Que por su vida pasaron vida muchas mujeres con las que vivió intensamente? Bueno, pues vale, puede ser un dato interesante como conocedor de la biografía de un artista, pero jamás se puede cuestionar su capacidad artística. Creo que debemos ser cuidadosos.