Ni un ser vivo ni un objeto: los científicos descubren una nueva forma de vida sin ADN y no saben clasificarla
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A veces cometemos el error de creer que los descubrimiento científicos siempre están relacionados con el universo, pero la realidad es que hay un sinfín de detalles que ocurren en la Tierra y en la biología que no entendemos. Uno de los más sorprendentes acaba de ocurrir con el ADN.
Por increíble que parezca, los científicos acaban de publicar un estudio titulado The physiology of the Xenopus laevis ovary, donde describen una estructura biológica que desafía todas las categorías que conocíamos: no tiene ADN.
Para muchos expertos estamos ante una forma de vida completamente nueva en nuestro planeta, ya que no encaja ni como organismo ni como máquina, y no se reproduce de forma convencional.
Xenobots: un ser entre lo vivo y lo muerto y sin ADN
El protagonista del descubrimiento científico ha sido un conjunto de células derivadas de embiones de rana africana (Xenopus laevis). Estas células, agrupadas artificialmente, forman lo que se conoce como xenobots.
Es decir, aunque parezca de ciencia ficción, son pequeños biorrobots capaces de autoensamblarse, absorber energía y reaccionar ante estímulos del entorno.
Lo que desconcierta a la comunidad científica es que, pese a carecer de ADN propio o de capacidad reproductiva, estos xenobots muestran comportamientos similares a los de algunos organismos vivos.
Por supuesto, no tienen órganos y no evolucionan, pero sí son capaces de regenerarse, moverse por sí mismos y modificar el entorno. En condiciones controladas, pueden mantenerse activos durante días sin intervención externa.
Eso ha hecho que los investigadores los describan como una protoforma de vida y no saben cómo clasificarlos. No son seres vivos en sentido estricto, pero tampoco son objetos inertes. Eso hace que algunos biólogos se atrevan a categorizarlo como un nuevo tipo de existencia.
El ser sin ADN que podría dar pistas sobre la vida
Este avance en biología sintética llega en paralelo a otro estudio que teoriza sobre la existencia de un tercer estado biológico. Dicho de otra manera, ciertas células del cuerpo humano, incluso después de la muerte del organismo, pueden reorganizarse y generar funciones básicas de manera autónoma.
Todavía no hemos sido capaces de entender por completo este proceso, pero plantea hipótesis fascinantes sobre cómo pudo surgir la vida en la Tierra primitiva.
Por ejemplo, algunos investigadores creen que estas estructuras podrían reproducirse en entornos extremos como Encélado o Titán, lunas de Saturno con condiciones similares a las de la Tierra hace miles de millones de años.
El descubrimiento de formas funcionales sin ADN ni metabolismo propio podría revolucionar lo que entendemos por vida. Por ello, la comunidad científica ya habla de una frontera entre lo biológico y lo artificial que podría reescribirse en el futuro.
Cómo pueden usar los científicos a los xenobots
Más allá del debate teórico, los xenobots también tienen aplicaciones prácticas. Pueden utilizarse para limpiar, transportar medicamentos o formar parte de materiales autorreparables.
Además, al no tener genoma modificado, se evitan los riesgos asociados a la manipulación genética tradicional.
Sin embargo, también ha abierto un debate moral y legal al que nunca nos habíamos enfrentado. En el terreno de la bioética ya se plantean muchas dudas. No son organismos vivos, pero tampoco una herramienta inerte. ¿Debe regularse su uso?