Honores a la Virgen en Pollença

El domingo vivimos un día histórico en Pollença, que cerraba 15 días de celebraciones excepcionales en las que la fe en la Virgen y la fiesta para celebrarla se unieron una vez más de manera excepcional. Hablarles de la gran fiesta que ha vivido mi pueblo y todo lo que ello significa supone el mayor de los honores, porque donde hay Pollença hay belleza.
Después de 27 años de la última visita de la imagen de la Virgen del Puig de Pollença a sus parroquias, se ha vuelto a producir con ocasión de la celebración del Año Jubilar de la Esperanza. Desde las parroquias de Pollença y del Puerto de Pollença, a través de la Obrería del Puig y un nutrido grupo de voluntarios, se ha organizado la bajada de la Virgen. La Obrería, presidida por Joan Ferriol y ayudados por un nutrido grupo de voluntarios, son los que habitualmente se encargan del Puig y su mantenimiento.
El Puig es una montaña en forma de pan de higo que escolta el pueblo resguardándolo de todos los males. La imagen protectora sobre la que reina fue encontrada en el siglo XIV y la tradición marca que sólo baje cada 50 años, de ahí que este año jubilar haya supuesto un regalo para los que sólo habíamos tenido ocasión de recibirla una vez en la vida.
El primer acto fue la llegada de la Virgen al pueblo de Pollença, que tuvo lugar el día 26 de abril, con la participación de la banda de música municipal, colles de xeremiers, las agrupaciones folclóricas del pueblo, los gigantes, las danzas de los Cavallets y las Àguiles, los Canoners de la Patrona, los alumnos del colegio de Montesión y la Fundación Rotger Villalonga. El acto fue conducido por el párroco Mn. Francesc Vicens y tuvo la participación del alcalde, el Sr. Martí March, así como demás autoridades locales.
Después de la procesión, que la llevó a la parroquia, momento en que diferentes grupos de voluntarios coordinados por Josep Cerdà y Mateu Vallori pudieron portar la sagrada imagen, se realizó la ofrenda floral. Cerca de un millar de personas tomó parte en dicho evento, con todas las manifestaciones culturales, hablo de tradiciones serias que marcan nuestro paso por la vida reunidas para honrar a la madre. ¡Qué belleza!
Del 10 al 25 de mayo se desplazó hasta el núcleo del Puerto de Pollença, haciendo una breve parada en Cala Sant Vicenç. En el Puerto fue recibida por locales y visitantes y tuvo la oportunidad de surcar las aguas de la bahía a bordo de la barca del patrón mayor de la Cofradía de pescadores, Joan Suau, acompañados de la barca Pollensa del aeródromo militar del Puerto, que ejerció de barca capitana, los demás miembros de la cofradía de pescadores, las golondrinas y cuanta barca de recreo quiso acompañarla.
A su regreso a Pollença se realizó una comitiva festiva que recorrió muchas de las calles del pueblo portada por todo aquel que quiso llevarla. Y el 8 de junio ha regresado al santuario a hombros de los devotos que la han acompañado, no sin antes hacer una breve parada para despedirse de los usuarios de la Residencia de mayores.
Durante las semanas que ha estado entre los pollencins, se han realizado actividades en compañía suya: primeras comuniones, reuniones de Vida Creixent, unción de enfermos e infinidad de visitas particulares; hasta el punto de no encontrarse sola en ningún momento.
También se ha aprovechado para realizar una limpieza de la imagen que ha ido a cargo de Antonia Reig y Beatriz Requena, directora y restauradora del Taller de Restauración del Obispado de Mallorca, devolviéndole su antiguo aspecto que la suciedad de décadas había ocultado. La imagen vuelve a sonreír. Brilla más que nunca.