Apuñalamientos, agresiones sexuales, robos y pillaje en la Barcelona que Colau quiere sin antidisturbios
Miembros de la Guardia Urbana responsabilizan al ayuntamiento de minimizar los ataques sufridos por las fuerzas policiales
Las estadísticas criminales empeoran sobre todo en las broncas callejeras y los delitos contra la libertad sexual
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La Barcelona de Colau, ciudad sin ley: noche de coches de policía quemados, apuñalamientos y saqueos
El pasado mes de junio el teniente de alcalde del Ayuntamiento de Barcelona en materia de Prevención y Seguridad, Albert Batlle, dijo textualmente: «El objetivo de la Guardia Urbana no es multar, es disolver botellones (…) no daremos la imagen de agentes persiguiendo». Hace solamente unos días, otro teniente de alcalde de la ciudad de Barcelona daba su explicación a los botellones masivos que se estaban viviendo en diversas partes de la ciudad asegurando que «la gente joven no ha podido disfrutar durante casi dos años de la fiesta y ahora tiene ese deseo». Lo que ni uno ni otro han explicado es lo que hay detrás de las reuniones de miles de personas en Barcelona que este pasado fin de semana han culminado en una explosión de violencia sin precedentes. Y lo peor es que la inseguridad en Barcelona va más allá del fin de semana. La estadística de 2021 del Ministerio del Interior no deja en buen lugar a la ciudad gobernada por Ada Colau en materia de seguridad.
Lo sucedido durante el fin de semana en Barcelona en las celebraciones de las fiestas de la Mercè ha dejado imágenes tremendamente preocupantes de violencia callejera nunca vista: coches de la Guardia Urbana destrozados, incendio de vehículos en la vía pública, saqueos de establecimientos y violencia en general, mucha violencia. Las imágenes han llevado a los propios policías a quejarse amargamente a un Ayuntamiento que hace tiempo que viene coqueteando con la idea de hacer desaparecer las unidades antidisturbios de su policía a costa de poner en peligro a sus propios agentes. El sindicato CSIF ha radiografiado lo que ha sucedido en Barcelona en el último fin de semana, y parece mucho más grave que un botellón multitudinario.
Según ellos durante el fin de semana no hubo sólo un enorme botellón, sino que cuantificaron diversas reuniones callejeras de diferente consideración: 25.000 personas en Plaza España, 2.500 en varias playas cercanas a Barcelona, otras 1.300 en el Born, 800 cerca del MACBA además de otros botellones de menores dimensiones en varios puntos de la ciudad. La estimación policial es que no menos de 30.000 personas protagonizaron botellones en la ciudad, pero si al menos sólo se hubieran limitado a beber en la calle. Además del intento de asalto por parte de unas 400 personas a la comisaría de la Guardia Urbana de la ciudad, los agentes han hecho una relación muy preocupante de los delitos cometidos al albur de estos botellones.
Parte de actuaciones violentas
La noche más violenta, la del sábado por la noche, la estadística ya era muy preocupante: 11 personas detenidas entre mayores y menores de edad, una docena de agresiones con heridos por arma blanca sólo en el botellón de la Plaza de España, denuncias por agresiones sexuales, hurtos y robos con violencia, el incendio de dos coches policiales, la quema de parte de un pabellón de la Feria de Barcelona… la lista de incidencias del fin de semana es prácticamente inabarcable.
Sin embargo, la crítica de los guardias urbanos no viene por un fin de semana puntual, sino que aseguran que esto no es más que el síntoma de la gestión policial en la ciudad. CSIF asegura que de un tiempo a esta parte el criterio político impera sobre el policial, que no se refuerzan los turnos para que haya suficiente presencia policial disuasoria y que se siguen menoscabando recursos con iniciativas como la de desmantelar el cuerpo de antidisturbios de la policía barcelonesa, iniciativa defendida directamente por la alcaldesa Colau aunque los últimos acontecimientos la han dejado en punto muerto más por necesidad del servicio que por cambio de argumento político.
Sólo hay una forma de saber cuánto de cierto tienen las sospechas de CSIF sobre la gestión en materia de seguridad del Ayuntamiento de Barcelona y son las estadísticas de criminalidad de la ciudad detallada por el Ministerio del Interior en sus balances. La conclusión tras revisar esos balances es que por población y por tipología de delitos cometidos Barcelona no se percibe exactamente como una ciudad segura. De enero a junio de 2021 los datos barceloneses parecen haber mejorado en su globalidad un 11%, pero cuando uno baja al detalle de los datos la realidad se muestra tan preocupante como parece: han aumentado los homicidios en grado de tentativa, las lesiones y sobre todo las riñas tumultuarias. Preocupa especialmente que haya casi un 45% más de agresiones sexuales, 444, un 58% las violaciones con penetración, 81, y más de un 40% otros delitos contra la libertad sexual, 363. Estos son los tipos de delito que aumentan, otros apenas no varían y lo que sí es cierto que ha bajado y mucho son los hurtos, pero precisamente al tratarse de un delito ausente de violencia no afecta a la percepción de seguridad del barcelonés o del turista.
CSIF exige una investigación interna. Son los patrulleros de la Guardia Urbana de Barcelona los que llevan avisando de un tiempo a esta parte que la violencia crece en su ciudad y que confundir lo que ha pasado en las fiestas de la Merced con una anécdota puede ser un grave error.