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‘Llucmajor era sabatera’ conmemora la esplendorosa industria del calzado en el municipio

La archivera Maria Nieto y el bibliotecario Joan Ramis son los artífices de la exposición

Abierta al público hasta el próximo abril, se puede visitar de forma gratuita en el Claustro de San Buenaventura

En 1954, Llucmajor llegó a contar con 48 fábricas y talleres dedicados a la actividad zapatera

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Llucmajor Sabatera
Trabajadoras en una fábrica de zapatos de Llucmajor a principios del siglo XX.

La archivera Maria Nieto y el bibliotecario Joan Ramis han sido los artífices de la exposición Llucmajor era sabatera, una muestra que recuerda la esplendorosa industria del calzado en este municipio del Migjorn de Mallorca, que en su día contó con 48 fábricas y talleres dedicados a esta actividad.

Se trata de una iniciativa que puso en marcha la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Llucmajor y que desde el pasado mes de octubre hasta el próximo abril se puede visitar de forma gratuita en el Claustro de San Buenaventura.

Asimismo, el proyecto contó con la aprobación de la comisión científica de las Jornadas de Estudios Locales 2022, siendo el tema de la ponencia inaugural de las mismas. A fin de conseguir el material más adecuado posible para la muestra, se hizo una demanda a los ciudadanos por redes para recoger testimonios y objetos sobre este pasado industrial.

Explica Joan, encargado de la biblioteca municipal de Llucmajor, que el trabajo de recopilación y documentación fue arduo, pero inmensamente gratificante. «Poder rememorar el motor económico del calzado de nuestro municipio ha sido muy especial. Nos hemos sentido abrumados con la participación de la gente. Ha sido masiva y todos nos han aportado su granito: imágenes, objetos, maquinarias…».

Llucmajor Sabatera
El bibliotecario Joan Ramis y la archivera Maria Nieto, artífices de la exposición.

Aunque lo más fascinante del proceso de creación fue, según detalla Joan, escuchar los testimonios de las personas que vivieron aquella época. «Todos la recuerdan como un momento feliz en sus vidas. Se sentían importantes en las fábricas y los talleres, amaban profundamente su oficio», cuenta Joan.

«Lo que comenzó con 25 zapateros y pequeñas fábricas, se convirtió en más de 200 fabricantes. A principios del siglo XX, Llucmajor ya contaba con las primeras fábricas semimecanizadas», relata Maria. En este sentido, la responsable del archivo municipal sostiene que los primeros calzados diseñados eran principalmente botas de hombre, si bien más adelante se fabricaron zapatos de mujer y niño.

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Hombres y niños posando tras una jornada de trabajo en la industria del calzado de Llucmajor.

«Pronto se empezaron a exportar. Se enviaban zapatos a Barcelona, ​​pero también a Cuba, Puerto Rico y Filipinas», afirma Maria. El negocio floreció hasta que la Guerra de Cuba y la independencia de Puerto Rico y Filipinas acabaron con esta etapa. Desde entonces, un nuevo mercado se abrió en Francia entre 1910 y 1925 , porque «el ejército francés también encargó zapatos y botas para sus soldados en el municipio de Llucmajor durante la Primera Guerra Mundial», prosigue.

Simultáneamente al apogeo de la industria del calzado en Llucmajor, surgió un movimiento sindical cada vez más seguro de sí mismo, que convocó la primera huelga en 1929, exigiendo una jornada laboral de ocho horas en lugar de las ocho horas y media pactadas anteriormente. «Los huelguistas prevalecieron, pero se perturbó la convivencia pacífica. Las grandes fábricas prohibieron a los empleados dejar de trabajar para fumar un cigarrillo, lo que desencadenó la huelga de fumadores», explica Joan.

Como resultado, los trabajadores que fueron despedidos formaron la primera cooperativa, llamada La Hormiga  y fundaron su propia fábrica de calzado. «Desgraciadamente, esto duró poco. El régimen franquista se había instalado y sus militares asumieron el control de la producción tras disolver violentamente la cooperativa. Hasta 1952, la fabricación de botas para soldados se disparó de manera exponencial», manifiesta Maria.

A pesar de todas las convulsiones, la industria del calzado en Llucmajor se había vuelto cada vez más especializada. «Se fabricaban desde zapatos de mujer de alta calidad-de salón y sandalias-, hasta diseños sofisticados para caballeros. Carmen Polo, la esposa del caudillo Francisco Franco, portó zapatos hechos en Llucmajor. También la familia del expresidente de los Estados Unidos Ronald Reagan», cuenta Joan.

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La variedad de calzado que se fabricaba en Llucmajor.

No en vano, la llegada del turismo y su portentoso potencial de ingresos acabó con el esplendoroso sector del calzado en Llucmajor. «En el turismo se cobraba más y el trabajo era más individual y sencillo. Además, las pequeñas empresas de calzado, al no poder renovarse, ya no eran competitivas a nivel internacional», sostiene Joan.

La última gran fábrica de calzado de Llucmajor cerró finalmente sus puertas en 2006, y tan solo unos pocos edificios de la fábrica que aún están en ruinas y el monumento al zapatero dan testimonio de este apogeo. Todas las fábricas registradas en 1954 están marcadas en un mapa de la ciudad , complementado con fotos de edificios aún existentes, hoy con diferentes usos.

Finalmente, el Ayuntamiento de Llucmajor promovió dicha exposición temporal a través de un documental llamado Llucmajor SabatEra. En este se recogen algunas voces de empresarios, trabajadores y conocedores del panorama zapatero del municipio del Migjorn de Mallorca. 

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