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Todo el mundo la ama, pero éste es el personaje que más odia Meryl Streep: «Miserable»

Aunque lleva años triunfando, pocos conocen toda la trayectoria de Meryl Streep

Meryl Streep protagonizó 'El diablo viste de Prada' y ha dado unas declaraciones contundentes

La actriz considera que el personaje que interpretó en 'El diablo viste de Prada' le hacía sentir miserable

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Meryl Streep en un evento. (Foto: Gtres)

Meryl Streep ha dado vida a algunos de los personajes más complejos, conmovedores y famosos del cine. Su talento, que ha sido premiado en múltiples ocasiones, ha consolidado su estatus como una de las grandes leyendas vivas de la interpretación. Pero incluso una figura tan reverenciada y admirada como ella tiene sus sombras y momentos difíciles. Lo que pocos esperaban es que, entre todos los personajes que ha encarnado, precisamente uno de los más recordados por el público sea el que ella menos ha disfrutado. Streep ha sorprendido al confesar que el rol de Miranda Priestly, la jefa fría y autoritaria de El diablo viste de Prada, fue una experiencia emocionalmente agotadora y, en sus propias palabras, «miserable».

A lo largo de su extensa carrera, Meryl Streep ha sido nominada al Oscar en 21 ocasiones y ha conseguido la estatuilla tres veces. Ha sabido moverse con maestría entre el drama más profundo y la comedia más ligera, construyendo personajes que han marcado generaciones. Desde el dolor desgarrador de La decisión de Sophie hasta la determinación de Margaret Thatcher en La dama de hierro, pasando por interpretaciones románticas inolvidables como Los puentes de Madison, Streep ha demostrado un rango interpretativo inmenso. Sin embargo, no todos sus papeles le han resultado gratificantes. De hecho, el de Miranda Priestly le dejó un sabor amargo.

Cuando aceptó interpretar a la temida directora de la revista Runway en El diablo viste de Prada, probablemente no sospechaba que aquel rol, que terminaría siendo uno de los más celebrados de su filmografía, le resultaría también el más incómodo a nivel personal.

El método que utilizó Meryl Streep

Streep se enfrentó a este reto aplicando el método Stanislavski, una técnica interpretativa que implica mantener el personaje también fuera de escena, durante toda la duración del rodaje. En este caso, decidió no romper en ningún momento con el carácter frío y distante de Miranda. El resultado fue una desconexión total con el ambiente festivo y distendido del equipo, que sí se permitía momentos de relajación entre escenas. La actriz, sin embargo, se mantuvo al margen, atrapada en la personalidad de su personaje.

Tiempo después, en una entrevista, relató su malestar con gran sinceridad: «¡Fue horrible! Me sentía miserable cuando llegaba a mi caravana. Podía oírlos a todos riéndose. ¡Estaba tan deprimida! Me dije: ‘¡Bueno, es el precio que pagas por ser jefa!’ ¡Esa es la última vez que intenté algo con el método!». Sus palabras dejaron claro que ese nivel de inmersión en un personaje tan emocionalmente vacío tuvo un alto coste. Lejos de disfrutar del proceso creativo, Streep vivió el rodaje como una carga, como una experiencia poco enriquecedora desde el punto de vista emocional, a pesar del éxito posterior de la película.

‘El diablo viste de Prada’, una gran proyecto

Lo paradójico de esta historia es que El diablo viste de Prada ha sido una de las películas más populares en las que ha participado Meryl Streep. La cinta, dirigida por David Frankel y basada en la novela de Lauren Weisberger, logró conectar con una audiencia masiva gracias a su retrato satírico del mundo de la moda, su estética impecable y, sobre todo, por la potente presencia de Streep en pantalla. Su interpretación de Miranda Priestly fue elogiada unánimemente por la crítica y le valió una nueva nominación al Oscar. Muchos la consideran el alma de la película.

Escena de ‘El diablo viste de Prada’. (Foto: YouTube)

No obstante, detrás de esa figura imponente se escondía una actriz profundamente incómoda con el papel que estaba interpretando. El retrato de una mujer sin empatía, cuya autoridad se impone por el miedo y no por la admiración, supuso para Streep una experiencia emocional muy alejada de lo que acostumbra a buscar en sus personajes. En lugar de hallar matices de humanidad o redención, se vio obligada a encarnar la frialdad absoluta, algo que no solo no disfrutó, sino que le dejó una sensación de aislamiento y tristeza durante el rodaje.

La revelación de Meryl Streep no ha pasado desapercibida entre sus colegas de profesión. Emily Blunt, quien interpretó a Emily Charlton, la otra asistente de Miranda en la película, recordó una conversación que mantuvo con ella durante aquel rodaje. Según relató en una entrevista, Streep ya entonces reconocía lo difícil que le estaba resultando el personaje y aseguraba que era el papel que menos le gustaba de toda su carrera.

«Realmente estás desprovista de cualquier simpatía o emoción y lo entiendo», comentó Blunt al rememorar esa conversación. Estas palabras refuerzan la idea de que, más allá del éxito comercial y de crítica, los actores y actrices también sufren cuando un papel les obliga a renunciar a su sensibilidad o a sus principios emocionales.

La carrera de Meryl Streep está repleta de interpretaciones memorables y reconocimientos que la sitúan entre las mejores actrices de la historia del cine. Pero su confesión sobre Miranda Priestly añade una capa más de humanidad a su figura. Nos recuerda que incluso quienes parecen tocar la perfección desde fuera tienen sus propias batallas internas, sus dudas y sus momentos oscuros.

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