El espectáculo de Iván Ferreiro llena de cosas buenas su casa de Madrid

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Iván Ferreiro, ante el público. (Flickr/El humilde fotero del pánico)

Dice Iván Ferreiro que compone sus canciones cuando está de buen rollo. Atendiendo a la profundidad de sus letras, uno tiende al vértigo al imaginar la hondura de sus depresiones… Y si su último disco, ‘Casa’ (Warner), nace de un abandono cuando el arista trataba de tomarse un año sabático junto a su chica, la intensidad se siente desde la primera reproducción.

Fue sabático hasta de ella, se quedó solo rodeado de amigos. «Estaban todos los que importan», canta el artista de Gondomar en ‘Casa, ahora vivo aquí’, el primer corte de su sexto álbum en solitario. Y este jueves, en Madrid, por fin Ferreiro se reunió con «todos los que importan», llenando la versión ring del Palacio de Deportes –ese recinto que cambia de nombre comercial en estas fechas y uno no sabe cómo nombrar, me disculpen–.

Niños de no más de un metro de estatura y jóvenes de los 90 que peinan calvas como el «compositor, cantante y pianista a tiempo parcial» peina ya canas, se podían contar por unos cuantos miles –no hay cifras, ¿unos 8.000, tal vez?– vibraron con un líder de sí mismo y de la escena que reúne lo indie con lo comercial.

Iván Ferreiro avisó en las redes: «Hoy saldremos a las 21:30 en punto al escenario. No se retrasen!!!» Y es que llevaba varios días contando en su Twitter y en las entrevistas de promoción concedidas la emoción que le embargaba por hacer su «primer concierto a lo grande». Por eso, tanta prisa por salir, y por eso se lanzó a sentir todo lo que dio sobre las tablas y no dejó nada por sentir.

Fue un concierto espídico, en el que el artista más personal de la escena española atacó no menos de tres decenas de canciones, en dos horas y tres cuartos de entrega total, combinando las nuevas melodías con un repaso histórico desde los Piratas que lideró hace 20 años, e incluso la cover del ‘Insurrección’ de El Último de la Fila. Habló poco, ansioso por seguir ofreciendo música, y cuando lo hizo fue para consultarle a la concurrencia si estaba «disfrutando» tanto como él sobre las tablas.

«Por primera vez tenemos pantallas y luces, estoy emocionado», decía los días antes. A todo eso añadía Ferreiro una potente banda de acompañamiento, un sonido poderoso, toneladas de agradecimientos con nombre y apellidos y un repertorio incomparable, lleno de estilos –»cada vez soy más libre, también en las músicas»– que fueron desde la ranchera de ‘S.P.N.B.’ hasta el rock electrónico de ‘Los restos del amor’.

Se podría cerrar esta crónica recurriendo a que el recital de Madrid, ése en el que Iván Ferreiro confirmó –¿de verdad le hacía falta?– su alternativa en Madrid fue un auténtico ‘Espectáculo’. Pero lo cierto es que del Palacio uno salió viendo a un artista exultante ante los preciosos besos que le lanzaban los fans. Si ‘Casa’ es «el disco más Iván», como dice su hermano Amaro, y si Ferreiro ha descubierto que estar en casa «es sentirse bien, feliz y libre», el concierto de este jueves 22 de diciembre en Madrid será siempre, de algún modo parte de su concha del caracol.

Así nos hizo sentir a los que aplaudíamos.

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