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En las profundidades del océano Antártico, donde no llega la luz del sol y la presión es enorme, la vida sigue existiendo de maneras sorprendentes y misteriosas. Un equipo internacional a bordo del buque R/V Falkor logró algo increíble: filmar por primera vez a un calamar que hasta ahora sólo se conocía por restos encontrados, pero nunca vivo en su entorno natural.
Este logro, gracias a tecnología avanzada, abre nuevas vías para entender mejor la biodiversidad en las zonas más profundas del océano.
Así fue la primera filmación del calamar gonado antártico
El calamar gonado antártico (Gonatus antarcticus) es una especie descrita hace décadas pero que jamás había sido observada viva. El histórico registro ocurrió el pasado 25 de diciembre de 2024 a más de 2.152 metros de profundidad, en la zona batial del océano Antártico.
La grabación fue posible gracias al despliegue de un vehículo operado a distancia (ROV), que permitió a los investigadores captar imágenes de esta criatura de unos 90 centímetros de largo, teñida de un intenso color rojo sangre, flotando en medio de la oscuridad total.
El vídeo fue enviado posteriormente a Kat Bolstad, directora del Laboratorio de Ecología y Sistemática de Cefalópodos de la Universidad Tecnológica de Auckland (Nueva Zelanda), quien validó la identidad del animal.
«Hasta donde yo sé, ésta es la primera filmación en vivo de este animal en todo el mundo», declaró la científica, en declaraciones recogidas por National Geographic.
Avistamiento único de un calamar en la zona batial tras más de un siglo de incógnitas
Aunque los científicos ya conocían la existencia del Gonatus antarcticus, toda la información previa se había basado en especímenes muertos hallados en redes de arrastre o como restos en estómagos de depredadores marinos.
Verlo en su entorno natural permite ahora comprender mejor su comportamiento, fisiología y estrategias de supervivencia.
El calamar habita en la zona batial, también conocida como la «zona de medianoche», ubicada entre los 1.000 y 4.000 metros bajo el mar. En este ambiente extremo, sin luz solar, la vida se adapta mediante formas de bioluminiscencia y mecanismos defensivos únicos, como explica la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA).
Adaptaciones del calamar gonado antártico para sobrevivir en las profundidades
Durante el breve encuentro con el ROV, el calamar demostró su capacidad de defensa liberando una nube de tinta de tono verdoso, probablemente como reacción al brillo del vehículo intruso.
Aunque el animal desapareció rápidamente en la penumbra, los científicos pudieron estimar su tamaño gracias a la tecnología láser incorporada en el robot submarino.
Uno de los detalles más distintivos observados fueron los grandes ganchos situados en las puntas de sus dos tentáculos principales. Según el profesor Alex Hayward, ecólogo de la Universidad de Exeter, «estos ganchos probablemente sirven para sujetar y dominar a sus presas, en un entorno donde sorprender es esencial para alimentarse».
Este hallazgo refuerza la importancia de seguir explorando los océanos. A pesar de los avances tecnológicos, gran parte del mundo marino profundo sigue siendo un enigma que, como en este caso, aún puede ofrecer descubrimientos capaces de dejar sin palabras incluso a la comunidad científica.