LA BUENA SOCIEDAD

Hasta pronto (desde otro lugar)

hasta pronto

Hay historias que no se explican por los hechos, sino por la continuidad de una mirada. Familias -y también trayectorias- que avanzan no por ruptura, sino por desplazamiento: cambiar de sitio para seguir siendo fiel a lo que se piensa y a cómo se mira.

Ana Burguera entendió pronto que el arte no siempre necesita colgarse de una pared. Formada en Bellas Artes en Barcelona, llevó la creación al interior de los espacios, a la escenografía y al diseño, donde la estética no se exhibe, sino que ordena la vida cotidiana. En su trabajo había ya una convicción silenciosa: que el criterio es una forma de cuidado y que crear también consiste en saber retirarse a tiempo.

Esa idea atraviesa generaciones. Pepe Vives creció entre lenguajes visuales, pero su camino lo llevó lejos de la isla, a una formación rigurosa en Inglaterra, donde el arte se piensa antes de mostrarse. Bellas Artes, estética, teoría: más de tres décadas de distancia que no fueron huida, sino decantación. El regreso a Mallorca no es un volver atrás, sino un cambio de punto de vista: seguir la trayectoria artística desde un lugar consciente del valor del contexto, del silencio y de la elección.

Neus Llompart, desde otra orilla, confirma que no todo desplazamiento es visible. Formada en diseño de joyería y moda, encontró en la docencia una primera forma de transmisión y, más tarde, en la gestión del agroturismo, una ampliación natural de esa sensibilidad. Diseñar un objeto, enseñar o cuidar un lugar responden, en el fondo, a la misma pregunta: cómo habitar el tiempo sin estridencias.

Estas biografías no hablan sólo de personas, sino de una ética compartida: saber cuándo una etapa ha dicho todo lo que podía decir. También en la escritura ocurre algo parecido. Hay momentos en los que el lugar desde el que se escribe deja de ser el adecuado, no por conflicto, sino por coherencia. Reconocerlo es una forma de respeto hacia lo hecho y hacia lo que viene. Y hacia ustedes.

Por eso este texto es un hasta pronto. No un adiós ni un ajuste de cuentas, sino un gesto de continuidad. Me voy agradecido por el camino recorrido y por los lectores que acompañaron cada texto con atención y exigencia. Las palabras no se despiden: se recolocan. Y hay lugares -elegidos en silencio- desde los que seguir escribiendo resulta, sencillamente, más honesto.

Nos encontraremos ahí.

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