Increíble pero cierto: el pueblo catalán que quiso independizarse de Cataluña hace pocos años
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Enmarcado en el contexto de un proceso independentista que marcó la política española durante años, un pequeño pueblo catalán sorprendió al tomar una postura radicalmente distinta. Lejos de sumarse al deseo de separarse del Estado, este municipio planteó romper con la propia Cataluña.
Y claro, fue una reacción inesperada motivada por el descontento institucional que lo llevó a poner sobre la mesa una propuesta impensada. La historia pone de relieve la complejidad de las tensiones territoriales, incluso dentro de las propias comunidades autónomas.
¿Cuál es el pueblo catalán que quiso independizarse de Cataluña hace pocos años?
Durante el año 2017, mientras la atención mediática estaba centrada en la pugna entre el Govern de la Generalitat y el Gobierno central, un pueblo catalán situado en el extremo occidental de Tarragona protagonizó un episodio insólito. En lugar de buscar la independencia de España, planteó la posibilidad de dejar de formar parte de Cataluña para integrarse a Aragón.
Este municipio es Batea, una localidad de unos 2.000 habitantes que se encuentra en la comarca de la Terra Alta. Situado justo en la frontera con Aragón, limita con las localidades aragonesas de Maella, Fabara, Nonaspe y Fayón.
Su posición geográfica, alejada de los principales núcleos urbanos catalanes, ha sido uno de los factores que alimentaron un sentimiento de abandono institucional.
La figura clave de esta postura fue Joaquim Paladella, alcalde de Batea y militante del Partido Socialista. En aquel entonces, expresó su descontento con la Generalitat por lo que consideraba una «desatención constante» a los pueblos pequeños.
Esta falta de recursos y apoyo administrativo motivó una amenaza sin precedentes: plantear la anexión del municipio a la comunidad vecina.
El papel que jugó Paladella en el drama territorial de Batea
Paladella no se limitó a declaraciones aisladas. Su queja trascendió el ámbito local y adquirió visibilidad nacional cuando solicitó una reunión oficial con el subdelegado del Gobierno en Tarragona, Jordi Sierra, así como un encuentro con el presidente de la Generalitat en ese momento, Carles Puigdemont.
La propuesta ya no era simbólica: llegó incluso a mencionar la posibilidad de convocar un referéndum municipal para consultar la voluntad popular sobre el cambio de comunidad autónoma.
«Si esto sigue así, estaremos mejor con Aragón», llegó a decir el alcalde, dejando claro que la medida no era únicamente un gesto de protesta, sino una opción real si no se corregía la situación.
Aunque ese referéndum nunca llegó a celebrarse, la amenaza representó un punto de inflexión en la relación entre el municipio y las autoridades catalanas. El caso de Batea se convirtió en un ejemplo de cómo los márgenes territoriales también desarrollan sus propias lógicas de resistencia, no siempre alineadas con los discursos predominantes.
¿Por qué este pueblo catalán quería formar parte de Aragón?
Entre los principales reclamos se encontraba la falta de plazas educativas y sanitarias. Según el propio Paladella, las limitaciones impuestas desde el Govern impedían ampliar la oferta de servicios básicos. Esta situación afectaba directamente la calidad de vida de los vecinos y limitaba las posibilidades de desarrollo del municipio.
Al mismo tiempo, las inversiones en infraestructuras eran escasas. Las comunicaciones por carretera eran deficientes, y no existían planes concretos para mejorar el transporte público o fomentar el crecimiento económico. Batea, como otros municipios de interior, quedaba fuera de las prioridades de una administración centrada en las áreas metropolitanas.
Este abandono percibido fue el argumento principal detrás del debate sobre una hipotética incorporación a Aragón. No se trataba de una cuestión identitaria ni cultural, sino de una búsqueda de soluciones prácticas a problemas cotidianos.
¿Qué ocurre hoy con Batea?
Hoy, el discurso de la anexión desapareció del panorama político local. Sin embargo, el descontento persiste. Joaquim Paladella sigue al frente del Ayuntamiento con una mayoría sólida.
El tiempo moderó las formas, pero no ha resuelto los conflictos de fondo. A día de hoy, no se ha fijado ninguna fecha ni formulado ninguna pregunta para celebrar una consulta ciudadana y por consiguiente, el proyecto quedó suspendido.
En Batea, la Senyera continúa ondeando en el balcón del Ayuntamiento. La amenaza de ruptura con Cataluña fue un recurso extremo, utilizado en un contexto de tensión máxima. No obstante, las causas que lo motivaron continúan vigentes.