Paco Ureña sale a hombros en la tercera jornada de la feria de Logroño

Paco Ureña sale a hombros en la tercera jornada de la feria de Logroño
Paco Ureña saliendo a hombros en Bilbao (Foto: EFE).

La tercera de la feria de San Mateo de Logroño se ha saldado con una salida a hombros de Paco Ureña y un descastado encierro de Núñez del Cuvillo, ya que, de forma inesperada, tuvo que ser un sobrero de Domingo Hernández, el que pusiera argumento a una aburrida tarde.

Se han lidiado seis toros de Núñez del Cuvillo, de correcta prestación, parado el primero, tardo el segundo, casi inválido el tercero, noble y fijo el cuarto, sin clase el quinto y el sexto devuelto. Todos pitados excepto el cuarto y un sobrero de Domingo Hernández, corrido en sexto lugar, encastado y premiado con la vuelta al ruedo.

Antonio Ferrera: silencio, silencio y silencio.

Paco Ureña: silencio, ovación tras petición y dos orejas.

En el primero, no hubo nada destacable, salvo unos pares de banderillas muy bien recibidos por el público por parte de Javier Valdeoro. Pronto se intuyó que, al de Núñez le iba a costar desplazarse.

Lo intentó por los dos pitones Antonio Ferreras, pero todo fue ante una mole carne, con una embestida acochinada. Todo quedó en un vacío toreo, correcto por parte del matador, pero sin fondo ni alma por la condición del animal. Para postre, Ferrero dejó un feo bajonazo. Labor silenciada y pitos en el arrastre.

Algo parecido sucedió con el segundo. Se le picó lo justo y fue aplaudido el piquero. Fue trasteo simplón por no poder obligar y, lo más destacable, fue el inicio, con ayudados por alto y trinchera en los medios.

Bien de colocación Ureña ante un toro que resultó tardo y protestón en cada embestida. El interés no caló en los tendidos. El murciano pinchó antes de dejar una baja y trasera estocada. Como en el primero, silencio y pitos para el de Cuvillo.

El tercero fue similar, un burraco que, tras empujar en el peto, se desplomó siendo protestado. El palco no atendió las protestas y lo que quedó fue un animal claudicante y sin ningún poder.

La tarde iba muy plana y, tras dos pinchazos, Herrera fue nuevamente silenciado y al del Cuvillo, como a sus hermanos, se le pitó en el arrastre

El cuarto fue un toro noble y con fijeza. El mejor hasta ese momento. Pronto se impuso la calidad de Ureña, que siempre citó en el sitio; alternó por ambos pitones, saliendo lo más fundamental por el izquierdo. Toda la faena estuvo envuelta de sencillez y pulcritiud

Ureña dejó una estocada, que no fue suficiente y tuvo que usar por dos veces el verguguillo. Hubo petición, que no atendió el palco, y todo quedó en una fuerte ovación para el diestro.

El quinto fue fuertemente pitado en el arrastre. Costó dejarle los rehiletes para sacar. Ferrera, que tuvo que perder muchos pasos, no se dio coba y se fue a por la de matar para dejar un pinchazo, saliéndose antes de media estocada. Silencio y muy pitado el toro.

El sexto fue devuelto por falta de fuerzas y, en su lugar, se lidió un sobrero de Domingo Hernández, que, a la postre, marcó la diferencia en una tarde que iba claramente a la deriva.

Nadie esperaba que el sobrero fuera premiado con la vuelta al ruedo. Desde el primer momento se vio que su condición era diferente.

Ureña lo vio pronto también y comenzó con unos ayudados por alto. Una serie por el derecho de gran empate fue rubricada con un gran pase de pecho. Alternó por los pitones, muy en el estilo del murciano. Hubo pasajes de relajo y torería, algo ausente durante toda la tarde.

El diestro enterró la espada y, aunque hubo derrame, no impidió para que el palco le concediera dos orejas. El final supuso que el mano a mano quedase en un Ureña a hombros y un Ferrera pitado, al abandonar La Ribera.

Media entrada en la Plaza de La Ribera de Logroño.

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