Los científicos alertan: la pesca intensiva ha modificado el ADN de este animal, y ahora es mucho más pequeño
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Durante décadas, uno de los peces más representativos del mar Báltico fue explotado hasta niveles críticos. A pesar de las restricciones actuales, su población no muestra signos de recuperación. Ahora, un reciente estudio científico basado en el ADN del animal revela que el impacto de la pesca intensiva va mucho más allá de la cantidad: afecta a su estructura genética.
Las consecuencias se extienden más allá del ecosistema marino, planteando dudas sobre la gestión de los recursos pesqueros en el largo plazo.
Así es la especie que redujo su tamaño por la pesca intensiva
Durante buena parte del siglo XX y principios del XXI, el bacalao del Báltico oriental fue objeto de una explotación sistemática. Este pez, que podía superar los 40 kilos y el metro de longitud, ha sufrido una transformación radical.
Hoy, un ejemplar adulto difícilmente supera los 40 centímetros. Pero el cambio no ha sido solo físico: nuevas investigaciones confirman que ha habido una modificación en su ADN como resultado directo de la pesca intensiva.
Un estudio del Centro Helmholtz GEOMAR para la Investigación Oceánica de Kiel (Alemania), publicado en Science Advances, ha documentado por primera vez una evolución genética inducida por la acción humana en una especie marina explotada comercialmente.
Los investigadores analizaron 152 muestras de otolitos recogidos entre 1996 y 2019 en la Cuenca de Bornholm, zona clave de reproducción para esta población.
Los otolitos (estructuras óseas del oído interno de los peces) permiten conocer el crecimiento de los ejemplares a lo largo del tiempo. Su análisis, combinado con técnicas de secuenciación genética de alta resolución, permitió reconstruir la evolución del bacalao en un periodo de fuerte presión pesquera.
¿Cuáles fueron los cambios genéticos observados en el bacalao báltico?
Los resultados muestran una tendencia clara: las variantes genéticas asociadas a un crecimiento rápido y a un mayor tamaño han disminuido de forma significativa. En su lugar, se han favorecido los ejemplares que alcanzan la madurez sexual antes y con menor tamaño corporal.
Esta adaptación fue impulsada por el tipo de selección que genera la pesca intensiva, que sistemáticamente retira del mar a los peces más grandes.
Así, la investigación indica que no se trata simplemente de una cuestión ambiental o de alimentación, sino de un proceso de selección natural inducido por la acción humana.
Consecuencias ecológicas y a largo plazo de la pesca intensiva
Según los autores del estudio, la pérdida de diversidad genética tiene implicaciones profundas. Reduce la capacidad de adaptación de la especie a nuevos entornos o cambios en las condiciones marinas, como el aumento de la temperatura del agua o la disminución del oxígeno.
Algunas consecuencias que es necesario remarcar son las siguientes:
- La recuperación poblacional se ve limitada por la baja diversidad genética.
- El número de crías por ejemplar adulto ha disminuido.
- No se han observado señales de recuperación pese a la prohibición de pesca desde 2019.
- El proceso evolutivo es lento y su reversión podría llevar muchas generaciones, si es que llega a producirse.
Thorsten Reusch, director del área de Ecología Marina en GEOMAR, señala que «la recuperación evolutiva puede llevar muchas generaciones, si es que ocurre». Según los datos más recientes del año 2025, los ejemplares capturados durante las campañas de investigación siguen siendo pequeños, sin cambios visibles en su crecimiento promedio.
El estudio sitúa a la pesca intensiva como un factor de presión evolutiva comparable a los grandes cambios ambientales. En este caso, la reducción del tamaño del bacalao no es una casualidad, sino una respuesta biológica a décadas de extracción selectiva.
«Cuando durante años se eliminan los ejemplares más grandes, los más pequeños y de maduración temprana tienen más probabilidades de reproducirse», afirma la bióloga Kwi Young Han, autora principal del trabajo. Esto ha alterado el equilibrio evolutivo natural, desplazando los rasgos genéticos que antes predominaban en la población.
En palabras de Han: «Lo que observamos es evolución en tiempo real, provocada por la intervención humana». Esta afirmación refleja un cambio de paradigma en el estudio de los recursos marinos: ya no se trata solo de contar peces, sino de entender cómo las actividades humanas transforman su biología.
¿Cómo debería actuar la gestión pesquera ante este panorama?
Uno de los mensajes más relevantes del estudio es la necesidad de incorporar criterios genéticos y evolutivos en las políticas de gestión pesquera.
Hasta ahora, muchas de estas se han basado en modelos económicos y de rendimiento máximo sostenible, sin contemplar las consecuencias a nivel genético.
Por último, estas fueron las recomendaciones derivadas del estudio:
- Incluir análisis genéticos en los programas de seguimiento de especies explotadas.
- Revisar los tamaños mínimos de captura para evitar la selección de ejemplares pequeños.
- Considerar los efectos a largo plazo en la toma de decisiones sobre cuotas de pesca.
- Promover medidas de conservación que mantengan la diversidad genética.
La situación del bacalao del Báltico sirve como advertencia para otras especies sometidas a pesca intensiva. Una vez que los cambios genéticos se establecen, no basta con prohibir la pesca para revertir sus efectos. Las poblaciones pueden quedar atrapadas en un estado de baja productividad y escasa resiliencia.