El director del CETI de Ceuta al filo del cese por «proteger» al inmigrante que abusó de una enfermera
La Secretaría de Estado de Migraciones ha abierto una investigación para esclarecer si Bautista actuó de forma indebida
En el CETI ya dan por hecho su despido, que se formalizará cuando haya un sustituto


El director del CETI de Ceuta, Jesús Bautista Fernández, está al borde del cese. El intento de abuso sexual de un inmigrante subsahariano a una enfermera y su posterior gestión del incidente ha colmado el vaso. La víctima, a través de SATSE, ha denunciado que el director no activó los protocolos de protección que marca la normativa e intentó convencerla de que no presentara denuncia. El sindicato de enfermería le acusa de «proteger» al agresor y «minimizar» lo ocurrido para no sumar más manchas en su expediente. La Secretaría de Estado de Migraciones ha abierto una investigación para esclarecer si Bautista actuó de forma indebida.
Los hechos, ya juzgados, ocurrieron el pasado 27 de julio. El agresor, Allhasane D., guineano de 25 años, llevaba tan sólo 10 días en el CETI. Entró en Ceuta saltando la valla y desde entonces arrastraba una lesión en la cadera. Sobre las 22:00 horas, la enfermera se personó en su habitación para inyectarle una medicación. Alegando pudor, él le pidió que cerrara la puerta. Luego se bajó los pantalones, exhibió sus genitales y agarró del brazo a la enfermera, que forcejeó y logró zafarse y pedir ayuda.
La Policía Nacional no acudió al CETI hasta la 1:30, tres horas y media después de los hechos. Durante este tiempo, según el testimonio de la propia víctima, difundido por SATSE en un comunicado, Bautista intentó «disuadirla de presentar denuncia» y «no activó los protocolos de protección que marca la normativa». Fue la enfermera quien llamó a la Policía.
Posteriormente, el director acompañó al agresor al hospital para intentar que ingresara en Urgencias sin motivo médico, según informó Ceuta TV. Bautista quería evitar que el inmigrante pasara la noche en la calle, pero el equipo médico del hospital no vio motivos clínicos para su ingreso.
Desde SATSE acusan al director de «minimizar» la agresión, tratar de «bloquear» la denuncia y adoptar una «actitud protectora» hacia el agresor en lugar de «garantizar la seguridad y la atención urgente» a la trabajadora, que se encuentra actualmente de baja psicológica. El sindicato ha exigido el cese de Bautista tras una «dejación de funciones absolutamente inaceptable» y un «comportamiento impropio de un cargo público». Este periódico ha intentado contactar con la víctima, que por el momento prefiere no hablar con los medios.
Desde el intento de abuso el inmigrante ha estado alojado en un hostal pagado por el director del CETI, según informó la prensa local y ha podido confirmar OKDIARIO Andalucía. En los próximos días se tramitará su traslado a la península, como ya se hizo con, Youssef C., el guineano que mandó al hospital a cuatro vigilantes de seguridad y una cocinera del CETI, y que 10 días después de la agresión fue enviado a un centro de acogida de Andalucía.
Este martes, la delegada del Gobierno en Ceuta, Cristina Pérez, afirmó que están a la espera de los «resultados de la investigación» de la Secretaría de Estado de Migraciones para actuar en consecuencia. Preguntada por si el director «minimizó» los hechos o si está pagando de su propio bolsillo un hostal al agresor, dijo no tener «constancia» de ello y se remitió a la investigación en curso. Fuentes cercanas al centro aseguran a este periódico que Bautista «ya está cesado», aunque la decisión será oficial cuando se encuentre un «sustituto».
El CETI, un «hotel» con «clientes»
Los trabajadores del CETI de Ceuta vienen denunciando que durante el último año Bautista ha convertido el centro en un «hotel» donde los inmigrantes son los «clientes», con «taxis para ir a la mezquita» y «gimnasios privados pagados» por el propio director, a quien llaman «tío». Los trabajadores prefieren llamarlo «dictador».
Según distintas declaraciones recogidas por OKDIARIO, Bautista deja que los inmigrantes gestionen sus propios zocos o barberías para hacer negocios dentro del CETI, e incluso llegó a acompañar a un inmigrante a la conflictiva barriada de El Príncipe a comprar droga. El residente, con problemas psiquiátricos, «sufrió un brote, rompió el cristal de la furgoneta con la cabeza y se escapó».
También se le acusa de permitir el ingreso de menores de edad. «El lema es: lo que ellos quieran. Se le está quedando grande el cargo y está cruzando límites con los trabajadores», denunciaron desde el centro meses atrás. Hasta la fecha, los favores y el compadreo con los inmigrantes sólo levantaban recelos entre sus empleados, pero ahora su gestión ha llegado a Madrid, y en el CETI ya dan por hecho que tiene los días contados.