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Josep Coll: «Los vídeos ‘deepfake’ pueden tener un efecto devastador en la reputación de una persona»

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Los deepfakes o creaciones de vídeos y audios falsos que parecen auténticos por su calidad hiperrealista es el último y más peligroso de los riesgos del uso espurio de internet.

Comenzaron siendo vídeos porno a los que, a través de la inteligencia artificial y el aprendizaje automático que permite que la tecnología imite las voces y los movimientos faciales de una persona, se les añadían caras de actrices famosas (con el consiguiente daño que eso provocaba a esas actrices), y pronto pasaron a utilizarse para poder simular cualquier situación que podamos imaginar. Se han utilizado en una variedad de estafas cibernéticas, incluyendo la suplantación de identidad y el phishing. Por ejemplo, un atacante puede crear un vídeo deepfake del CEO de una empresa y enviarlo a un empleado, solicitando que realice una transferencia de fondos.

En 2019, se informó que una empresa de Reino Unido perdió más de 240.000 dólares debido a una estafa con deepfakes. Un atacante se hizo pasar por el CEO de la empresa a través de un vídeo falso y solicitó una transferencia de fondos. Otro ejemplo lo encontramos en 2020 cuando se descubrió que una campaña de phishing utilizó este tipo de vídeos para suplantar la identidad de ejecutivos de empresas de tecnología y solicitar información confidencial.

Pero el uso más frecuente, según nos cuenta Josep Coll, cofundador de la empresa de borrado de datos RepScan, es el de extorsionar a empresarios de viaje de trabajo. Sabiendo a qué país han viajado, crean un vídeo falso de la persona en el país (casi siempre manteniendo relaciones con menores o prostitutas) y se les pide un dinero a cambio de no difundirlo y alertando de que su difusión puede ser difícil de controlar una vez publicado y es difícil de eliminar de internet. Por ello, estas estafas cibernéticas con deepfakes pueden tener un impacto devastador en la reputación de una persona o empresa.

Puede que recuerdes el vídeo ​​en el que un supuesto Barak Obama llamaba imbécil a Trump en 2018. Se hizo viral. Se trataba de una grabación falsa para concienciar del gran peligro de la información no verificada y de los deepfake. Más complicado fueron los vídeos de las actrices Scarlett Johansson y Gal Gadot. En 2017, se creó un deepfake de la actriz israelí Gadot en el que aparecía teniendo relaciones sexuales. El vídeo fue ampliamente difundido en Internet. En 2019, la víctima fue Scarlett Johansson cuando se difundió un vídeo en el que aparecía en escenas pornográficas. Menos dañino, pero sí falso y publicado sin el consentimiento del actor, fue el que se creó en febrero de 2021 de Tom Cruise haciendo trucos de magia y contando chistes en una supuesta conferencia de prensa.

Un dato significativo: El 96% de los vídeos falsos son de carácter pornográfico para extorsionar o hundir una reputación, pero más allá, pueden desestabilizar procesos políticos, negociaciones de conflictos, alterar procesos judiciales, mercados bursátiles e, incluso, poner en riesgo casi cualquier democracia, como ocurrió en Gabón y Malasia, entre otros países (hace 5 años).

Es importante que las empresas y los individuos tomemos medidas para protegernos contra estos riesgos como la autenticación de dos factores en los procesos en línea y la capacitación de los empleados sobre cómo detectar estafas cibernéticas.

 

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