Antártida

Impresionante descubrimiento: el ADN de un pulpo revela que el colapso del hielo antártico es «inminente»

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Las investigaciones sobre los cambios en el hielo antártico son esenciales para comprender los posibles impactos del cambio climático en el mar y en los ecosistemas globales. Dicho esto, un reciente estudio científico recurrió a un aliado que nadie se esperaba: el pulpo de Turquet (Pareledone turqueti), un habitante de las heladas aguas antárticas.

Este cefalópodo, conocido por su adaptabilidad al entorno extremo, dio pistas genéticas sobre cómo las plataformas de hielo de la región han cambiado en el pasado. Y esto tiene relevancia porque tales eventos podrían repetirse bajo las actuales condiciones de calentamiento global.

¿Cómo un pulpo podría predecir el colapso del hielo antártico?

Los científicos centraron su atención en el pulpo de Turquet, una especie que habita en las aguas profundas alrededor de la Antártida.

Este animal, que mide alrededor de 15 centímetros sin contar sus brazos y pesa unos 600 gramos, es un modelo único para el estudio de la evolución y el clima pasado debido a sus limitados desplazamientos.

Su distribución genética está marcada por las barreras naturales creadas por las corrientes marinas y las plataformas de hielo. Según Sally Lau, autora principal del estudio y profesora de la Universidad James Cook, «el ADN de este pulpo actúa como un proxy que permite comprender los cambios en la Antártida en el pasado».

Hallazgos claves que arrojó el estudio del pulpo

El estudio completo fue publicado en la revista Science. Estos fueron algunos de los hallazgos más relevantes:

  • Conexiones pasadas: el análisis genético de 96 muestras recolectadas durante 33 años mostró que estas poblaciones de pulpos estuvieron conectadas en períodos históricos de colapso del hielo. Estos eventos ocurrieron durante el Plioceno medio, hace unos 3-3,5 millones de años, y en el Último Interglacial, hace entre 129.000 y 116.000 años.
  • Condiciones climáticas similares: durante el Último Interglacial, las temperaturas globales eran aproximadamente 1,5 °C más altas que los niveles preindustriales, similar a las condiciones actuales. Este paralelismo genera preocupación sobre la estabilidad del hielo antártico en el presente.
  • Evidencia de colapso: los genes del pulpo de Turquet evidencian un desplazamiento entre los mares de Weddell, Amundsen y Ross, lo que solo pudo ocurrir si enormes extensiones de hielo desaparecieron y abrieron pasajes oceánicos.

¿Qué podría ocurrir si se sigue derritiendo el hielo de la Antártida?

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) advirtió que el calentamiento global podría desestabilizar la capa de hielo de la Antártida Occidental (WAIS, por sus siglas en inglés). Si este colapso ocurre, podría contribuir a una subida del nivel del mar de entre 3,3 y 5 metros a largo plazo.

Los hallazgos recientes refuerzan esta posibilidad. El estudio indica que la capa de hielo colapsó en momentos en que la temperatura global era similar a la actual, sugiriendo que el punto de inflexión para su desestabilización podría estar cerca.

En tanto, los científicos también destacan que el derretimiento de los hielos depende de numerosos factores, como los cambios en las corrientes oceánicas y la interacción entre el hielo y la roca subyacente. Estas son agunas preguntas clave:

  • ¿Cuánto tiempo tardará en ocurrir una subida significativa del nivel del mar? ¿Será un proceso gradual o en oleadas rápidas?
  • ¿Existen otros factores, además del calentamiento global, que contribuyan al colapso del hielo?

Estas incertidumbres subrayan la necesidad de más investigación sobre los patrones de calentamiento y enfriamiento en el pasado.

La gran influencia del Océano Austral

El comportamiento del Océano Austral también desempeña un papel fundamental en los cambios del hielo antártico.

Un estudio liderado por el profesor Simon Josey, del Centro Nacional de Oceanografía del Reino Unido, muestra que los inviernos con menor cantidad de hielo marino están asociados con tormentas más intensas y cambios significativos en la estructura oceánica.

Josey explica que «la pérdida masiva de calor del océano hacia la atmósfera está incrementando la densidad del agua superficial a niveles sin precedentes». Esto podría alterar la circulación oceánica global y afectar el flujo de nutrientes y temperaturas en grandes regiones.

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