Diego Urdiales corta tres orejas y abre la puerta grande de Las Ventas
El torero Diego Urdiales abrió este domingo la Puerta Grande de Las Ventas tras protagonizar una antológica actuación de tres orejas, en una tarde en la que Octavio Chacón arrancó un trofeo de ley al peligroso segundo, mientras que David Mora naufragó tras dejar escapar a uno de los toros de la temporada.
Pero el titular lo acaparó, sin duda, el riojano, que venía de reventar Bilbao tras un año casi en blanco simplemente por el hecho de luchar por su dignidad y no dejarse pisar por un sistema aburrido y cada vez más en entredicho.
Pero, ojo, hoy ha emergido por fin un torerazo en mayúsculas, de esos que ha ido labrando su camino con la verdad por delante, pasito a pasito, sin aburrirse, esperando siempre su momento, el que justo hoy por fin llegó tras 19 años de alternativa.
Y es que no se puede torear mejor, más puro, más clásico, más de verdad. El toreo en su acepción más grandilocuente. Un toque de atención no solo a las empresas, sino también a los supuestos mandamases, esos a los que les ponen la alfombra roja allá donde van, los que se niegan a oír hablar de bombos y rehuyen de cualquier competencia que pueda atentar contra su estado de bienestar.
Pues que se ate los machos más de uno porque Urdiales ha llegado para quedarse. Ahora ya veremos quién es el guapo que decide medirse con él, porque para hacerlo hay que estar, como mínimo, como estuvo hoy el de Arnedo.
Tantos elogios vienen por la faena al cuarto, un gran «fuenteymbro», noble, enclasado y muy templado, aunque al final se viniera un punto abajo. Urdiales lo bordó de principio a fin.
Dos tandas a derechas, muy reunidas, encajadas y asentadas, despertaron los primeros olés, pero fue al natural, enganchándolo por delante para conducirlo por abajo, a cámara lenta y hasta detrás de la cadera, la que hizo crujir la plaza de verdad.
A partir de ese momento la faena no bajó el diapasón, siempre a más y con una emoción inenarrable. La gente vivía aquello puesta ya de pie, desgañitándose con unos «rugidos» que todavía retumban en las galerías de la Monumental madrileña.
Al final llegó el abandono, el compás, la improvisación y el éxtasis general, porque también hay que ensalzar los alardes entre series, algunos de otra época. Si existiera la perfección en el toreo, Urdiales se hubiera acercado a milímetros.
La espada cayó desprendida pero no fue óbice para las dos orejas que el riojano acabó paseando en dos aclamadas vueltas al ruedo y con gritos de ¡torero, torero!. Hacía tiempo que Madrid no se entregaba así. Fue precioso y emocionante. Y es que no hubo ni una discrepancia. Todos de acuerdo. Y es que cuando todo surge de verdad es imposible que aparezca ni un solo detractor.
El propio Urdiales había cortado ya una oreja -esta más en el límite- de su primero, un toro encastado y con mucha trasmisión al que el acabó imponiéndose a base de fe y paciencia, pues, además de lo mucho que exigió el animal, tuvo que lidiar también con el viento, que molestó una barbaridad en ese momento.
Otro que dejó impronta de torero valiente, entregado y muy capaz fue Octavio Chacón, que arrancó un «orejón» al segundo de corrida, un toro con genio, muy violento y, algo aún peor, desarrollando durante la lidia. Pero el de Prado del Rey no se arrugó, todo lo contrario, se jugó la vida a carta cabal en una labor vibrante. No pudo redondear con el rajado quinto.
El peor parado fue David Mora, a la deriva con uno de los toros de la temporada, el tercero, un ejemplar bravo y extraordinario de Fuente Ymbro, el mejor de un interesante envío, un toro que se venía galopando de lejos, humillado, abriéndose entre pases… Y Mora no se salió de un toreo lineal, desajustado y sin alma.
El sexto fue un sobrero de Joselito que, pese a moverse, le faltó clase. Mora volvió a quedarse a mitad de camino de todo. No era su tarde. Y es que cuando la cabeza y los recuerdos te hacen perder el sitio… Mal asunto.
FICHA DEL FESTEJO.- Cinco toros de Fuente Ymbro, bien presentados, aunque con desiguales hechuras. El sexto fue un sobrero de El Tajo.
Diego Urdiales, de azul noche y oro: estocada (oreja tras dos avisos); y estocada desprendida (dos orejas).
Octavio Chacón, de caña y oro: estocada baja (oreja); y pinchazo y casi entera caída y atravesada (ovación).
David Mora, de lila y oro: pinchazo y bajonazo (bronca); y pinchazo hondo y descabello (silencio).
La plaza registró más de tres cuartos de entrada, 17.364 espectadores según la empresa, en tarde fría y de mucho viento.