Científicos españoles buscarán fugas de metano en la Antártida para estudiar su impacto en el clima
Un equipo liderado por IGME-CSIC e ICM-CSIC investigará cómo responden los depósitos de este gas ante el retroceso de los glaciares
Buscar y caracterizar fugas de gas metano en el Océano Austral es la misión que inician hoy 8 de enero un equipo de científicos españoles liderado por el Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).
Este viaje a la Antártida quiere conocer más en profundidad las fugas de metano vinculadas a cómo responden los depósitos de gas metano en estado sólido al retroceso de los glaciares, fenómeno que será investigado en la Península Antártica durante la expedición.
Estas fugas pueden influir en el cambio climático, ya que el metano (CH4) es uno de los principales y más potentes Gases de Efecto Invernadero (GEI) que aceleran el cambio climático. Es un gas de efecto invernadero que genera entre 20 y 40 veces más calentamiento global que el dióxido de carbono (CO₂).
Se calcula que es responsable del 30% del incremento de la temperatura media global desde el inicio de la revolución industrial, siendo el segundo gas que más ha contribuido al cambio climático tras el CO₂.
Metano helado
El proyecto Iceflame, que contará con la participación de 26 personas a bordo del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, recogerá datos del fondo oceánico utilizando sondas sísmicas y muestras de sedimento, a profundidades que van desde los 500 hasta los 4.000 metros.
El objetivo de la misión de los científicos españoles es el de localizar posibles fugas de metano, que se acumuló por última vez de forma masiva en el fondo marino antártico, en forma de metano helado (hidratos de metano) durante el último periodo glaciar, hace 20.000 años.
La existencia de estos depósitos se conoce desde la década de 1990, cuando las potencias internacionales exploraron posibles yacimientos de hidrocarburos en la Antártida.
Retroceso glaciar
Sin embargo, hasta ahora nadie ha estudiado con detalle cómo están reaccionando al retroceso glaciar causado por el calentamiento global. Se sabe que la pérdida de masa de hielo en el continente provoca un levantamiento del suelo.
En la zona marina, una disminución de la profundidad, y, por tanto, una reducción de la presión efectiva sobre el fondo, facilita las fugas de gas. Esto podría afectar la estabilidad del fondo (riesgos geológicos) y tener repercusiones en el clima global. Los hidratos de metano son sólidos cristalinos de aspecto similar al hielo (metano helado).
Se forman a altas presiones y a bajas temperaturas, unas condiciones comunes a más de 300 metros bajo el nivel del mar en zonas polares. Sin embargo, señalan desde Iceflame, estas condiciones los hacen muy vulnerables a los cambios asociados al calentamiento global, que eleva la temperatura del océano y provoca el levantamiento del fondo marino, reduciendo así la presión.
Riesgo de tsunamis
Estos hidratos, además de impactar en el calentamiento global, afectan la estabilidad de los sedimentos marinos, hasta el punto de que puede causar explosiones y grandes deslizamientos del fondo, un riesgo geológico con el potencial de generar tsunamis.
Roger Urgeles (ICM-CSIC) y Ricardo León (IGME-CSIC) ambos geólogos e investigadores principales del proyecto Iceflame, destacan la importancia de su proyecto explicando que «sabemos de los problemas que los hidratos de metano generan en el Ártico, pero nadie los ha investigado en la Antártida como queremos hacerlo ahora».
«Sólo en la zona de la Península Antártica estimamos que hay unas 24 gigatoneladas de carbono acumuladas en los hidratos de metano, lo que equivale a las emisiones de CO₂ de origen humano durante dos años en todo el planeta. Y se desconoce su estado, no sabemos si el metano helado, sólido, se está transformando en gas metano. Esto es lo que queremos averiguar en esta campaña antártica», recalca Urgeles.
Campaña oceanográfica
En concreto, durante 24 días a bordo, y durante las 24 horas del día, los científicos españoles se organizarán en tres turnos, recogerán datos y muestras con unas sondas que permitirán conocer la estructura de los sedimentos del océano antártico hasta a un kilómetro de profundidad.
Se va a investigar cómo estos fluidos migran a través del subsuelo al fondo marino y cuantificar las emisiones a la columna de agua. Otro de los objetivos será el análisis de los microorganismos que se alimentan de este gas, colaborando así positivamente en la reducción de sus emisiones, así como de sus productos metabólicos.
Investigar la estabilidad del metano
El equipo completo de científicos españoles, del que también forman parte Miguel Llorente y Luis Galán del IGME-CSIC, además del personal de ICM-CSIC, tiene previsto embarcar el 12 de enero en el buque Sarmiento de Gamboa, que ya está en la Antártida. Permanecerán a bordo hasta el 8 de febrero.
«Con el Iceflame queremos llenar ese vacío en el conocimiento sobre la interacción entre los sistemas de metano y los cambios ambientales recientes en la Antártida», asegura uno de los geólogos.
«Pretendemos que los resultados del proyecto contribuyan no sólo a la ciencia climática, sino también a la comprensión de los riesgos geológicos y ambientales asociados con unos depósitos que se sabe que existen, pero sobre los que nadie ha investigado su estabilidad», concluye Ricardo León.