Ni se te ocurra tener así las puertas de casa: hace que las buenas energías se escapen, según el Feng Shui
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El Feng Shui es la práctica milenaria que ayuda a organizar los espacios para que la energía (el chi) fluya de forma armónica. Según esta filosofía china, la ubicación y orientación de muebles, puertas, ventanas e incluso plantas tiene un impacto directo en nuestro bienestar. Lo que está mal colocado, bloquea; lo que está bien, impulsa.
En Feng Shui, nada es casual, cada objeto tiene su sitio, cada forma y cada color su efecto. Y entre todos los elementos del hogar, las puertas se llevan el protagonismo. Porque no sólo dejan pasar a las personas, también canalizan las energías. Y si están mal dispuestas… se escapan.
¿Cómo no hay que tener las puertas según el Feng Shui?
Las puertas alineadas, ya sea entre sí o con una ventana, son un error. Aunque desde el punto de vista arquitectónico pueda parecer simétrico o funcional, desde la mirada del Feng Shui es un fallo enorme.
Esa alineación genera un flujo de energía demasiado directo, que entra y sale sin detenerse. El chi no se queda, se va, y con él, se puede ir también tu concentración, tu descanso, tu estabilidad emocional.
En el dormitorio, esto cobra aún más importancia. Una cama colocada frente a la puerta, o entre dos aberturas (una puerta y una ventana, por ejemplo), rompe la calma. La sensación de vulnerabilidad aumenta. Se duerme peor, cuesta relajarse y uno amanece más cansado de lo que se acostó.
En otras partes de la casa, como el recibidor, hay que evitar que la puerta principal mire directamente hacia otra puerta al fondo, o a una ventana grande. Esta configuración acelera el paso de la energía, impide que se asiente y provoca un efecto de «corriente» energética, como si todo se esfumara sin dejar rastro.
Tampoco es buena idea tener una puerta justo al final de un pasillo largo. En ese caso, la energía se dispara. Lo ideal es que el chi recorra la casa como un río que serpentea: con fluidez.
Qué hacer si ya tienes las puertas alineadas, según el Feng Shui
No todo está perdido si tu casa no cumple con estos criterios, pues el Feng Shui es adaptación y siempre hay soluciones.
Si en el dormitorio la cama está enfrentada a una puerta o ventana y no puedes moverla, prueba a colocar un biombo o una cortina ligera entre ambos puntos. No se trata de bloquear del todo, sino de suavizar el impacto visual y energético.
En zonas comunes, puedes usar alfombras, plantas o muebles bajos para frenar el flujo. Otra opción útil son los espejos, pero claro, nunca frente a la puerta principal. En lugar de atraer, rebotan lo que entra. Lo que se busca es retener, no espantar.
Y sobre todo, asegúrate de que todas las puertas abren bien, no están desgastadas ni se atascan. Una puerta que chirría o roza transmite justo lo contrario a lo que queremos: tensión, bloqueo, desgaste. No es sólo cuestión estética, es una señal de cómo fluye la energía en tu vida.
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