CASO DE CIUDAD REAL

El vídeo de la reconstrucción del jubilado que mató a un ladrón: «Tenía pánico, creí que era una trampa»

"Disparé para dar tiempo a que escapase": relato del anciano acusado del homicidio del ladrón que entró a robarle en Ciudad Real

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Las imágenes de la reconstrucción del jubilado acusado de homicidio en Ciudad Real.

Son las imágenes de la reconstrucción del librero jubilado que mató al ladrón que entró a robar en su finca de Ciudad Real. Con 77 años, todavía afectado por los hechos y escopeta en mano, le cuenta a la juez del caso que tenía miedo y decidió disparar sobre los ladrones. «Tenía pánico, creí que era una trampa, señoría», relata con ingenuidad Pepe Lomas. No le sirvió de mucho, estuvo en prisión provisional más de diez meses y ahora, con 80 años, se sienta en el banquillo acusado de homicidio. Le piden 25 años de cárcel.

Un agente de la Policía Nacional graba la secuencia con una cámara digital. Están en el escenario del crimen, la finca solitaria del barrio de La Atalaya de Ciudad Real. El librero jubilado Pepe Lomas, en ese momento con 77 años y escopeta en mano, le relata a la juez el terrible suceso de la madrugada del 1 de agosto de 2021. Sólo han pasado unos días desde los hechos cuando se graba ese vídeo, y la reconstrucción se lleva a cabo a la misma hora en la que sucedieron, para disponer de la misma visibilidad y condiciones, como mandan la lógica y la ley.

Pepe le cuenta a la juez que ya había sufrido un asalto a su finca horas antes, durante el que los ladrones provocaron diferentes destrozos. Tenía miedo, vivía solo, en una finca aislada, con su perro y sus escopetas de caza.

Una motosierra

Esa madrugada se despertó con ruidos que provenían de los corrales. Asustado, cargó su escopeta de cartuchos del 6. Dos cartuchos, dos disparos. Salió, cuenta, con la intención de espantar al ladrón, pero se topó de frente con él y llevaba una motosierra apagada en las manos que acababa de sustraer. «No sabía qué hacer, se me fue la cabeza», le cuenta a la juez. Pepe terminó disparando al ladrón a una distancia de 5 ó 6 metros.

El ladrón era Nelson David Ramírez, un hondureño que fue soldado en España hasta que dejó el Ejército y comenzó a acumular antecedentes delictivos. Tenía 35 años y el disparo le dio de lleno.

«Disparé para que escapase»

«¿Entonces qué pasó?», pregunta la juez. «Yo disparé para dar tiempo a que escapase, si era un hombre o cualquiera sabe, y yo vi que aquello no se movía… Cuando vi que con esa no se movía, disparé otra vez», relata Pepe Lomas. «¿Oye algún ruido que viene desde eso a lo que dice que disparó?», pregunta la juez. «Ni mú. Yo estaba más en que eso era una trampa o algo que pudiera explotar o simplemente alguien agazapado que estaba esperando a lanzarse sobre mí».

La juez le pregunta al librero jubilado si se acercó a ver si había hecho algún daño al intruso. Y el anciano, con dificultad, le explica que nunca se acercó a ese «bulto». «No me acerco al bulto, era el temor, era el pánico de no saber que es lo que había allí, y entonces vuelvo otra vez a la habitación», explica el jubilado. Pepe volvió a su habitación, con las ventanas tapiadas por miedo a los intrusos, a recargar su arma.

«Dejé la escopeta, cojo los cartuchos y le meto otros dos cartuchos y ahora ya me voy un poco más tranquilo otra vez para allá, pero con muchísimo pánico», explica a la juez el anciano detenido.

Pepe le cuenta a los policías allí presentes que tenía pánico a que hubiera más ladrones, que no sabía que estaba ocurriendo: «Entonces vuelvo a salir por esta puerta, porque estaba seguro de que eran más de uno, me vengo para acá, y ya entonces me vengo por este lado de acá, vi las dos puertas de la finca abiertas, que era el motivo de susto mayor por si venían con una furgoneta».

Pensando que había más de un ladrón, el librero jubilado volvió a disparar: «Y entonces, yo ya disparé el último cartucho hacia donde estaba el bulto y ya me vine para acá (a la casa) y todo esto sabiendo que una y no más, que estaba al descubierto y me podía matar, esto había que vivirlo».

Pepe no vio a ningún ladrón más, escuchó unas voces y regresó a toda velocidad a su habitación a recargar el arma y llamar a la Policía. Los agentes tardaron poco en llegar. Tras esta reconstrucción con la juez, le enviaron a prisión provisional. En la cárcel cumplió 78 años.

Su futuro se decidirá durante la próxima semana. Ahora Pepe tiene 80 años. La familia del ladrón muerto por el jubilado pide 25 años de cárcel para el anciano. La fiscalía solicita 15 años por homicidio. Creen que su caso no se ajusta en ningún momento a un ejemplo de legítima defensa.

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