¿Quiere bañarse con Pilar Rahola?
Si algún día la República Catalana se convierte en un país real, y no en la ensoñación de unos cuantos golpistas que pactan con Pedro Sánchez, la máxima pena del Código Penal no será ni la pena de muerte, ni la prisión permanente revisable. El castigo más grave para los traidores a la Republiqueta, los que osen hablar en español o escuchar el Qué viva España de Manolo Escobar, consistirá en un baño con Pilar Rahola en su piscina. Depende de la reincidencia del condenado, será con o sin bañador, para dar ejemplo a la sociedad. Y en casos muy graves, luego tocará paella.
Aquellos que osan participar en los festejos de la Rahola tienen un buen número de papeletas para acabar entre mal y muy mal. ¿Recuerdan la famosa paella de Cadaqués en el verano de 2016 en la casa de esta periodista – propagandista? Algunos de los presentes en este evento veraniego han tenido un destino bastante poco deseable. Josep Lluís Trapero y su guitarra fue degradado dentro de los Mossos d’Esquadra y ahora se dedica a dar conferencias sobre liderazgo. Ha pasado de posible JEMAD de las Fuerzas Armadas de la Republiqueta a lector en vivo de libros de autoayuda. Y no acabó en el trullo porque se buscó un buen abogado.
Otro de los protagonistas de la velada, Carles Puigdemont, salió huyendo de Cataluña en el maletero de un coche y su única ocupación en la actualidad es montar numeritos en Bruselas para llenar la parrilla de TV3. De ser el presunto Bolívar de Cataluña ha pasado a ser pareja del rapero Valtònyc para actuar en los campamentos de verano de los pensionistas separatistas –por videoconferencia, por supuesto-. Marcela Topor, su esposa, ha tenido que buscarse un programa que no ve nadie en una televisión que no ve nadie –la de la Diputación de Barcelona que presiden los socialistas– para ir tirando. Seis mil euros al mes pueden parecer un chollazo, pero cuando te han prometido ser primera dama de la Republiqueta, el cobrar menos que cualquier asesora de Irene Montero o Ione Belarra tampoco es para flipar.
Alba Tous, que también estuvo en la paella party de la Rahola, y que entonces era presidenta de la empresa de joyería Tous, vivió desde entonces diversas polémicas, primero por la vinculación de algunos de los patronos de su fundación con el movimiento separatista, y después sobre la calidad de algunos de sus productos. En el 2020 sufrieron un acusado descenso de ventas, que poco a poco han ido superando y volvieron a conseguir beneficios. Joan Laporta parece uno de los mejores parados de los que fueron al paellagate, aunque aún le quedan unos cuantos años de mandato como presidente del Barça para ver lo que ocurre con el galopante endeudamiento del club gracias a las “palancas”, que es un eufemismo de la venta de activos a largo plazo para conseguir efectivo para la presente temporada.
Hace unos días otra fiestecita de Pilar Rahola, con baño piscinero incluido al canto de “independencia”, fue noticia por la presencia de varios activistas separatistas, como el indultado Jordi Cuixart o la ex presidenta de la Academia del Cine Catalán Isona Passola. Estaremos atentos a las páginas de sucesos.
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