Científicos españoles ponen el grito en el cielo: confirman la presencia de antibióticos en aguas subterráneas
La detección sostenida de antibióticos en aguas subterráneas ha despertado desde luego un interés creciente entre instituciones científicas y entidades gestoras del ciclo hidrológico. La combinación de avances analíticos y programas de muestreo más amplios permite describir con mayor detalle qué compuestos aparecen, en qué concentraciones y bajo qué condiciones.
Aunque la presencia de estos residuos no constituye un fenómeno repentino, sí evidencia la necesidad de comprender cómo interactúan con los acuíferos y qué implicaciones tienen para los usos urbanos, agrícolas y ambientales. La persistencia de determinadas moléculas y su transporte reactivo sitúan este problema en una línea de investigación prioritaria.
¿Cómo se confirmó científicamente y cuál es el alcance real de la presencia de antibióticos en aguas subterráneas?
Diversas campañas de muestreo en Europa y otras regiones han confirmado la presencia de antibióticos en aguas subterráneas, incluidas sulfamidas, fluoroquinolonas, tetraciclinas y macrólidos.
Por ejemplo, estudios realizados en Portugal y publicados en la revista Antibiotics detectaron enrofloxacino, ciprofloxacino, norfloxacino, trimetoprim y lincomicina en todos los pozos analizados mediante muestreo pasivo y cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas.
Estos resultados coinciden con revisiones internacionales que describen concentraciones típicas entre nanogramos por litro y valores en el rango de microgramos por litro, variables según la zona y la presión humana o agrícola.
Recordemos que los antibióticos forman parte del conjunto de contaminantes emergentes y plantean un doble desafío: su persistencia ambiental y su contribución a la expansión de resistencias microbianas. Incluso a concentraciones bajas pueden ejercer presión selectiva sobre bacterias, lo que refuerza la relevancia de este fenómeno.
El carácter reactivo del transporte subterráneo añade complejidad, ya que los compuestos pueden adsorberse a sedimentos, degradarse parcialmente o generar metabolitos intermedios con toxicidad variable.
¿Cuáles son los orígenes de los residuos y cómo es su llegada al subsuelo?
La entrada de antibióticos en aguas subterráneas responde a múltiples fuentes. Las aguas residuales urbanas, incluso tras su depuración, contienen trazas de fármacos que pueden infiltrarse aguas abajo de las estaciones de tratamiento.
La aplicación de purines y fertilizantes orgánicos en zonas agrícolas constituye otra vía relevante, especialmente para moléculas de uso veterinario administradas al ganado. A ello se suma la filtración desde suelos expuestos a lodos, efluentes hospitalarios y descargas cuya depuración resulta incompleta.
El transporte hacia los acuíferos depende de la interacción entre ríos y masas subterráneas, de las características hidrogeológicas de cada zona y del régimen de lluvias.
Y a su vez, la estacionalidad también influye: periodos secos pueden concentrar compuestos, mientras que episodios de alta recarga pueden movilizarlos hacia capas más profundas. Este mosaico de situaciones dificulta establecer patrones homogéneos y exige estudios regionales que caractericen cada contexto con precisión.
Limitaciones normativas y la necesidad de controlar la presencia de antibióticos en aguas subterráneas
En el ámbito regulatorio, la Unión Europea ha incorporado algunos antibióticos a listas de vigilancia para impulsar el seguimiento de contaminantes emergentes.
Sin embargo, estas iniciativas se centran principalmente en aguas superficiales y aún no existe un marco exhaustivo que incluya límites claros para las aguas subterráneas. Esta falta de armonización complica la comparación entre estudios, la elaboración de diagnósticos y la adopción de medidas correctoras.
Los expertos plantean que un sistema mixto de control podría ofrecer resultados más consistentes: campañas generales anuales para detectar un amplio espectro de sustancias y muestreos específicos cada pocos meses centrados en antibióticos frecuentes o de mayor interés ecotoxicológico.
Esta estrategia se ha probado en acuíferos del Baix Fluvià, Baix Ter y Onyar, donde se ha observado que la presencia de compuestos varía significativamente según el año, la estación y la intensidad de uso agrícola o urbano.
Investigaciones recientes sobre la contaminación de aguas subterráneas y las soluciones aplicadas
El análisis del comportamiento de antibióticos en aguas subterráneas se ha ampliado con proyectos centrados en tratamientos innovadores. Un estudio del IDAEA-CSIC, el IRTA, Eurecat y varias empresas ha probado un sistema basado en microalgas y biofiltros de corcho y madera para tratar aguas contaminadas con nitratos, pesticidas, antibióticos y genes de resistencia.
Las plantas piloto instaladas en Caldes de Montbui y Nules han demostrado rendimientos destacados, con reducciones de hasta un 98 % en nitratos y más del 90 % en pesticidas y antibióticos, según datos publicados en Chemosphere y Journal of Environmental Management.
El biofiltro ejerce un papel central en la desnitrificación y en la degradación de microcontaminantes. Esta alternativa, menos dependiente de tecnologías convencionales como la ósmosis inversa o el carbón activado, se presenta como una opción viable para zonas rurales o con infraestructuras limitadas.
Además, la biomasa generada durante el proceso puede emplearse en agricultura o en la producción de biogás sin que se hayan detectado acumulaciones de antibióticos ni genes de resistencia.