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Sorprendente descubrimiento científico: astrónomos descubren que Júpiter no es como pensábamos

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Júpiter. Foto: NASA
  • Ana López Vera
  • Máster en Periodismo Deportivo. Pasé por medios como Diario AS y ABC de Sevilla. También colaboré con la Real Federación de Fútbol Andaluza.

El gigante gaseoso Júpiter  ha sido un objeto de fascinación para la ciencia. Durante décadas, se creyó que las nubes que envuelven este planeta estaban compuestas principalmente por cristales de hielo de amoníaco.

Sin embargo, un sorprendente descubrimiento ha sacudido esta noción, revelando una composición mucho más compleja de lo que se pensaba. Este hallazgo, fruto de la colaboración entre astrónomos profesionales y aficionados cambia nuestra comprensión de Júpiter y abre nuevas vías para la exploración espacial y la ciencia.

¿De qué están compuestas las nubes de Júpiter? Esto es lo que descubrieron los expertos

Anteriormente, se asumía que las nubes visibles de Júpiter estaban formadas por cristales de hielo de amoníaco, ya que este compuesto se condensa a altas altitudes en la atmósfera del planeta.

No obstante, observaciones recientes publicadas en el Journal of Geophysical Research: Planets han demostrado que las nubes más reflectantes no se encuentran en estas capas superiores, sino en zonas mucho más profundas y cálidas, donde el amoníaco no puede formar cristales sólidos.

Los datos obtenidos gracias al espectroscopio MUSE del Very Large Telescope (VLT) en Chile, han confirmado que estas nubes están compuestas principalmente de hidrosulfuro de amonio, una mezcla de amoníaco y azufre, junto con partículas fotoquímicas.

La interacción de la radiación ultravioleta del Sol con los gases atmosféricos de Júpiter podría estar generando compuestos adicionales que colorean las nubes con tonalidades rojizas y marrones.

Esta nueva comprensión no sólo contradice las hipótesis previas, sino que también destaca la importancia de los procesos fotoquímicos en la dinámica atmosférica del gigante gaseoso.

El hombre clave en el hallazgo sobre la composición de las nubes de Júpiter

Este descubrimiento no hubiera sido posible sin la participación de un astrónomo aficionado, Steven Hill, quien desarrolló un método para mapear el amoníaco en la atmósfera de Júpiter utilizando telescopios comerciales y filtros de colores especializados.

Este enfoque, sorprendentemente simple y menos costoso que los modelos radiativos empleados por grandes observatorios, demostró que las nubes visibles no podían estar hechas de hielo de amoníaco puro. El trabajo de Hill y su equipo fue luego validado mediante simulaciones por ordenador y observaciones del instrumento MUSE en el VLT.

El profesor Patrick Irwin, de la Universidad de Oxford, expresó su asombro ante la efectividad de este método. Este éxito demuestra el valioso papel de la ciencia ciudadana en la astronomía, permitiendo la participación de aficionados en descubrimientos significativos.

«Estoy asombrado de que un método tan simple pueda revelar tanto sobre las nubes de Júpiter», expresa Irwin en declaraciones recogidas por el medio Muy Interesante.

Este hallazgo tiene implicaciones de largo alcance. Las variaciones en la composición y presión de las nubes están relacionadas con la dinámica interna de Júpiter, como las corrientes de convección y los patrones climáticos globales.

En regiones como la Gran Mancha Roja y los cinturones ecuatoriales, las nubes profundas parecen estar vinculadas a corrientes ascendentes ricas en amoníaco. Aunque existen pequeñas áreas con amoníaco puro, éstas son excepciones en zonas de convección intensa.

Además, el método desarrollado por Hill se ha aplicado a otros gigantes gaseosos, como Saturno, revelando que sus nubes visibles también se encuentran a mayores profundidades de lo esperado. Esto sugiere que procesos fotoquímicos similares a los de Júpiter están presentes en Saturno.

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