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No todo vale en una cadena pública

Las polémicas de ‘MasterChef’: el programa tóxico que pagamos todos

Acusaciones muy graves, faltas de respeto, broncas y la muerte de Verónica Forqué son algunos de los escándalos del programa de TVE

MasterChef, ese programa que nos venden como blanco, educativo, entretenido y para toda la familia, lleva años demostrando que es un formato tóxico, indigno de una cadena pública. No es de recibo que TVE pague, con nuestro dinero, un espacio que, además de ser carísimo (unos 5,3 millones de euros por temporada), va en contra de los valores que dice representar. El último escándalo lo ha protagonizado Jordi Cruz, quién humilló a una concursante que quería tirar la toalla (en este caso, el delantal) pero este no es más que el enésimo capítulo de una historia llena de broncas, acusaciones de todo tipo, publicidad encubierta y homofobia- por no hablar de la larga sombra del suicidio de Verónica Forqué-. Que luego se intente bautizar a algunas de estas polémicas como teatrillo propio de la televisión o como truco para hacer audiencia, no sirve de excusa. Un ente público ha de tener conciencia y no puede competir con las mismas armas que una la competencia privada.

Última polémica y falta de humildad

El último escándalo de MasterChef es de sobra conocido: Durante la quinta gala de la 12 temporada del talent culinario, una de las aspirantes, Tamara, anunció que quería abandonar ya que, según ella, no soportaba la presión a la que estaba sometida. Jordi Cruz, uno de los tres miembros del jurado, la humilló con agresividad ante las cámaras y sus compañeros. De nuevo se abrió la caja de Pandora de cómo MasterChef en particular, y TVE en particular, gestionan las enfermedades mentales. Obviamente, este incidente recordó heridas aún sangrantes: el suicidio de la famosa actriz Verónica Forqué un mes después de la emisión de la versión VIP del concurso.

El problema siempre ha sido la falta de humildad y de transparencia. En vez de reconocer que se han hecho las cosas mal, tanto TVE como la productora, Shine Iberia, tiran balones fuera. Por ejemplo, con motivo de la última polémica, Jordi Cruz grabó un vídeo cocinando con Tamara, la aspirante que abandonó, y juntos entonaron varios clásicos de la gestión de crisis: que si se les ha malinterpretado, que si todo es producto del show, que sí la culpa la tienen los espectadores… Excusas baratas que no funcionan. Para colmo, otro de los miembros del jurado, Pepe Rodríguez, defendió a su compañero y declaró:»¡Cuándo no ha habido polémicas en MasterChef! Pero no ha pasado nada. Las redes sociales son terribles y la gente magnifica en exceso las cosas, de verdad. Parecía que el pobre Jordi la había fusilado al decirle ¡dame el delantal!, con esas maneras, un poquito más bruscas que tiene… Yo se lo hubiera dicho de una forma más suave». Por otro lado, la cadena estatal tomó la rápida decisión de eliminar esta emisión de su catálogo web, sin dar más explicaciones ni expresar disculpas ante lo sucedido.

Jordi Cruz en ‘MasterChef’. (RTVE)

‘MasterChef’, un programa carísimo

Sí, MasterChef es de los pocos espacios que funcionan en TVE (y eso que tiene la parrilla más cara de todas las cadenas) pero hay cosas que no cuelas. Para empezar, los españoles pagamos casi 700.000 euros por capítulo de MasterChef Celebrity- 100.000 más que el de anónimos-. Jordi Cruz, Pepe Rodríguez y Samantha Vallejo-Nágera se embolsan 130.000 euros por temporada. A esto hay que añadir que el programa cuenta con muchos patrocinios de marcas y se le ha acusado de publicidad encubierta (cuando en la televisión pública está prohibida). Un negocio lucrativo para Shine Iberia que, sin embargo, ya huele a rancio y venenoso.

Samantha Vallejo-Nágera, Pepe Rodríguez y Jordi Cruz.

Acusaciones, homofobia, y demás crisis de imagen

Todo programa- sobre todo si lleva tanto tiempo en antena (11 años en total)- siempre va tener que enfrentarse a alguna polémica. Además, es cierto que el entretenimiento se basa también en el conflicto, que hay mecanismos narrativos que funcionan con la lucha o el combate. Sí, todo esto lo vemos a diario en series, realities e incluso en espacios informativos. La solución no es censurar, es saber gestionar las crisis. A una televisión pública siempre vamos a exigirle mucho más que a una privada. Tenemos derecho a mirar con lupa en lo que se invierte con nuestros impuestos. Se supone que RTVE se basa en unos valores sociales que van más allá de la competencia y el rédito económico.

Es por todo lo mencionado, que es injustificable que MasterChef siga adelante sin que nadie tome cartas en el asunto. Aquí, el propósito de enmienda ni está ni se le espera. No es justo. Sobre todo si vemos el historial del programa. Por ejemplo, han sido muchos los concursantes que han destapado lo que no vemos, lo que sucede detrás de las cámaras. El cantante Xuxo Jones definió su experiencia como «una puta mierda» y explicó cómo los responsables de la producción sabotean el trabajo de los aspirantes. La presentadora y actriz Patricia Conde acusó a los directores del programa de manipulación y afirmó que dos de sus compañeros consumían drogas durante las grabaciones. A ellos se le suman nombres como el de los actores Fernando Tejero y Jesús Castro, además de muchos anónimos.

Todo esto recuerda, al final, que RTVE, si se enfrenta a una crisis, ha de actuar en consecuencia, con transparencia y velando por unos valores concretos. No puede echar balones fuera entonando que la televisión es así, que tienen que hacer lo posible por liderar frente a la competencia. No, eso no es verdad. Al igual que no pueden pagarle una millonada a David Broncano para que anule a Pablo Motos en El Hormiguero (sólo porque éste último es crítico con el gobierno), no se pueden permitir el lujo de mantener un espacio tan tóxico y no dar explicaciones.