El Papa elige una imagen de Nagasaki para denunciar el «reincidente y absurdo» de las guerras del hombre
El Papa ha advertido de que las guerras son el «signo flagrante» del orgullo «reincidente y absurdo» de los hombres, que también le conduce a provocar otras pequeñas y grandes ofensas que generan degradación humana, social y ambiental. Por ello, el Pontífice Francisco ha alabado también la actitud de los «artesanos del bien común» que viven con el corazón abierto en Roma.
«Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad y a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental», ha destacado el Pontífice.
Francisco ha hecho estas consideraciones durante la celebración de las primeras vísperas de la Solemnidad de María Santísima Madre de Dios, una ceremonia solemne celebrada en la basílica de San Pedro y en la que se ha entonado el ‘Te Deum’ de acción de gracias por el año pasado. Sobre el año 2017, el obispo de Roma ha lamentado que los hombres lo hayan «vituperado y herido con obras de muerte, con mentiras e injusticias» y ha llamado a asumirse la responsabilidad «ante Dios, ante los hermanos y ante lo creado».
Precisamente, el Pontífice ha escogido una fotografía del bombardeo atómico de Nagasaki en 1975 para denunciar «el fruto de la guerra».
Se trata de una foto tomada en 1945, en la que se retrata a un niño de 10 años que lleva en sus espaldas el cadáver de su hermano pequeño muerto después de la explosión de la bomba atómica en Nagasaki y que espera su turno para hacer cremar el cuerpo sin vida del niño. La imagen, según informa el Osservatore Romano, ha impresionado al Papa Francisco, que la ha elegido para reproducirla en una postal que lleva un comentario y su firma para denunciar el «fruto de la guerra».
Durante la homilía de este 31 de diciembre, el Papa ha querido también aprovechar la última celebración litúrgica del año para lanzar un mensaje de esperanza hacia los ciudadanos de Roma, «que cada día contribuyen con pequeños, pero prestigiosos gestos concretos» al bien de la ciudad. A ellos ha agradecido que traten de «ejercitar de la mejor manera su deber», que se muevan en el tráfico «con prudencia y criterio», que respeten «los lugares públicos», que señalen «lo que no funciona» y que se preocupen «de los ancianos y de los que viven de manera precaria».
«Sin discursos, sin publicidad, pero con un estilo de educación cívica que se practica en lo cotidiano. Así cooperan silenciosamente al bien común», ha destacado Francisco. En esta línea, también se ha referido a los padres, los profesores y los educadores en general por los que ha dicho sentir «una gran estima». De ellos, ha dicho que «buscan formar a los niños y adolescentes en el sentido cívico, con una ética de la responsabilidad, educándolos para que cuiden y se interesen por la realidad que les circunda».
«Estas personas, aunque no salen en las noticias, son la mayor parte de la gente que vive en Roma. Entre ellas, no pocas se encuentran en condiciones de penurias económicas y sin embargo no se lamentan, ni albergan resentimientos ni rencores, sino que se esfuerzan cada día en mejorar un poco las cosas», ha subrayado.
Bajo esta óptica, Francisco ha invitado a reconocer la labor de «estos artesanos del bien común que aman su ciudad no solo con las palabras sino con los hechos».
Por otro lado, ha reflexionado sobre la plenitud de Dios, de la que María fue la primera en participar, según ha explicado. «La primera en experimentar este sentido de la plenitud donada de la presencia de Jesús ha sido propiamente la mujer de la que ha nacido. La Iglesia ha heredado y continuamente hereda de ella esta percepción interior de la plenitud, que alimenta un sentido de gratitud, como única respuesta humana digna del don inmenso de Dios», ha concluido.
Está previsto que el Papa visite el pesebre y el árbol de Navidad que como cada año decoran la plaza de San Pedro del Vaticano. El Nacimiento está realizado este año en estilo siglo XVIII, según la más antigua tradición napolitana y el árbol procede de Polonia.
Este lunes 1 de enero, Solemnidad de María Santísima, Madre de Dios, y 50ª Jornada Mundial de la Paz, el Papa celebrará una misa a las 10.00 horas en la basílica de San Pedro en la que reivindicará a migrantes y refugiados como «hombres y mujeres que buscan la paz».