La mala educación campa a sus anchas en los buses de la EMT

Soy usuario del servicio de autobús de la EMT de Palma desde hace seis meses. Un servicio que es gratuito desde que en enero de 2023 lo impuso Pedro Sánchez prometiendo que sufragaría el coste aunque a la hora de la verdad ha convertido la EMT en un agujero sin fondo.
La gratuidad provocó y provoca un efecto llamada hacia las paradas que hace que los buses vayan abarrotados más horas del día y que en el interior confluya un maremágnum de costumbres y culturas. Alta concentración de personal en un espacio reducido que pone a prueba la educación y el respeto que le han enseñado a cada uno.
Desde la observación diaria (4 buses al día de lunes a viernes), no es muy complicado concluir que no valoramos ni respetamos aquello que nos dan gratis. Cuanto más caro, más lo respetamos. Un fenómeno a estudiar, que se da en cualquier circunstancia de la vida y que ofrece muchos ejemplos en un autobús.
La mala educación y la falta de respeto campan a sus anchas en los buses de la EMT. Parece ser que a nadie le educaron con la premisa de que hay que guardar orden de llegada allá donde vayas. Esperas unos minutos la llegada del bus y cuando éste se acerca empiezan los apretones, los empujones y los codazos en plena calle de los que han llegado a la espera después de ti.
Al acceder al vehículo público, la mitad no tiene la tarjeta preparada en la mano. Hay que abrir el bolso, coger la cartera, identificar la tarjeta, sacarla y pasarla por el escáner. Todo esto hace retrasar el servicio y aumentar la espera de los pasajeros.
Ya en el interior, he llegado a identificar a la hermana de una señora peruana con la que la señora hablaba en videollamada a todo volumen. Me conozco la playlist de muchos jóvenes estudiantes que por lo visto no tienen auriculares que ponerse. El trayecto de vuelta de Son Espases es el momento en el que el paciente comunica a sus familiares a grito pelado el resultado de las pruebas que le acaban de dar. Por lo visto no se puede esperar a llegar a casa.
Todo, una delicia. Menos mal que más o menos se respetan los espacios reservados a las personas mayores aunque cada día son más los que hacen trampas para acceder al espacio reservado para cochecitos de bebé.
Otra cosa son los que llevan la mochila a la espalda con el bus lleno sin caer en la cuenta de que en esa posición ocupan el espacio de dos. Si la cogen con la mano, entra más gente en el bus. También están los que suben para una sola parada, como explica la noticia publicada este sábado en OKBALEARES.
Lo de la mezcla de culturas va porque, además de todo lo explicado, los hay que se comen un plátano y dejan la piel sobre el asiento o directamente en el suelo. Ahí se mezcla con las cáscaras de las pipas que se han comido anteriormente. Imagino que debe ser algo cultural (no por país de procedencia, sino por la cultura que traen de casa). Si además el/la que se da un atracón de pipas o se come una manzana lo hace con los pies sobre el asiento de enfrente, ya tenemos otro retrato de la falta de respeto por lo que te están dando gratis.
Todo esto es lo que ha traído la gratuidad del bus en Palma. Yo tengo (o espero tener) la suerte de pagar por el servicio cuando acabe la gratuidad en enero. Muchos sin coche tendrán que buscar cómo desplazarse o desplazarse lo estrictamente necesario. Deseo que tengan suerte. El Ayuntamiento de Palma, la EMT y el chófer lo están deseando.
Está claro que no valoramos las cosas cuando no tienen precio. Para hacérselo mirar.
En otra ocasión podemos traer a las Crónicas del bus el tema de los olores. Es muy importante salir duchado de casa. Es higiene y es respeto si te vas a meter en un espacio cerrado con más personas.
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