El Foco

Tacho de la Calle: «Las TV están sirviéndose de la audiencia para crear corrientes de opinión»

Ver vídeo

Tacho de la Calle es un grande de la televisión. Si le digo que sabe de ella más que nadie, no exagero. Ha hecho todo. Y todo importante. Programas de esos que han ido creando historia. Por si duda usted, aquí van cuatro ejemplos de los muchos que podría darle: ha corrido delante de la policía porque grababa las huelgas universitarias con una cámara envuelta en una caja de cartón y las enviaba a la televisión francesa; se escapó del servicio militar y falsificó el pasaporte para dar testimonio del terremoto de Managua; fue quien realizó la entrevista que Luis Mariñas le hizo a Felipe González en 1996, lo hizo como subdirector de informativos de Telecinco y jefe de realización. Era la primera vez que González aparecía ante las cámaras después de abandonar Moncloa. Imagen sorprendente: pantallas de detrás de cada uno con la imagen del otro. El resultado: entrevistado y entrevistador en el mismo plano. Hasta la vuelta ciclista la revolucionó con sus planos grabados de paquete en una moto, se inspiró en las películas de indios y vaqueros, haciendo planos muy distintos, a ras de suelo. La audiencia subió y cada pieza musical con la que acompañaba a los ciclistas se convertía en récord de ventas.

Poder, fruto del talento. Detrás: muchas horas de trabajo y de darle vueltas a cómo sorprender. Tacho de la Calle siempre está pensando formatos disruptivos que enganchen a la audiencia. Escribe, dirige, realiza, es cámara, produce, es creativo. Es televisión. Con trece años empezó a trabajar en el laboratorio fotográfico del ministerio de educación y ciencia, allí aprendió, se hizo técnico de fotografía; con quince años entró en TVE como ayudante de cámara, casi cuatro días después pasó a ser cámara -el más joven-. Grabó varios conflictos bélicos como el final de la guerra de Vietnam, India y Pakistán o el bombardeo del Sinaí. Lo hizo intentando ser notario de lo que ocurría. Esa experiencia le sirvió para valorar cualquier segundo cúbico de la vida.

Ha llegado a hacer un 75% de audiencia en Telecinco. Hoy le cortarían la cabeza con las Mamachichos o con el Missisipi.

Defiende que hay que ser travieso con el espectador; se lo tiene que pasar bien. Ha trabajado con los más grandes (Chicho Ibáñez Serrador, Alberto Vázquez Figueroa, Miguel de la Cuadra Salcedo, Alfredo Amestoy, entre otros) y ha aprendido de ellos. Pilar Miró le decía que era el Mozart de la tele.

Consciente de que los profesionales de la televisión gestionan emociones, dice que tenemos que ligarnos al espectador. Y a eso ha dedicado la vida. Ella, la televisión, ha sido el único divorcio que no ha tenido.

Escuchar a Tacho de la Calle hablar de planos es contagiarse de su pasión e imaginar arquitectura audiovisual, arte, en el que la estrella de la televisión tiene que ser el espectador. «Tenemos que servirle todo para que él pueda crear su propia opinión». Cree que «ahora hay una endogamia muy perjudicial porque el periodista pasa a ser la estrella y al espectador lo utiliza como pretexto».

Denuncia que tenemos una televisión pública politizada, contaminada, y reflexionando sobre el nuevo presidente de TVE, asevera que es la consecuencia de esa contaminación política. También se muestra convencido de que llegará un momento en el que nos daremos cuenta de la atrocidad social que estamos haciendo con los medios porque no están sirviendo a la audiencia, sino sirviéndose de ella para crear corrientes de opinión. El gran problema lo ve en que se está mezclando la información con la opinión. «Ahora mismo es más importante la opinión que la información, y estamos creando sociedades cautivas».

Defiende con contundencia que «hay que luchar por que la televisión sea clara, limpia y transparente» y asevera algo tan poético como que la verdad tiene que ser a la televisión, lo que las primaveras a las libertades. Le pide a los políticos que quiten sus manos de la televisión pública. «La política debe de estar para crear futuro, no problemas. TVE debería crear tendencias, convocar concursos de ideas para informativos».

Él, travieso reconocido, pese a esa pillería suya, confiesa que le escandalizan los telediarios. «La televisión pública es necesaria, debería ser útil. Su problema es que tiene unas burocracias muy densas, una gestión muy complicada. No se necesita tanta gente ni gasto. Ahora mismo se puede gestionar una televisión con setenta personas».

En cuanto a las televisiones autonómicas, defiende que habría que montarlas con un planteamiento regional: potenciar la región. Gestionar los informativos y convocar concurso para el entretenimiento. Muchas televisiones públicas están a otra, al mensaje político de turno y con unos patrones de gestión muy antiguos.

Cree que la tecnología se está comiendo el talento en la televisión. «Se confunde cantidad de planos con calidad; hay densidad de imagen y dispersión». Añadiría historia de España a la televisión de hoy o programas como Yo en España, tú en América, enseñando cultura, tradición, historia y personalidades de las dos orillas del Atlántico.

Terminamos hablando del difícil reto de atraer a los jóvenes a la televisión. Lo tiene claro: «Hay que invitarlos a que participen en los contenidos»; hacer una televisión que incluya redes sociales, quizá que sea red social en sí misma. Por eso mismo, él está desarrollando un proyecto de televisión interactiva con IA y computación cuántica, con él, la participación del espectador será casi absoluta. Shhh… Nos lo cuenta en primicia.

Lo último en Sociedad

Últimas noticias