Tradicionales Todos los Santos

Ni huesos de santo ni castañas: éste es el dulce que solo podrás encontrar en Cataluña

Su presencia marca el inicio del otoño y evoca reuniones familiares

Son pequeños dulces de mazapán que se convierten en los grandes protagonistas de la festividad de Todos los Santos

Los panellets tienen su origen en los conventos y monasterios catalanes del siglo XVIII

Ni huesos de santo ni castañas: éste es el dulce que solo podrás encontrar en Cataluña son los panellets

Cuando llega el mes de noviembre, las panaderías y pastelerías se llenan de color, aroma y una textura inconfundible: es el dulce que solo podrás encontrar en Cataluña, los panellets, pequeños dulces de mazapán que se convierten en los grandes protagonistas de la festividad de Todos los Santos. Estos bocados, elaborados principalmente con almendra, azúcar, boniato y piñones, no solo son un placer gastronómico, sino también una parte esencial del patrimonio cultural catalán. Su presencia marca el inicio del otoño y evoca reuniones familiares, meriendas en torno a una mesa y la cálida tradición de compartir lo dulce para honrar la memoria de los que ya no están.

Hablar de panellets es hablar de Cataluña, de su cultura y de su manera de celebrar la vida y la memoria. Más que un postre, los panellets son un legado vivo, una tradición que se transmite de generación en generación y que simboliza el valor de compartir. Aunque su origen se remonta a siglos atrás, los panellets siguen teniendo un papel central en la cultura culinaria catalana. La festividad de Todos los Santos, celebrada el 1 de noviembre, es un momento de recogimiento, pero también de unión. Y los panellets, junto con las castañas asadas y los boniatos al horno, forman parte de la llamada Castañada, una tradición profundamente arraigada que simboliza el vínculo entre generaciones. Más allá de su sabor, estos dulces representan identidad, historia y el placer de conservar costumbres frente al paso del tiempo.

El dulce que solo podrás encontrar en Cataluña

Los panellets tienen su origen en los conventos y monasterios catalanes del siglo XVIII, donde se elaboraban como ofrendas religiosas durante las festividades de difuntos. En aquel tiempo, las monjas preparaban estas pequeñas piezas de mazapán como símbolo de pureza y eternidad, valores asociados a la festividad de Todos los Santos.

Con el paso de los años, la receta se popularizó y pasó a formar parte de los hogares catalanes, especialmente en zonas rurales donde las almendras y los boniatos son ingredientes comunes.

El nombre “panellet” proviene del diminutivo de pa, es decir, “panecillo”, aunque su composición es completamente distinta. Su base es una masa dulce de almendra molida y azúcar, a la que se añade boniato cocido o patata para darle textura. Una vez moldeados, se recubren con piñones, coco rallado, café, cacao o membrillo, según la variedad. Los más tradicionales son, sin duda, los panellets de piñones, que destacan por su aroma tostado y su superficie brillante tras pasar por el horno.

Según la Fundació Institut Català de la Cuina i de la Cultura Gastronòmica, los panellets forman parte del Corpus de la Cuina Catalana, una recopilación oficial de recetas tradicionales que buscan preservar la identidad culinaria del territorio. Esta institución destaca la importancia de estos dulces no solo por su sabor, sino por su valor como testimonio histórico de la gastronomía popular catalana.

Ingredientes sencillos, sabor inconfundible

Lo que hace únicos a los panellets no es la sofisticación de sus ingredientes, sino la calidad y el equilibrio entre ellos. La almendra, base del mazapán, aporta la textura densa y el sabor característico. El azúcar y el boniato equilibran la mezcla con dulzura y suavidad, mientras que el recubrimiento —ya sea de piñones, almendra en láminas, coco o café— ofrece contraste y personalidad.

En los últimos años, la receta tradicional ha dado lugar a una amplia variedad de reinterpretaciones. En muchas pastelerías de Barcelona, Girona o Tarragona se pueden encontrar panellets de sabores contemporáneos, como chocolate negro, frutas rojas, pistacho o limón. Aun así, los más puristas siguen prefiriendo la versión clásica, símbolo de la Castañada.

Durante los días previos al 1 de noviembre, es habitual ver colas en las pastelerías y hornos tradicionales, donde se venden por peso y suelen alcanzar precios elevados, especialmente los elaborados con piñones nacionales. No obstante, cada vez más familias optan por prepararlos en casa, convirtiendo la receta en una actividad intergeneracional donde los niños aprenden la tradición de amasar y dar forma a los panellets junto a padres y abuelos.

Un ejemplo claro de dónde obtener los mejores panellets es la Pastisseria Carrió, que ganó en 2023 la consideración del mejor panellet de piñones artesano de Cataluña en el marco del concurso que organiza el Gremi de Flequers de Barcelona y en 2024, revalidó el Panellet d’Or.

El negocio regentado por los hermanos Carrió, tercera generación tras un obrador, está en plena forma y ebullición. Un ADN que en 2024 les valió la obtención del Solete Repsol 2024 gracias a la intercesión del trío de chefs de Disfrutar, que así describieron su aprecio por el trabajo de los hermanos Carrió.

La Castañada: más que una celebración gastronómica

La festividad de la Castañada tiene raíces paganas y se remonta a antiguos rituales relacionados con el cambio de estación y la cosecha. Tradicionalmente, las familias se reunían para compartir castañas, boniatos asados, vino dulce y panellets, mientras se recordaba a los seres queridos fallecidos. Con el tiempo, la celebración se consolidó como la versión catalana del Día de Todos los Santos, manteniendo un carácter íntimo y familiar.

 

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