Del dopaje a la tragedia: la ‘operación Cabriol’ destapa el lado oscuro de las carreras de trote en Mallorca
Diez años después, la causa está a punto de llegar a juicio con penas irrisorias de prisión
Hace más de diez años, Mallorca se convirtió en escenario de uno de los casos más polémicos en el mundo del trote. La operación Cabriol, una investigación que sacó a la luz prácticas de dopaje y maltrato grave en caballos de competición, permanece todavía en la memoria de quienes siguen las carreras de la isla.
Tras años de espera, la causa está a punto de llegar a juicio. Dos de los implicados, conductores de trote y responsables de una cuadra con múltiples triunfos, serán finalmente los que se sienten en el banquillo de los acusados, aunque la primera vista programada en los juzgados de Vía Alemania en Palma fue suspendida debido a la enfermedad de uno de los abogados, aplazando la cita y dejando a la espera la resolución judicial.
La Fiscalía reclama para cada uno de los acusados tres meses de prisión y un año de inhabilitación para ejercer cualquier actividad vinculada al cuidado, tenencia o comercio de animales. Se trata de una reducción significativa respecto a la petición inicial, motivada por la apreciación de la circunstancia atenuante de dilaciones indebidas: los hechos investigados se remontan a un periodo anterior a 2015 y la instrucción del caso se ha prolongado durante años, acumulando retrasos que han marcado la tramitación judicial.
Según la acusación, los dos procesados, ambos de 51 años y residentes en Manacor, se dedicaban a la provisión, distribución y administración de productos veterinarios y sustancias dopantes. Lo hacían sin poseer ningún conocimiento veterinario, y lo más grave, con pleno conocimiento de los riesgos para la salud y la vida de los animales. Actuaban en connivencia y de común acuerdo, suministrando los productos por vía oral, mediante sondaje nasogástrico o mediante inyecciones intravenosas e intramusculares, con un único objetivo: mejorar el rendimiento de los caballos y asegurar victorias en las competiciones, sin considerar las consecuencias.
Entre las sustancias utilizadas se encontraban Hipiron, Amg, Terramicina, Dobetin 5000, Phytorenal, DMSO, Stimulfos, Repris, Emo-15, Yodo-Yet, Selebit, ácido hialurónico, glucosamina, acetilcisteína, Lactanasse, Pneumugol, Embutasil, Furosemida y Seguril, así como otras drogas dopantes.
La combinación de estos productos, administrada de manera reiterada, provocó en los animales lesiones graves: cojeras, taquicardias severas, colapsos cardíacos, fallos orgánicos, hipotensión, incremento del riesgo de traumatismos mortales, fallo multisistémico, fallo renal y, en algunos casos, la muerte.
La Fiscalía documenta que doce caballos resultaron afectados. Tres de ellos murieron como consecuencia directa de estas prácticas: Crazy King, por un cólico derivado de torsión intestinal; Quassia Barbes, por la fractura de una pata; y Rialto Blanc, como consecuencia del sondaje reiterado, la sobreestimulación y la punción venosa. Otros animales sufrieron complicaciones graves, como manipulación repetida de la yugular, exceso de toxinas, estrés químico, lesiones por inyecciones y sondaje nasogástrico, reflejando un patrón sistemático de abuso y maltrato.
La operación Cabriol fue desarrollada en 2015 por el Seprona de la Guardia Civil y, en su fase inicial, se detuvo a ocho posibles responsables vinculados a las cuadras y a los hipódromos de Mallorca. Tras años de instrucción, únicamente dos de ellos llegarán finalmente a juicio. La Asociación Balear de Abogados por los Derechos de los Animales (ABADA) ejerce acusación particular, incorporando además la posible existencia de otros delitos, como corrupción en los negocios vinculados a la competición, reforzando la gravedad del caso.
El caso ha marcado profundamente al mundo del trote mallorquín. Los tribunales deberán dilucidar ahora las responsabilidades de los acusados, los daños ocasionados a los caballos y las consecuencias legales de una práctica que, según la Fiscalía, provocó lesiones graves y la muerte de varios animales, reflejando un episodio oscuro y largamente silenciado en la historia de las competiciones isleñas. Tras más de una década de espera, la operación Cabriol se dispone a escribir su capítulo definitivo en los tribunales de Palma.