Todo lo que mis hijos me han enseñado

Todo lo que mis hijos me han enseñado
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Cuando hablamos de tener hijos, pensamos en que los adultos se encargan de cuidarlos, de protegerlos y de educarlos, de hacer que descubran el mundo que les rodea, de que aprendan de su mano…Sin embargo, aunque todo eso es cierto, no podemos pasar por alto que también los padres aprenden de sus vástagos. Sí, como lo estás leyendo, puede parecer ilógico, pero es así. Por muy bebés que sean sus descendientes, los papás también reciben enseñanzas de los mismos.

Si sigues leyendo quizás puedas darte cuenta de que realmente es así y de que tus hijos te han enseñado muchas cosas que posiblemente no sabías:

1-El amor incondicional

De manera indiscutible, la enseñanza más importante que los padres aprenden de manos de sus pequeños es la existencia del amor incondicional que les une. De ese amor que los adultos desarrollen por sus hijos sin esperar nada a cambio, del que todo lo puede, del que es capaz de superar vergüenzas y barreras, del que se entrega con toda la generosidad del mundo, del que siempre está ahí dispuesto a reconfortar.

Posiblemente estés de acuerdo con eso y es que son muchas las personas que reconocen que en el momento que tuvieron a sus niños en brazos por primera vez dijeron adiós al egoísmo que había regido su vida hasta entonces. Así, dejaron de pensar siempre y en primer lugar en sí mismas, para comenzar a hacerlo en sus pequeños. Lo importante es que estos estén bien, que tengan todos los cuidados que necesitan, que reciban todo el cariño, que crezcan sanos y felices…

2-La importancia de la paciencia

Seguro que también compartes el hecho de que otra de las cosas que los adultos aprenden cuando se convierten en papás es que la paciencia va a tener que reinar en sus vidas y tiene que estar presente continuamente en el día a día. Y es que es la única manera de poder hacerle frente a las pataletas de los pequeños, a las peticiones constantes de atención del bebé, al tiempo que puede tardar en tomar el pecho, a que se despierte muchas veces durante la noche, a que quiera saber el porqué de todo lo que le rodea, a que comience a tomar alimentos que no le gustan…

3-Los pequeños placeres de la vida

En el momento que un bebé llega el hogar y que este y sus necesidades se convierten en los motores de la vida de los adultos, lo que sucede es que estos dejan de poder hacer determinadas cosas que llevaban a cabo antes y a las que no les daban valor. Nos estamos refiriendo a cuestiones tan sencillas como levantarse tarde una mañana de domingo, darse un baño relajante con música ambiental y una copita de vino, pasar la tarde en el sofá viendo películas en televisión, leer un buen libro, salir a dar un paseo con los amigos…

Y es que, por regla general, todo eso se acaba cuando se tiene un hijo. De ahí que los adultos empiecen a darle el valor real que merecen a todos los citados pequeños placeres de la vida y otros muchos más. Son cosas “insignificantes” pero que reconfortan, permiten desconectar, aportan paz, generan momentos de felicidad…

4-Lo verdaderamente importante son las cosas no materiales

Muy en relación con algunos de los puntos anteriores se encuentra este otro, que viene a exponer que una de las cosas que los hijos enseñan a sus padres es que lo realmente importante de la vida no son las cosas materiales que se tienen sino lo que no es tangible. Es decir, no hay nada más valioso que el cariño y el amor de los seres queridos, que el sentirse respaldado, que el saber que un abrazo o un beso son el mejor premio que se puede tener, que saber que un momento de juego en familia no tiene precio, que la mejor de las sonrisas es la que se consigue con alguna ocurrencia de los menores…

5-Nunca hay que avergonzarse de mostrar los sentimientos

Hay muchas personas que reconocen que no son demasiado expresivas a la hora de mostrar sus sentimientos, por pudor, porque consideran que no es necesario decir lo que se siente, porque creen que reflejar lo que sienten es muestra de debilidad…Sin embargo, numerosas de esas reconocen que todo eso cambia cuando tienen un hijo. Y es que al tenerlo en brazos aprenden que no hay nada más bonito que decirle lo que le quieren, abrazarle, besarle…Y eso sin contar que lo que más felices les hace es recibir como “recompensa” un “te quiero” de sus hijos, una sonrisa, un beso, una mano sobre su mano…

Si tienes hijos, ¿ya has aprendido todo eso o consideras que, además de lo indicado, también has conseguido descubrir muchas más cosas? Cuéntanos.

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